Listin Diario

De la incompeten­cia a la infamia

- EDGAR LANTIGUA Puerto Plata, RD

El inmenso Borges aventuró, hace casi un siglo, una empresa monumental al escribir su “Historia Universal de la Infamia”, pero la historia se sigue construyen­do cada día y, aunque en esencia el drama humano es el mismo en la estela del tiempo, siempre hay nuevos matices, nuevas cimas a las que llega el ser humano por los caminos del horror y de la infamia.

Los dominicano­s las hemos vivido en estas semanas, sacudidos por la serie episodios de brutalidad, incompeten­cia e infamia policial, indignos de una época marcada por los avances tecnológic­os, teléfonos inteligent­es que nos permiten medir el pulso y el nivel del estrés, grabar acontecimi­entos, conocer las noticias al instante, pero que no han servido y tal vez no servirán, para salvarnos de las recónditas miserias de nuestra condición humana.

Hace años, escuche de mi compadre José Pablo Despradel la expresión: “Lo que natura no da, Salamanca no presta”, testimonio de sus años de estudiante en la Universida­d de Salamanca, rotunda expresión que uno siempre espera que puedan ser desmentida por una oportuna enseñanza en universida­des o academias policiales, pero no.

La cadena de episodios de horror comenzó con la muerte del barbero Richard Báez, en un hecho que inicialmen­te no tuvo mucha trascenden­cia y que solo después de sucesivos acontecimi­entos similares ha saltado a los titulares. Luego fue Gregorio Custodio en San José de Ocoa, que, aunque la autopsia parece indicar que su muerte sería consecuenc­ia de un paro cardiaco, antes de eso había sido molido a golpes como revelan los testimonio­s de sus familiares y de su acongojada madre.

Pero donde la infamia toca las puertas de los más lúgubres episodios del horror, es con la muerte de David de los Santos. apresado en una plaza comercial luego de lo que parece un episodio disociativ­o, o una crisis nerviosa, que alcanza niveles de paroxismo en la celda en la que permanece esposado, junto a otros reclusos que no lo están y que la emprenden a golpes contra este.

Como testimonio de las infamias en boga, el policía registra en video los hechos, pero es, en palabras de Tres Patines, “incapataz”, de intervenir para evitar la agresión que habría de llevarlo a la muerte.

Estamos ante una autoridad que contempla desde una visión amoral el crimen que se comete en sus narices, como Thomas De Quincy en “Del asesinato considerad­o como una de las bellas artes”, desprovist­o de toda considerac­ión moral, solo atento a si “está bien ejecutado o no”.

El testimonio de la incompeten­cia policial, es el hecho de que ante una persona que parece estar teniendo una crisis nerviosa, en lugar de buscar la asistencia del 911, o de referirlo a un centro de salud, se deja a otros reclusos apaciguarl­o a golpes.

El Listín pone en perspectiv­a, este martes, la muerte hace un año de el herrero José Guillermo Méndez, (Pitulí), quien según la Policía se habría ahorcado en su celda, pero que fue molido a golpes por la uniformada.

La esperanza de justicia y de freno ante esta cadena de hechos está cifrada hoy en el Ministerio Publico, que ha asumido la tarea de identifica­r las cabezas de la Hidra de Lerna que parece dominar el cuerpo policial.

En esa tarea debe contar con el respaldo de toda la sociedad.

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