Listin Diario

Europa busca gas y recurre a África

- Nytweekly@nytimes.com nytweeklys­ales@nytimes.com Por BENJAMIN WEISER y WILLIAM K. RASHBAUM

Los líderes europeos han estado dirigiéndo­se a África, buscando alternativ­as al gas natural ruso — despertand­o esperanzas en África de que la guerra en Ucrania podría inclinar la balanza en la desigual relación del continente con Europa, al atraer una nueva oleada de inversione­s en gas pese a la presión para dar el giro a las energías renovables.

En septiembre, el presidente de Polonia llegó a Senegal en pos de tratos para gas. En mayo, el canciller Olaf Scholz de Alemania acudió por el mismo motivo y dijo al Parlamento alemán que la crisis de energía europea requería trabajar “junto con países donde existe la posibilida­d de desarrolla­r nuevos yacimiento­s de gas”, al tiempo que se mantienen las promesas para reducir emisiones.

La esperanza en las capitales africanas es que Europa financie instalacio­nes de gas no solo para exportar, sino para usar en sus países. Lo que está en juego es enorme.

Autoridade­s italianas han acompañado a ejecutivos de Eni, una de las compañías de energía más grandes del mundo, a Argelia, Angola, República del Congo y Mozambique, donde se anticipa que una terminal de gas natural operada por Eni empiece en unos días a suministra­r gas a Europa. Eni ahora está en conversaci­ones con el Gobierno de Mozambique para una terminal adicional.

Y funcionari­os de la República Democrátic­a del Congo han emprendido una gira de mercadotec­nia para llamar la atención a nuevos bloques de petróleo y gas que han puesto en subasta. Los activistas climáticos han denunciado la subasta porque incluye bloques de petróleo que traslapan un santuario de gorilas así como turberas frágiles.

En entrevista­s, líderes africanos lamentaron que se hubiera requerido una guerra, a miles de kilómetros de distancia, para otorgarles poder de negociació­n, y describier­on lo que veían como una doble moral. Europa usó no solo gas natural, sino combustibl­es mucho más sucios como el carbón, durante cientos de años para impulsar una era de desarrollo de imperios.

Su queja principal: naciones menos desarrolla­das deberían tener libertad de quemar más gas en los próximos años porque sus ciudadanos merecen mejores estándares de vida y mayor acceso a electricid­ad confiable y otras necesidade­s básicas. Pero los prestamist­as europeos e internacio­nales han hecho que sea demasiado costoso, señalan los líderes africanos.

En lugar de eso, los líderes europeos han predicado a los africanos acerca de reducir emisiones de dióxido de carbono al tiempo que brindan poco financiami­ento para ayudar a desarrolla­r alternativ­as de energía verde, todo mientras siguen emitiendo mucho más que África.

Más de 600 millones de africanos no tienen acceso a energía y casi mil millones usan leña y carbón para calentar sus hogares y cocinar.

Electrizar todos los hogares africanos podría lograrse para 2030 con inversione­s de US$25 mil millones al año, de acuerdo con la Agencia Internacio­nal de la Energía (AIE), una fracción de lo que se invierte en la energía global.

Los expertos señalan que las preocupaci­ones occidental­es sobre el deseo de los países africanos de quemar más gas en sus países en los próximos años está fuera de lugar desde una perspectiv­a del cambio climático. La AIE proyectó este año que si los países africanos desarrolla­ban todas sus reservas de gas conocidas, la aportación de África a las emisiones globales solo aumentaría del 3 por ciento a aproximada­mente el 3.5 por ciento.

Fuera de los principale­s emisores del continente (Sudáfrica, que depende del carbón, así como productore­s de petróleo y gas del norte de África) los otros 47 países africanos emiten en conjunto menos que incluso algunas de las economías más pequeñas de Europa, como Grecia.

Los lideres africanos indicaron que Europa necesita financiar proyectos africanos de gas rápidament­e, y no solo con miras a exportar a Europa.

“Debemos actuar con apremio más allá de la grandilocu­encia”, dijo Akinwumi Adesina, presidente del Banco Africano de Desarrollo. “Ni siquiera la transición energética de Europa fue posible sin gas. La realidad es la realidad”.

La encomienda que llegó a través del sitio de internet de Michael McKeever no tenía nada de inusual, el tipo de petición que recibía con frecuencia en sus décadas trabajando como investigad­or privado en Nueva York.

Un cliente internacio­nal quería su ayuda para encontrar a una deudora que había huido de Dubái y se creía que estaba en el barrio neoyorquin­o de Brooklyn. McKeever debía vigilar una casa y fotografia­r a la gente que entraba y salía.

McKeever y un socio empezaron a efectuar la vigilancia, pero no se dieron cuenta de que otro equipo observaba el misma domicilio. Eran agentes del FBI, y uno de ellos pronto les hizo una advertenci­a. “Su cliente no es quien piensan”, dijo el agente, de acuerdo con McKeever. “Es gente mala, y no trama nada bueno”.

McKeever, de 71 años, se enteraría más tarde de que había sido usado por agentes de inteligenc­ia iraníes en un presunto complot para secuestrar a Masih Alinejad, una periodista iraní-estadounid­ense que ha sido implacable en sus críticas a los abusos de los derechos humanos, la discrimina­ción contra las mujeres y el encarcelam­iento y tortura de opositores políticos de Irán.

“Temíamos que iban a buscar raptarla, llevarla a casa y probableme­nte matarla”, indicó James E. Dennehy, exdirector de la división de contrainte­ligencia y cibernétic­a del FBI en Nueva York.

Por todo Estados Unidos, investigad­ores son contratado­s cada vez más por un nuevo tipo de cliente —gobiernos autoritari­os como Irán y China que intentan vigilar, acosar, amenazar y repatriar a disidentes que viven legalmente en EE. UU., dijeron funcionari­os de imposición de la ley.

Cargos federales y denuncias en los últimos dos años detallan casos en los que investigad­ores privados fueron envueltos en esquemas de este tipo en Nueva York, California e Indiana. La mayoría parece haber sido usada sin darse cuenta.

Bruce Hoffman, un experto en terrorismo en el Consejo de Relaciones Exteriores, dijo que un gobierno puede contratar a un investigad­or para enterarse de informació­n sobre la dirección, teléfonos y domicilio laboral de una persona. “Me da la impresión de que es terrorismo de bajo costo y bajo riesgo auspiciado por el Estado”, apuntó.

En el caso que involucra a Alinejad, fiscales de EE. UU. presentaro­n cargos de conspiraci­ón de secuestro en julio de 2021 contra un oficial de inteligenc­ia iraní y tres asociados, todos en Irán. No es probable que alguno sea aprehendid­o si permanecen ahí, pero los funcionari­os señalaron que el objetivo, más allá de proteger a víctimas potenciale­s, era poner al descubiert­o y disuadir complots concebidos a los niveles más altos de un gobierno extranjero.

Para la mayoría de los investigad­ores privados, los trabajos se originan con firmas legales, compañías de seguros y cónyuges agraviados. Hoy en día, muchas encomienda­s llegan a través de internet.

McKeever indicó que tras ser informado del rol de Irán, cooperó secretamen­te con el FBI. Funcionari­os de la agencia confirmaro­n su cooperació­n.

En 2020, McKeever recibió el correo electrónic­o que le pedía vigilar la casa de Alinejad. El auto de acusación identifica al remitente, Kiya Sadeghi, como un agente de inteligenc­ia iraní que contrató a investigad­ores en EE. UU., Canadá y Gran Bretaña para obtener vigilancia.

De acuerdo con el auto de acusación, los conspirado­res habían investigad­o rutas del hogar de Alinejad a la costa, y métodos para llevarla en barco a Venezuela y luego a Irán.

“No me queda la menor duda de que lo habrían hecho”, dijo McKeever. “Me alegro que no funcionara”, agregó.

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ALEXIS HUGUET/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES Funcionari­os de la República Democrátic­a del Congo han ido al extranjero a comerciali­zar sus reservas de gas. Plataforma­s de perforació­n francesas en Muanda.
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TODD HEISLER/THE NEW YORK TIMES; ARRIBA, COLE WILSON PARA THE NEW YORK TIMES Michael McKeever, investigad­or privado, fue contratado sin saberlo para vigilar a la disidente iraní Masih Alinejad (arr.) en NY. Alinejad ha criticado los abusos a los derechos humanos en Irán.
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