¡El país te queda a deber!
Quedo a deber”, era una de las frases favoritas del diseñador que le puso sello internacional a una pieza tan querida como la chacabana. Su partida deja emociones encontradas, porque realmente, República Dominicana, aunque reconoció su aporte a la moda, s
Quienes conocieron a Arcadio Díaz más allá de sus chacabanas saben que su grandeza no estaba en sus dotes de excelente diseñador. Estaba en su calidad humana, en su entrega y en su facilidad para darse a los demás. Sobre la pasarela, eran sus piezas las que llamaban la atención por la creatividad, terminación de primera y atractivo sin igual. Fuera de los desfiles, era él la gran atracción.
De hablar y caminar pausado se ganó el cariño y el respeto de gente de aquí, de Venezuela y de muchos otros países que luego de conocerlo se dieron cuenta que como persona aportaba mucho más que como diseñador, y sepan que fue inmensa su contribución a la industria de la moda. Fue desde muy temprana edad que comenzó a poner el nombre de su país en alto, desde Venezuela, su otra nación.
Ese hombre que, a los siete años comenzó a “enamorarse” de la moda cuando conectaba la plancha del sastre de su natal Santiago, le generó muchos éxitos a una República Dominicana que queda en deuda con él, porque, aunque se les reconocen sus grandes méritos, no ha sido suficiente si se compara lo que dio con lo que recibió.