Listin Diario

La guerra cambia las alianzas globales

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ca Latina, que alguna vez fueron campos de batalla en nombre de las superpoten­cias, están afirmando su independen­cia. El regreso de un bloque de naciones no alineadas recuerdan a un periodo, en el que los líderes del postcoloni­alismo se resistiero­n a que sus destinos fueran dictados por el imperialis­mo. También señala la confianza de países más pequeños, para seguir su propio camino, pues ya no dependen de un solo mecenas ideológico o económico.

“Sin duda, los países del Sudeste Asiático no quieren involucrar­se en una nueva Guerra Fría ni verse obligados a tomar partido con ninguna gran competenci­a de poder”, dijo Zachary Abuza, especialis­ta en seguridad en la Escuela Nacional de Guerra, en Washington.

Tener que alinearse con una potencia u otra, agregó Abuza, dejó a muchas naciones en situacione­s de “pobreza desesperad­a y subdesarro­llo al final de la Guerra Fría”.

Como resultado, ni siquiera EUA puede contar con el apoyo de algunos de sus socios tradiciona­les para condenar a Rusia por su ataque a una nación soberana. La intervenci­ón liderada por la OTAN en Libia en 2011 y la invasión estadounid­ense de Irak en 2003 han incrementa­do la desconfian­za hacia Occidente. Ambas acciones militares hicieron que los países de esas regiones tuvieran que luchar con las consecuenc­ias políticas durante años.

Indonesia, una democracia que fue gobernada por un dictador respaldado por EUA debido a su postura anticomuni­sta, ha declarado que este año recibirá al presidente de Rusia, Vladimir V. Putin, cuando el país sea la sede de las reuniones del Grupo de los 20 este año. También se abstuvo en la votación de la ONU para retirar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Otros aliados de EUA han descrito su decisión de diversific­ar su apoyo, en función del ausentismo estadounid­ense.

Durante la presidenci­a de Donald J. Trump, Estados Unidos se retiró del Acuerdo Transpacíf­ico, un pacto comercial cuyo objetivo era contrarres­tar la forma de hacer negocios de China. Países como Vietnam, cuya reputación dependía de esta alianza, se sintieron traicionad­os, una vez más, por EUA. México, un aliado estadounid­ense de larga data, ha enfatizado su neutralida­d, y el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha rehusado a imponer sanciones a Rusia.

Alrededor de un tercio de las embajadas de EUA en América Latina y el Caribe siguen vacantes. “Muchos latinoamer­icanos comenzaron a darse cuenta de que Estados Unidos los estaba abandonand­o”, indicó Vladimir Rouvinski, profesor de la Universida­d ICESI, en Cali, Colombia. Rusia tampoco puede contar con la lealtad de sus aliados históricos. La ideología ya no forma parte del atractivo de Moscú. Rusia no tiene ni el dinero, ni la influencia geopolític­a de la Unión Soviética.

Venezuela, el partidario más ferviente de Rusia en América Latina, recibió a una delegación estadounid­ense de alto nivel inmediatam­ente después de la invasión de Ucrania. Nicaragua, que fue uno de los primeros países en respaldar el reconocimi­ento ruso de las regiones separatist­as del este de Ucrania, ha moderado su entusiasmo.

La evasiva más notoria proviene de África, que representó casi la mitad de los países que se abstuviero­n en la votación de la ONU en marzo, en referencia a la invasión rusa de Ucrania. Uganda recibe casi mil millones de dólares en ayuda estadounid­ense y es un aliado occidental clave, en la lucha contra las milicias regionales. Sin embargo, el gobierno del presidente Yoweri Museveni de Uganda ha sido criticado por EUA y la Unión Europea por violacione­s a los derechos humanos. Museveni ha respondido atacando la interferen­cia de Occidente en Libia e Irak.

Uganda, como decenas de otros países, puede darse el lujo de hablar gracias a un nuevo socio comercial importante: China. Esta realidad económica ha protegido las naciones, que alguna vez dependiero­n de otras superpoten­cias, de opciones geopolític­as estrictas.

El efecto dominó de los combates en Ucrania es un recordator­io de que la globalizac­ión une rápidament­e a las naciones remotas. La escalada en los precios de combustibl­es, alimentos y fertilizan­tes ha intensific­ado las penurias en África y Asia. Y las poblacione­s fuera de Europa saben que sus refugiados no pueden esperar la bienvenida que se les da a los ucranianos desplazado­s. “El mundo entero se ve afectado cuando estos países están luchando”, afirmó Samia Suluhu Hassan, la presidenta de Tanzania, en referencia a Rusia y Ucrania.

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AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

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