Listin Diario

Éxito sorprenden­te, pero aún mucho por hacer

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del bajo río Dniéper; está empujando contra múltiples líneas de trincheras en llanuras nevadas en la región de Zaporiyia en el sur; y está participan­do en una sangrienta lucha de vaivén a lo largo de la llamada línea Svátove-Kreminná, en bosques de pinos en el noreste de Ucrania.

Después de la retirada rusa de Jersón el mes pasado, el presidente Volodimir Zelensky hizo una dramática visita a la ciudad, la única capital provincial capturada por las fuerzas rusas. Al izar la bandera ucraniana, hizo eco de un famoso discurso de Winston Churchill después de la victoria británica en la Segunda Batalla de El Alamein en 1942.

Churchill había declarado “el final del principio” del conflicto, que se prolongó durante tres años más. Zelensky trató de cambiar la narrativa. “Este es el principio del fin de la guerra”, dijo.

Aún así, alrededor de una quinta parte del territorio ucraniano sigue ocupado por Rusia. La guerra invernal está comenzando ahora con una línea de frente radicalmen­te alterada y un ejército ruso desmoraliz­ado y degradado.

“Las unidades terrestres rusas han sufrido baja moral, mala ejecución de armas combinadas, entrenamie­nto deficiente, logística deficiente, corrupción e incluso embriaguez”, escribió Seth G. Jones, director del Programa de Seguridad Internacio­nal del Centro de Estudios Estratégic­os e Internacio­nales, un grupo de expertos con sede en Washington.

Los avances de Ucrania significan que más líneas de suministro de Rusia en el sur de Ucrania ahora están dentro del alcance de las armas y cohetes ucranianos, y Kiev dice que seguirá disparando contra ellos.

Pero la nueva geometría también crea ventajas para los rusos, cuya retirada de Jersón fue su tercera retirada importante —pero una que movió sus fuerzas a posiciones más defendible­s en la margen oriental del río Dniéper.

Los analistas militares señalan con frecuencia que el clima invernal probableme­nte hará más lentas las ofensivas ucranianas, pero que también afectará a los soldados rusos mal equipados. Y, sin embargo, la guerra comenzó en invierno, el pasado mes de febrero, y ambos ejércitos tienen amplia experienci­a peleando en invierno.

Mientras los soldados rusos están a la defensiva en el sur y el este, Moscú ha abierto lo que equivale a una guerra separada: ataques con misiles y drones destinados a destruir la infraestru­ctura de Ucrania, degradando la calidad de vida de millones de civiles en un esfuerzo por desmoraliz­arlos. Rusia lanzó recienteme­nte su mayor bombardeo, dirigido a centrales eléctricas, subestacio­nes, instalacio­nes de gas natural e hidráulica­s.

El coronel Yuriy Ihnat, portavoz de la Fuerza Aérea de Ucrania, dijo el 21 de noviembre que el Ejército tiene “fuentes de energía autónomas” de manera que los problemas con la red nacional no afectan directamen­te a los soldados en el frente. Dijo que los ataques brindan motivación a los soldados que tienen familias que sufren las penurias, fortalecie­ndo su determinac­ión.

Pero los ataques drenan el sistema de defensa aérea de Ucrania. Ihnat dijo que Ucrania dispara, en promedio, dos misiles a cada cohete ruso, y ahora necesita más municiones y sistemas de defensa aérea para mantenerse a la par. Además, dijo, Rusia está utilizando drones relativame­nte baratos para agotar las defensas aéreas de Ucrania.

Ihnat dijo que los bombardeos están destinados a obligar a Kiev a sentarse a la mesa de negociacio­nes: “Está claro que quieren imponer ciertas condicione­s”.

El Kremlin lo reconoce. Dmitry Peskov, su portavoz, dijo a periodista­s que los ataques a la infraestru­ctura son “las consecuenc­ias” de la falta de voluntad de Ucrania para “entrar en negociacio­nes”.

Pero los funcionari­os en Kiev dicen que no están de humor para negociar. Ucrania dijo el mes pasado que los soldados rusos se estaban retirando de 16 a 24 kilómetros de la margen oriental del río Dniéper, cerca de Jersón, para quedar fuera del alcance de los obuses ucranianos. Los misiles de largo alcance de Ucrania ahora pueden llegar más profundame­nte al territorio controlado por Rusia, con casi todo el norte de Crimea dentro de su alcance.

Los rusos ahora están cavando trincheras en el norte de Crimea, la península que anexaron en el 2014. También están agregando nuevas capas de defensa afuera de la ciudad sureña de Melitópol, que fue ocupada por Rusia en los primeros días de la guerra. Se encuentra en el cruce de las principale­s carreteras del sur, por lo que es quizás la ciudad estratégic­amente más importante bajo control ruso. Los analistas dicen que Ucrania podría tratar de dividir las fuerzas rusas en el este y el sur atravesand­o Melitópol.

De acuerdo con el general Oleksiy Hromov, miembro del Estado Mayor ucraniano, el frente oriental sigue siendo el más desafiante del país. Del 12 al 17 de noviembre, dijo, el Ejército ucraniano reportó más de 500 enfrentami­entos en la región.

El Dombás se ha dividido en dos batallas. Una es una línea de trincheras por la línea Svátove-Kreminná, una ruta de suministro crucial. La otra es una batalla por Bajmut, una ciudad en un valle fluvial con forma de cuenco. Ésta y los pueblos cercanos se han convertido en una galería de tiro para la artillería.

Bajmut tiene un valor estratégic­o limitado, pero para Rusia capturarlo podría abrir un camino a otras ciudades más importante­s en el Dombás. Ucrania, por su parte, se ha mostrado reacia a ceder cualquier ciudad sin pelea.

“En toda la línea del frente los ucranianos han logrado éxito tras éxito tras éxito y los rusos han fracasado en cada ocasión”, dijo recienteme­nte el general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de EE. UU.

Milley también señaló que los rusos aún controlan una parte considerab­le de Ucrania, y sugirió que Kiev señalara una mayor apertura a la negociació­n. Pero la idea de intercambi­ar tierra por paz sigue siendo descartada en Kiev. Hablando vía video en el Foro de Seguridad Internacio­nal de Halifax el 19 de noviembre, Zelensky dijo que una tregua ahora no marcaría el final de la guerra. Simplement­e le daría tiempo a Moscú para recuperars­e antes de atacar de nuevo.

“La concertaci­ón inmoral solo conducirá a más sangre”, dijo Zelensky.

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FINBARR O’REILLY PARA THE NEW YORK TIMES

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