¿Los árboles se comunican por el suelo?
Justine Karst, micóloga en la Universidad de Alberta, temía que las cosas hubieran ido demasiado lejos cuando su hijo, que está en segundo grado de secundaria, le dijo que había aprendido que los árboles podían comunicarse entre sí a través de redes en el subsuelo.
Pocos descubrimientos científicos recientes han capturado la imaginación del público como la micorriza arbuscular —una delgada red de filamentos fúngicos que, según la hipótesis, envían nutrientes e información a través del suelo y ayudan a que prosperen los bosques.
La idea surgió a fines de la década de los noventa a partir de estudios que mostraban que los azúcares y los nutrientes pueden fluir bajo tierra entre árboles. En algunos bosques, los investigadores han rastreado hongos desde las raíces de un árbol hasta las de otros, sugiriendo que los filamentos, o hifas, de micelio podrían estar proporcionando conductos entre árboles.
Estos hallazgos han desafiado la visión convencional de los bosques como una simple población de árboles: los árboles y los hongos son, de hecho, jugadores equiparables, dicen los científicos. Sin ambos, los bosques como los conocemos no existirían.
Científicos y no científicos por igual han sacado grandes y amplias conclusiones de esta investigación. Han postulado que las micorrizas arbusculares compartidas son omnipresentes en los bosques de todo el mundo, que ayudan a los árboles a comunicarse entre sí y que hacen de los bosques lugares fundamentalmente cooperativos, con árboles y hongos unidos en un propósito en común.
Y la teoría podría estar empezando a influir en lo que sucede en los bosques. Algunos científicos han sugerido administrar los bosques explícitamente para proteger las redes fúngicas.
Pero a medida que ha ganado fama la micorriza arbuscular, ha inspirado una reacción negativa entre los científicos.
En una revisión reciente de investigaciones publicadas, Karst; Jason Hoeksema, de la Universidad de Mississippi; y Melanie Jones,
bióloga de la Universidad de Columbia Británica, en Okanagan, encontraron poca evidencia de que las redes fúngicas compartidas ayuden a los árboles a comunicarse, intercambiar recursos o prosperar. De hecho, dijeron, los científicos aún tienen que demostrar que estas redes están muy extendidas o son ecológicamente significativas.
Colin Averill, micólogo en ETH Zurich, dijo que la evidencia recopilada por Karst es impresionante. Pero, agregó, “la forma en que yo interpreto la totalidad de esa evidencia es completamente diferente”.
En una presentación de agosto, Karst argumentó que gran parte de la evidencia utilizada para respaldar la hipótesis de la micorriza arbuscular podría tener otras explicaciones. Por ejemplo, en muchos artículos, los científicos asumieron que si encontraban un hongo en particular en múltiples raíces de árboles o que los recursos se movían entre árboles, los árboles debían estar directamente vinculados. Pero pocos estudios descartaron posibilidades alternativas, como que los recursos pudieran viajar parte del camino a través del suelo.
Los investigadores también encontraron un número creciente de afirmaciones sin respaldo en la literatura científica. Karst y sus colegas hallaron que con frecuencia, los artículos son citados por otros como prueba de las redes en los bosques, con los “peros” que aparecían en el trabajo original omitidas en los estudios más recientes. Varios estudios recientes, señala, han pedido cambios en la forma en que se manejan los bosques, con base en el concepto de la micorriza arbuscular.
Karst dijo que “es muy probable” que existan redes fúngicas compartidas en los bosques. Pero incluso si es así, ella y sus colegas dicen que las afirmaciones comunes sobre esas redes no se fundamentan. Por ejemplo, en muchos estudios, las presuntas redes parecían obstaculizar el crecimiento de los árboles o no tener ningún efecto.
Sin embargo, casi todas las discusiones científicas o populares sobre la red fúngica en los bosques la han descrito como beneficiosa para los árboles.
Sin embargo, otros siguen convencidos de que el tiempo reivindicará la micorriza arbuscular.
Averill, de ETH Zurich, dijo que espera que los científicos usen como base las tentadoras pistas reunidas hasta ahora y busquen redes en más bosques. De hecho, el equipo de Karst ha generado lo que Averill considera algunas de las pruebas más convincentes de la red fúngica.
“Está muy claro que en algunos bosques en algunos lugares, diferentes árboles están absolutamente conectados por hongos”, dijo.