¿De vivir en pobreza a la vicepresidencia?
CALI, Colombia — En las calles de Cali, una multitud se extendía cuadras enteras, ondeando banderas blancas de campaña y vistiendo camisetas que decían “¡el pueblo no se rendirá!”.
Entre la multitud se encontraba un cantante famoso, un destacado Senador y dignatarios locales. Pero la verdadera celebridad estaba a punto de tomar el estrado.
“¡Te amamos, Francia!”, gritaron cientos de personas.
Francia Márquez, de 40 años, quien antes trabajó como empleada doméstica y ahora es la principal candidata a la vicepresidencia en Colombia, se dirigió a la multitud al tiempo que el País se prepara para elecciones el 29 de mayo.
Por primera vez en la historia de Colombia, una mujer negra está cerca de la cima del poder ejecutivo.
Márquez hizo un llamado a los pueblos marginados del País —indígenas, negros, rurales— a unirse. Criticó a la élite, que “ha condenado a nuestro pueblo a la miseria, hambre y a la desolación”, y apeló a los partidarios “a romper al racismo estructural que no nos ha dejado respirar”.
Márquez, una activista ambiental de Cauca, en el suroeste de Colombia, se ha convertido en un fenómeno nacional, movilizando décadas de frustración del electorado para ganar el tercer lugar en las primarias presidenciales de marzo. Eso impulsó a Gustavo Petro, el principal candidato a la Presidencial del País, a nombrarla como su compañera de fórmula.
El ascenso de Márquez es significativo no sólo porque es negra en una nación donde los afrocolombianos son normalmente objeto de trato e insultos racistas y deben lidiar con barreras estructurales, sino porque proviene de la pobreza en un país donde la clase económica a menudo define el lugar de una persona en la sociedad.
Para un segmento de colombianos que claman por el cambio y una representación con mayor diversidad, Márquez es su paladín. La pregunta es si el resto del País está preparado para ella.
Sus detractores más generosos la han llamado divisiva, diciendo que es parte de una coalición izquierdista que busca destruir las normas del pasado.
Sus oponentes más extremos la han atacado con tropos racistas y critican su clase y legitimidad política. Una conocida cantante y presentadora de la TV colombiana la llamó King Kong y un popular Senador de derecha sugirió que debería cambiar su nombre de Francia, una nación que era un “colonizador esclavista”.
Márquez creció durmiendo sobre un piso de tierra en La Toma, cerca de la costa colombiana. Quedó embarazada a los 16 años, fue a trabajar en las minas de oro locales y finalmente buscó trabajo como empleada doméstica. Con
Una nueva voz une a los colombianos marginados.
el tiempo, asistió a la facultad de Derecho.
En 2014, encabezó una marcha de 640 kilómetros desde Cauca hasta Bogotá, exigiendo al Gobierno poner un alto a los mineros ilegales con retroexcavadoras que habían invadido su comunidad. La marcha terminó con un plantón en el Ministerio del Interior y un acuerdo con el Gobierno. Por su labor, Márquez fue merecedora del Premio Ambiental Goldman, a veces llamado el “Nobel ambiental”.
Como muchos activistas en Colombia que desafían el statu quo, Márquez ha recibido repetidas amenazas de muerte.
En el evento de la campaña, Márquez dijo que de haber seguido las reglas, estaría lavando platos en la cocina de una familia adinerada.
“Parte de lo que inquieta a la élite es que una mujer que trabajaba en sus casas, hoy va a ser su líder”, dijo con voz resonante.