Ahogó sus penas en la capacitación y hoy triunfa en Estados Unidos
Recomendación. La dominicana Fiordaliza Leonor Colón aconseja a todas las mujeres, en especial a sus paisanas, a que no les pongan límites a sus sueños y a que no dejen que el dolor y la decepción sean un obstáculo para lograrlos.
Entre las tantas cosas que ha pasado Fiordaliza Leonor Colón, protagonista de esta historia, confirma que el haber sido engañada por su esposo, ha sido lo más doloroso. “Aunque me quería morir, escogí la mejor parte: prepararme. Como me gusta estudiar hice todo lo que ya les conté, y continué hasta lograr poner en práctica lo aprendido”. Con todo y lo que pasó se gradué con honores, con índice de 3.8, de 4.0.
Hoy día, con su maestría en educación especial y una especialidad bilingüe, lleva siete años ejerciendo como maestra a ‘full’ capacidad, y representando muy bien a su amada República Dominicana. A los niños hispanos también los ayuda a hacer la transición del idioma español al inglés. Ahora mismo acaba de concluir unos estudios que consisten en treinta créditos de capacitación en su área. “No digo que estudiar es fácil y tampoco el trabajo que llevo, porque requiere constantes estudios y por eso me mantengo actualizándome en lo que me desempeño. Es hermoso cuando yo puedo ayudar a niños de habla hispana a adaptarse a una nueva cultura y a aprender un nuevo idioma”. Lo dice con conocimiento de causa por lo que pasó con el idioma cuando llegó a esa urbe.
Esta mujer que es un ejemplo de superación, es madre orgullosa de Justin R. Almánzar, quien tiene 22 años. Ha sido él la ficha clave para ella batallar en un país que no era el suyo y en el que duró varios años ilegal. Claro, entró con visa, y aquí cuenta cómo la obtuvo.
“Bueno, mi meta nunca fue vivir en Estados Unidos, pero tras encontrarme con mi novio de infancia, yo trabajando en la Capital dominicana, en una pizzería, él me cuenta que vive aquí. Después de varios meses hablando con él decidí que, si quería llevar la relación, tenía que hacer las gestiones de una visa de turista por mi propia cuenta. Preparé mis papeles, la carta de trabajo de Pizza Hut, que al ser una empresa americana podía valerme. Tomé los pasaportes de mi madre y mis hermanos una cuenta bancaria con 50,000 pesos que había ahorrado”. Al dar estos detalles, no niega la melancolía que siente.
Prosigue con la cita. “Cuando llegué al consulado a la entrevista, sabiamente saqué los pasaportes y todos los papeles que llevaba. El cónsul mira la carta de trabajo, mira los pasaportes y me dice en su español: ‘¿qué son esos pasaportes?’. Yo contesto: de mi madre y mis hermanos. Él continua: ‘¿ellos tienen visa?’. Le digo que sí, y me los pidió. Luego me devuelve los tres pasaportes y me dice, ‘venga la próxima semana a recoger su pasaporte’. Yo estaba normal, no me dio ni frío ni calor. Nunca pensé llegar aquí y tampoco visualicé una vida en este país. La semana siguiente recogí el pasaporte con diez años y yo con apenas 21 de edad”. Cuenta esta parte y le atribuye a su hermano Julio Garibaldi Rodríguez.
Al llegar allí se reencontró con su novio, se casaron, y el resto ustedes ya lo saben, es quien le ha hecho pasar por su prueba más dolorosa, pero es también quien con su engaño la ha impulsado a capacitarse y tener hoy un puesto importante en el sistema educativo de Estados Unidos.