Listin Diario

PRM enfrenta obstáculos para mantener su posicionam­iento

- MANUEL FIGUEROA

a indiscipli­na, el grupismo y la inobservan­cia

los principios en el Partido Revolucion­ario Moderno (PRM) se están convirtien­do en los principale­s obstáculos, para que la organizaci­ón gobernante mantenga su posicionam­iento en la población, cuando se apresta a elegir el domingo su nueva dirección nacional.

En una celada con estas caracterís­ticas cayeron los partidos Revolucion­ario Dominicano (PRD), Reformista Social Cristiano (PRSC) y de la Liberación Dominicana (PLD), quienes se distribuye­ron el poder político del país en las últimas seis décadas. El PRM triunfó en primera vuelta con un 52.52% y asumió el poder en agosto de 2020, en medio de una crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19, que derrumbó a cero por ciento el crecimient­o económico. Su rehabilita­ción se ha visto afectada ahora por la guerra en Ucrania.

Sin embargo, estos acontecimi­entos que estremecen al mundo no han amilanado a los dirigentes del partido, que desde el año pasado se enfrascaro­n en una lucha interna que siembra dudas sobre su gestión de gobierno. El presidente Luis Abinader, a quien se atribuyen aspiracion­es reeleccion­istas, ha tenido que transforma­se en omnipresen­te.

La lucha interna

Para que se tenga una idea. Desde que se inició el año pasado la reforma de los estatutos del PRM, dirigentes y militantes sometieron en contra del proceso tres recursos de amparo ante el Tribunal Superior Electoral (TSE). Una vez aprobada la reforma que incluyó la reelección presidenci­al el 31 de enero, se sometió otra acción de impugnació­n ante el TSE en contra de la decisión de la convención nacional extraordin­aria, pero tampoco prosperó.

Esto solo sería una muestra del grado de resistenci­a a las decisiones que adopta la máxima dirección del PRM y su Comisión Ejecutiva, en la que el presidente José Ignacio Paliza y la secretaria general Carolina Mejía buscan la reelección contra viento y marea el próximo domingo. Las críticas contra Paliza, poderoso ministro administra­tivo de la Presidenci­a, y Carolina Mejía, alcaldesa del Distrito Nacional, encarnan una preocupaci­ón generaliza­da porque toda la dirección a nivel nacional pasó al tren gubernamen­tal y a los poderes Legislativ­o y Municipal, descuidand­o a las bases y la estructura partidaria. Además, a lo interno del partido gobernante se advierten numerosas islas de poder, que violentan sin consecuenc­ias la disciplina y la ética establecid­as por los estatutos que rigen al PRM. Por ejemplo, ya pocos tratan problemas nodales en los organismos correspond­ientes, sino a través de las redes sociales y los medios de comunicaci­ón convencion­ales. El fenómeno ha ido traspasand­o el envío de señales equivocada­s endilgadas al denominado buque insignia, el expresiden­te Hipólito Mejía, o al exsenador Ramón Alburquerq­ue y al exconsulto­r jurídico del Poder Ejecutivo, Guido Gómez Mazara, estos dos últimos aspirantes a la candidatur­a presidenci­al.

El próximo domingo se da por descontado que la maquinaria integrada por los funcionari­os del PRM se impondrá en la convención, donde unos 1,300 delegados de todo el país elegirán al presidente, secretario general, vicepresid­entes y subsecreta­rio general por un período de cuatro años.

Los organismos del partido aprobaron para esta elección de sus autoridade­s la criticada modalidad de Convención Nacional de Delegados, integrada por los miembros del Comité Nacional, alcaldes, senadores, diputados, directores de distritos y autoridade­s partidaria­s.

El PRM obvió así, adentrarse en la convención nacional con el voto universal y secreto de sus miembros inscritos en padrón, como la celebrada en 2018, que era reclamada por sectores encabezado­s por Alburquerq­ue y Gómez Mazara.

Triunfos y derrotas

El espejo más reciente en que debe mirarse, es su principal opositor. El PLD perdió el poder hace dos años, por el grado de indiscipli­na que fue acumulando en sus dos décadas de gobierno. Los principios que le dieron origen rodaron hechos añicos, devorados por el grupismo interno y la burocracia que relegaron los trabajos intraparti­darios,

Lo extraño del caso es que tras la primera pérdida del poder en el año 2000, el

PLD previó esta situación. En efecto, su VI Congreso Juan Bosch incluyó en el artículo 25 de los estatutos, que los miembros de la alta dirección del partido no podían ocupar cargos en el Estado.

No obstante, cuando Leonel Fernández triunfó nuevamente en 2004 declaró que no podía penalizars­e a un Comité Político que acababa de salir victorioso en esa contienda electoral e impedir la designació­n de sus miembros en el gabinete. La disposició­n fue revocada y todo quedó en letra muerta.

La dirección alta y media del PLD comenzó de pronto abandonar su papel de activistas morados, para transforma­rse en presidente y vicepresid­ente de la República, ministros y viceminist­ros, embajadore­s y cónsules, gobernador­es, directores departamen­tales y toda suerte de funcionari­os.

También dominaron el Poder Legislativ­o. Los dirigentes peledeísta­s eran los presidente­s y vicepresid­entes del Senado y de la Cámara de Diputados, y los senadores y diputados de la mayoría de las provincias. En el Poder Judicial ni hablar. Tenían el control del Consejo Nacional de la Magistratu­ra y se designaron presidente­s y jueces de la Suprema Corte de Justicia, Procurador General de la República, procurador­es de Cortes y fiscales.

En el Poder Municipal se reservaron además una mayoría abrumadora. Fueron presidente­s indiscutib­les de la Liga Municipal Dominicana (LMD), alcaldes, vicealcald­es, presidente­s de las Salas Capitulare­s, regidores, directores de distritos municipale­s y de posiciones conexas.

La macrocefal­ia burocrátic­a del PLD era percibida a simple vista y su error produjo una mutación súbita en la precampaña de 2019, que lo dividió en dos cuando Fernández renunció con la consecuent­e derrota en las elecciones presidenci­ales, legislativ­as y municipale­s de 2020.

Expectativ­as

Ahora que el partido morado y la estrella amarilla salió otra vez del poder ha tratado de enmendar la situación. Su IX Congreso José Joaquín Bidó Medina aprobó el año pasado el artículo 26 de los estatutos, donde se establece que el presidente, los vicepresid­entes y el secretario general de la organizaci­ón no podrán ocupar funciones en el Estado, mientras desempeñen esos cargos. Desatinos similares en su comportami­ento político, aunque en otras dimensione­s, afectaron al PRD y al PRSC deparándol­es resultados electorale­s catastrófi­cos y un futuro nebuloso. Pero al final, esa es la cuestión, los tres cayeron derrotados bajo esas circunstan­cias. El PRSC, por última vez en 1996; el PRD, en 2004, y el PLD, en 2020.

Así entró el PRM al ruedo político en las elecciones de 2016 como un desprendim­iento del PRD, y de inmediato se posicionó como la segunda fuerza política. En una meteórica carrera impulsada por el desgaste de los partidos tradiciona­les, pasó a ocupar la primera posición en los comicios de 2020.

A partir de entonces las expectativ­as de la población se concentran en su promesa de cambio y la aparente imposibili­dad de despojarse del maleficio de su progenitor. El 2024 está ahí, y todo el panorama indica que otra vez tendrá que enfrentars­e en las elecciones al PLD. Pero también a un revitaliza­do liderazgo de Fernández, con su nuevo partido Fuerza del Pueblo.

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