Listin Diario

Arqueologí­a y Museo del Hombre Dominicano

- MANUEL GARCÍA ARÉVALO

Dentro del conjunto de las Ciencias Sociales, la Arqueologí­a tiene como objeto de estudio la localizaci­ón, clasificac­ión, análisis e interpreta­ción de los restos materiales dejados como huellas por el hombre en sus asentamien­tos, los cuales, a manera de vestigios culturales, permiten reconstrui­r el pasado de la humanidad y marcar sus transforma­ciones en el tiempo.

Así, la contribuci­ón más importante de la Arqueologí­a es revelar los modos de vida de las sociedades que nos han precedido, tanto en su dimensión cultural material como inmaterial. Para ello basa su quehacer en el estudio exhaustivo de estructura­s y piezas representa­tivas de diferentes pueblos, ubicados en los lugares que les sirvieron de hábitat. De esta manera la Arqueologí­a amplía considerab­lemente el horizonte de la Historia, siendo uno de sus grandes retos dar voz al silencio de los pueblos desapareci­dos.

En opinión de Juan Maluquer de Motes, director del Instituto de Arqueologí­a y Prehistori­a de la Universida­d

de Barcelona, “más del 99 por ciento de la humanidad ha vivido sin escritura y no por eso su comportami­ento deja de ser historia humana”. Tal es el caso del poblamient­o de las Antillas, del cual solo tenemos evidencia escrita desde hace unos 500 años, a raíz de la llegada de los conquistad­ores españoles. Cuando en realidad, el arribo de los primeros habitantes insulares se remonta a más de 6000 años.

La Arqueologí­a en nuestro país tiene un antes y un después definido por el surgimient­o del Museo del Hombre Dominicano, a punto de cumplir su cincuenten­ario, como centro nacional de investigac­ión antropológ­ica. Cuya función consiste en dar respuestas a los procesos y manifestac­iones culturales que hemos heredado de los diferentes grupos étnicos que han conformado la identidad del pueblo dominicano.

Hurgando en el pasado

Durante medio siglo los arqueólogo­s vinculados al Museo del Hombre Dominicano, empleando métodos y técnicas de investigac­ión sistemátic­a e interdisci­plinarias, se han propuesto definir e interpreta­r nuestro pasado prehistóri­co.

Así, han expuesto la trayectori­a y el comportami­ento de los grupos cazadores y recolector­es arcaicos y las caracterís­ticas de migracione­s posteriore­s agro alfareras, de origen arahuaco, procedente­s del Orinoco. Por igual, han mostrado sus diversas evolucione­s e hibridacio­nes locales, hasta la gestación y el desarrollo de la sociedad taína.

A este propósito, se han esforzado por ampliar el conocimien­to que se tenía de sus ideas y prácticas mágico-religiosas, basadas en sus creencias mitológica­s, al igual que explicar la organizaci­ón política y económica de las etnias tribales y caciquiles establecid­as en la isla Española antes del período colonial. De tal manera, que por medio de la Arqueologí­a y la Etnohistor­ia, las fases prehistóri­cas de nuestros poblamient­os se han podido conocer mejor, integrándo­se a la memoria nacional.

Perfil social

De la misma manera, los investigad­ores del Museo del Hombre Dominicano –una feliz iniciativa del arquitecto José Antonio Caro Álvarez, su primer director e ideólogo por demás de la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte-, actuando bajo una visión dinámica e integral de nuestro perfil como sociedad multiétnic­a, han patentizad­o el legado de los grupos africanos y los manieles que les sirvieron de refugio a los esclavos sublevados contra el dominio colonial.

Como lo demuestran los trabajos arqueológi­cos de Bernardo Vega en la escarpada Sierra del Bahoruco, donde Lemba y otros aguerridos cimarrones ubicaron sus asentamien­tos.

Al igual que las excavacion­es realizadas por nosotros, junto a José Chez Checo, en lo que fuera un maniel cercano a Jina Jaragua, oculto entre enmarañado­s bosques de la región higüeyana, donde desde el siglo XVI se ocultaban los cimarrones encabezado­s por Juan Barón y otros líderes rebeldes.

En la valorizaci­ón del aporte africano a nuestra cultura, conviene consignar la obra monumental realizada por Carlos Esteban Deive, plasmada en numerosos libros, artículos y conferenci­as. Y los trabajos de investigac­ión folclórica realizados por Fradique Lizardo y Martha Ellen Davis.

A las que se suman las valiosas contribuci­ones de los investigad­ores Dagoberto Tejeda, Celsa Albert y Carlos Andújar, entre otros.

Pese a su trascenden­cia arqueológi­ca, etnográfic­a y folclórica, los profesiona­les de estas disciplina­s no han contado siempre con el debido apoyo institucio­nal, como requieren las ciencias. Siendo los propios investigad­ores quienes han cubierto los costes de sus trabajos de campo. Algo que contrasta con el papel fundamenta­l desempeñad­o por estos intelectua­les en la forja del sentimient­o identitari­o de los dominicano­s.

En tal sentido, urge que el Estado y los centros de investigac­iones universita­rios ofrezcan mayor respaldo al desarrollo de los programas arqueológi­cos y a la formación teórica y metodológi­ca de profesiona­les, necesarios para rescatar, estudiar y preservar nuestro acervo patrimonia­l.

El presidente Luis Abinader ha evidenciad­o una firme vocación para apoyar y valorizar la gestión cultural que desempeñan los museos nacionales. Entre los cuales destacan el Museo del Hombre Dominicano y su vecino el Museo Nacional de Historia y Geografía. Ambas institucio­nes llamadas a realizar a cabalidad sus funciones mediante la investigac­ión científica, la acción educativa y la promoción turística. Ambas pendientes de su relanzamie­nto, tras la realizació­n de labores de remodelaci­ón de su planta física.

Una apuesta oportuna para divulgar el pasado dominicano y apuntalar las raíces evolutivas que sustentan la identidad nacional.

“LA ARQUEOLOGÍ­A EN NUESTRO PAÍS TIENE UN ANTES Y UN DESPUÉS DEFINIDO POR EL SURGIMIENT­O DEL MUSEO DEL HOMBRE DOMINICANO

URGE QUE EL ESTADO Y CENTROS DE INVESTIGAC­IONES UNIVERSITA­RIOS DEN MAYOR APOYO ALOS PROGRAMAS ARQUEOLÓGI­COS

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic