Joven autista rompe barreras y se hace gran profesional
Libro sobre su experiencia. Alci ya ha escrito 147 páginas de un libro autobiográfico donde narra toda su experiencia como autista desde la niñez hasta el momento que concretó su sueño de ser comunicador social.
Alci es autista. Pese a su condición y los actos discriminatorios en su contra, entró a la escuela por evaluación en octavo grado, aprendió inglés por sí mismo, es licenciado en Comunicación Social y avanza un libro en el que cuenta su experiencia de vida.
Las expresiones que delatan su condición se acentúan cuando recuerda los momentos difíciles que vivió a lo largo de su niñez y adolescencia. Pero Alcibíades Alejandro Polanco Capellán, ahora con 27 años y a quien cariñosamente llaman Alci, encontró la manera de vencer sus limitaciones, superar las adversidades y doblegar la falta de empatía con una determinación que aflora en cada gesto y frase cargada de sueños.
El Síndrome de Asperger que le diagnosticaron tardíamente cuando tenía 11 años no ha doblegado sus anhelos de grandeza. “Yo nací para ser cada día mejor, y quiero iniciar un camino de transformación”, expresa Alci sobre su compromiso de visualizar a los niños y adolescentes que padecen trastornos del espectro autista (TEA).
Precisamente, la palabra “inclusión” fue la más pronunciada durante una entrevista que concedió a LISTÍN DIARIO en su residencia del sector Invivienda, en Santo Domingo Este, junto a su madre Carmen Capellán Hernández, de 64 años, una mujer que ha sufrido tanto como él los rigores de la discriminación y que a fuerza de necesidad se ha hecho “experta en autismo”.
Capellán Hernández recuerda los inconvenientes que enfrentó para lograr primero un diagnóstico de la condición de Alci, a quien en principio solo le daban terapia del habla en la Asociación Dominicana de Rehabilitación, y luego para insertarlo en el sistema educativo.
Acoso escolar
El estigma que han vivido madre e hijo comenzó desde el debut de Alci como estudiante cuando se determinó que podía asistir a una escuela como cualquier otro niño de su edad.
En su primer día de clases Alci se subió a la azotea del colegio porque quería mirar desde allí las montañas, pero caminaba por el borde de manera arriesgada. “Aquí no lo quiero ni de visita”, dijo el vigilante del plantel a la madre cuando finalmente lograron contener una manifestación de hiperactividad tan común en los niños con esa condición.
El acoso escolar que padeció Alci a lo largo de su niñez y adolescencia provino del personal administrativo, compañeros de clases y de profesores incapaces de manejar a un niño al que tildaban de “extraño” y “loquito”.
Fue tan dramático que un compañero de clases quiso obligarlo a ingerir el residuo de un lápiz después de sacarle puntas, una profesora impaciente porque se dilataba con una tarea le dio una cachetada y otra docente le sugirió a la madre llevarlo a la iglesia que visitaba porque alegó que Alci lo que tenía era un demonio.
“Los profesores fueron los principales antagonistas”, expresa con dolor Alci sobre la ignorancia e incomprensión de algunos educadores frente a un niño con las mismas ansias de aprender que cualquier alumno “normal”.
Logros
Y realmente lo extraño de Alci iba en otro sentido. Aprendió a leer y escribir antes de ingresar a la escuela con la ayuda de su tía Altagracia Pujols; se convirtió en un asiduo lector de periódicos y de las revistas Ahora y Ritmo Social, sus preferidas. Cuando ingresó finalmente a una escuela que usa el programa “Prepara” y tras ser sometido a una prueba de admisión, cayó en el octavo curso sin pisar previamente un aula de manera regular. Para asistir a la escuela cada sábado en horario de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, tomaba dos motoconchos y un autobús del transporte público. Su madre esperaba pacientemente todo ese tiempo en el plantel a que terminara su jornada de clases.
También aprendió solo a hablar inglés, ayudado en gran parte por la narrativa de los videojuegos, uno de sus pasatiempos preferidos. Disfruta, además, escuchar jazz, la tecnología, el cine y todo lo relacionado con el mundo del entretenimiento. Alci se convirtió en la primera persona con autismo en graduarse de la carrera de Comunicación Social, durante una investidura de la Universidad Dominicana O&M celebrada el pasado mes de abril, acto en que pidió la unidad de los sectores público y privado para lograr la inclusión de las personas con esta condición.
Inclinación
“Parece que su inclinación era ser periodista”, expresó su madre, quien recuerda que cualquier objeto era un micrófono para él y en el tiempo del almuerzo en la universidad asistía a diversas actividades, especialmente del mundo del arte y espectáculo, para tomar fotografías y escribir reseñas que colgaba en su cuenta de la red social Instagram, una manera de comenzar a ejercitarse en la profesión. “Sin saber leer ya pedía la prensa para manosear los periódicos”, refirió Capellán Hernández.
Alci ya ha escrito 147 páginas de un libro autobiográfico donde narra su experiencia como autista desde la niñez hasta el momento que concretó su sueño de ser comunicador social. Otro anhelo es crear una fundación para apoyar a personas con TEA, especialmente niños y adolescentes.
Sobre el tortuoso camino para lograr la inclusión de Alci, su mdre lo resume en una frase que va más allá de diagnóstico, educación especial, consultas, terapias y hasta la propia inclusión social: “Sobre todo lo principal ha sido brindarle mucho amor”.
Alci, quien asegura que le encantan los retos, el principal abrir puertas a la inclusión, también parece enmarcar gran parte de su vida con otra expresión: “No quiero estar solo, quiero estar con personas que se sientan acompañadas conmigo”.