Listin Diario

Adiós a un grande de la moda

- Martha.queliz@listindiar­io.com listindiar­io.com

Arcadio Díaz era de esos seres humanos que en buen dominicano “servía hasta para remedio”. Lo conocí en la primera entrega de Dominicana­Moda, por ahí por el año 2006. Cubriendo la actividad para esta sección, antes La Vida, me tocó hacerle una entrevista. Esto me causó una gran ilusión porque vino desde Venezuela a participar en la fiesta de la moda local, y traía una maleta repleta de éxitos. Ese fue el principio de una amistad que duró hasta que partió, el pasado sábado, a los brazos del Señor.

“Tengo un matrimonio con el Listín”

Esto me dijo un día que visitó la redacción para dar detalles de una nueva colección. Antes de hablar sobre los pormenores de la propuesta, me contó sobre cómo “desmenuzab­a” cada página del periódico cuando tenía la oportunida­d de hacerlo. “Desde que venía al país, y antes de irme siempre me ha gustado por su seriedad, por la delicadeza de sus historias”. Unas simples ‘gracias’ no fueron suficiente­s para agradecer este concepto sobre el Listín. Me limité a decirle que era una relación de mutuo sentimient­o.

Dado a los demás

No conoció lo que se llama interés. Se daba al prójimo de forma natural, sin poses, sin pedir nada a cambio… Simplement­e, amaba ayudar, y de hecho, en varias ocasiones dijo que su motivación principal para venir en el año 2006 a participar en DModa, fue enterarse de que cada desfile era por una buena causa. “De verdad que desde que Mirka, Sócrates y Fidel me invitaron y me dijeron eso, acepté y no me arrepiento porque soy yo quien ha salido ganando con esta oportunida­d que me han dado de ayudar a través de lo que hago”.

Deja un gran vacío

Sé que no solo su adorada familia hoy llora su partida. Hay muchos que sin que les conozcamos lo deben estar haciendo porque su obra en silencio dejó muchos dolientes anónimos. Sí, esos a los que ayudaba sin que nadie se enterara, porque nunca fue su intención ser protagonis­ta, ni siquiera sobre las pasarelas. Eran sus piezas las que hablaban de él, era la calidad con la que hacía cada chacabana, era con sus buenas intencione­s para el desarrollo de la industria de la moda dominicana que se dejaba sentir. A mí, en lo particular, me ha dejado muchos recuerdos y hoy desde este periódico que tanto valoró, quiero decirle: hasta luego, Arcadio querido, descansa en paz.

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