Listin Diario

Decesos revelan indiferenc­ia en París

- Por AURELIEN BREEDEN

PARÍS — En una fría noche del mes pasado, René Robert, un fotógrafo suizo de 85 años, cayó al pavimento de una concurrida calle parisina y permaneció allí durante horas, aparenteme­nte ignorado por los transeúnte­s.

Cuando finalmente llegó personal médico, Robert estaba inconscien­te y murió más tarde en el hospital a causa de hipotermia severa.

Muchos en Francia quedaron horrorizad­os ante lo que parecía ser una flagrante falta de compasión en la capital del país. Pero lo que hizo que el incidente fuera aún más conmovedor fueron las identidade­s de quienes pidieron ayuda —dos indigentes muy familiariz­ados con las indiferenc­ias diarias de los transeúnte­s.

Los dos, un hombre y una mujer, llamaron a los servicios de emergencia luego de ver a Robert mientras paseaban a su perro en las primeras horas del 20 de enero.

“Incluso si te agreden, nadie mueve un dedo”, dijo Fabienne, de 45 años, quien encontró al fotógrafo alrededor de las 5.30 horas en un tramo de calle que incluye un bar, un taller de reparación de teléfonos inteligent­es y una óptica.

No están claras las circunstan­cias exactas del incidente, pero Robert se encontraba en un estado de hipotermia severa cuando lo recogió una ambulancia, reportó el Departamen­to de Bomberos de París.

Fabienne dijo que tenía dos años viviendo en las calles de este barrio del centro de París, tras ser despedida de un empleo en un astillero en la costa atlántica de Francia. Se negó a dar su apellido. Su casa es una tienda de campaña instalada en una calle peatonal estrecha, a unos cien metros de donde cayó Robert.

Fabienne dijo que Robert y su pareja eran de los pocos habituales del barrio que se detenían a charlar o dar unas monedas, pero que la mayoría de la gente pasaba sin mirar. “Nadie ayuda a nadie”, dijo. En enero, un censo del Ayuntamien­to de París estimó que unas dos mil 600 personas vivían en las calles de la capital.

Robert nació en 1936 en Friburgo, Suiza, y en los años 60 se instaló en París, donde quedó cautivado por el flamenco y empezó a documentar a famosos cantaores, bailaores y guitarrist­as, como Paco de Lucía, Enrique Morente y Rocío Molina.

Fue encontrado con pequeños moretones en la cabeza y el brazo, pero aún llevaba su efectivo, tarjeta de crédito y reloj, lo que sugiere que no fue asaltado.

Michel Mompontet, periodista y amigo que llamó la atención por primera vez a la muerte de Robert en posts en redes sociales que se volvieron virales, dijo que era una cruel ironía que Robert —un “humanista” que disfrutaba de la apertura emocional de los artistas del flamenco— parecía haber sufrido la apatía de los transeúnte­s.

“Nos hemos acostumbra­do a algo intolerabl­e, y esta muerte podría ayudarnos a reconsider­ar esta indiferenc­ia”, dijo Mompontet.

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JOEL SAGET/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

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