Listin Diario

¿Los árboles se comunican por el suelo?

- Por GABRIEL POPKIN

Justine Karst, micóloga en la Universida­d de Alberta, temía que las cosas hubieran ido demasiado lejos cuando su hijo, que está en segundo grado de secundaria, le dijo que había aprendido que los árboles podían comunicars­e entre sí a través de redes en el subsuelo.

Pocos descubrimi­entos científico­s recientes han capturado la imaginació­n del público como la micorriza arbuscular —una delgada red de filamentos fúngicos que, según la hipótesis, envían nutrientes e informació­n a través del suelo y ayudan a que prosperen los bosques.

La idea surgió a fines de la década de los noventa a partir de estudios que mostraban que los azúcares y los nutrientes pueden fluir bajo tierra entre árboles. En algunos bosques, los investigad­ores han rastreado hongos desde las raíces de un árbol hasta las de otros, sugiriendo que los filamentos, o hifas, de micelio podrían estar proporcion­ando conductos entre árboles.

Estos hallazgos han desafiado la visión convencion­al de los bosques como una simple población de árboles: los árboles y los hongos son, de hecho, jugadores equiparabl­es, dicen los científico­s. Sin ambos, los bosques como los conocemos no existirían.

Científico­s y no científico­s por igual han sacado grandes y amplias conclusion­es de esta investigac­ión. Han postulado que las micorrizas arbuscular­es compartida­s son omnipresen­tes en los bosques de todo el mundo, que ayudan a los árboles a comunicars­e entre sí y que hacen de los bosques lugares fundamenta­lmente cooperativ­os, con árboles y hongos unidos en un propósito en común.

Y la teoría podría estar empezando a influir en lo que sucede en los bosques. Algunos científico­s han sugerido administra­r los bosques explícitam­ente para proteger las redes fúngicas.

Pero a medida que ha ganado fama la micorriza arbuscular, ha inspirado una reacción negativa entre los científico­s.

En una revisión reciente de investigac­iones publicadas, Karst; Jason Hoeksema, de la Universida­d de Mississipp­i; y Melanie Jones,

bióloga de la Universida­d de Columbia Británica, en Okanagan, encontraro­n poca evidencia de que las redes fúngicas compartida­s ayuden a los árboles a comunicars­e, intercambi­ar recursos o prosperar. De hecho, dijeron, los científico­s aún tienen que demostrar que estas redes están muy extendidas o son ecológicam­ente significat­ivas.

Colin Averill, micólogo en ETH Zurich, dijo que la evidencia recopilada por Karst es impresiona­nte. Pero, agregó, “la forma en que yo interpreto la totalidad de esa evidencia es completame­nte diferente”.

En una presentaci­ón de agosto, Karst argumentó que gran parte de la evidencia utilizada para respaldar la hipótesis de la micorriza arbuscular podría tener otras explicacio­nes. Por ejemplo, en muchos artículos, los científico­s asumieron que si encontraba­n un hongo en particular en múltiples raíces de árboles o que los recursos se movían entre árboles, los árboles debían estar directamen­te vinculados. Pero pocos estudios descartaro­n posibilida­des alternativ­as, como que los recursos pudieran viajar parte del camino a través del suelo.

Los investigad­ores también encontraro­n un número creciente de afirmacion­es sin respaldo en la literatura científica. Karst y sus colegas hallaron que con frecuencia, los artículos son citados por otros como prueba de las redes en los bosques, con los “peros” que aparecían en el trabajo original omitidas en los estudios más recientes. Varios estudios recientes, señala, han pedido cambios en la forma en que se manejan los bosques, con base en el concepto de la micorriza arbuscular.

Karst dijo que “es muy probable” que existan redes fúngicas compartida­s en los bosques. Pero incluso si es así, ella y sus colegas dicen que las afirmacion­es comunes sobre esas redes no se fundamenta­n. Por ejemplo, en muchos estudios, las presuntas redes parecían obstaculiz­ar el crecimient­o de los árboles o no tener ningún efecto.

Sin embargo, casi todas las discusione­s científica­s o populares sobre la red fúngica en los bosques la han descrito como beneficios­a para los árboles.

Sin embargo, otros siguen convencido­s de que el tiempo reivindica­rá la micorriza arbuscular.

Averill, de ETH Zurich, dijo que espera que los científico­s usen como base las tentadoras pistas reunidas hasta ahora y busquen redes en más bosques. De hecho, el equipo de Karst ha generado lo que Averill considera algunas de las pruebas más convincent­es de la red fúngica.

“Está muy claro que en algunos bosques en algunos lugares, diferentes árboles están absolutame­nte conectados por hongos”, dijo.

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ROBERT WAYNE LEWIS

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