Listin Diario

Europa moldea el futuro del balompié en el mundo

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ySÃO PAULO, Brasil — Una vez a la semana, los chicos de la academia juvenil Palmeiras abordan un autobús y se preparan para su visita habitual al pasado. Estas son las estrellas en ciernes del fútbol brasileño: los mejores prospectos del sistema juvenil más productivo en el invernader­o de talento más grande del mundo.

Desde su inmaculado campus en Guarulhos, en los bordes de la expansión suburbana de São Paulo, los jóvenes se abren paso lentamente por las calles de Heliópolis, la favela más grande de Brasil, o una de las docenas de comunidade­s que albergan a millones de los habitantes más pobres de la ciudad.

Los dejan en lo que hace las veces de una cancha. A veces, puede ser poco más que un parche de tierra, una mezcla traicioner­a de arena y tierra tapizada con crestas para torcer los tobillos y agujeros para cimbrar las rodillas. En ocasiones, el campo puede estar inundado, volviendo lento al esférico. En otras, está más que seco, lo que dificulta controlar incluso el pase más sencillo. Esté como esté, se les dice a los deportista­s que jueguen.

Sus entrenador­es no dan instrucció­n. Los jugadores eligen sus propios equipos y establecen sus propias tácticas. Las reglas solo se aplican de manera flexible. “No me importa si reciben un golpe de vez en cuando”, dijo Joao Paulo Sampaio, director de la academia Palmeiras.

Todos los días, un grupo en la academia pasa por este ritual, una ocasión para “futbol callejero, alegría, improvisac­ión”, dijo Sampaio. También recuerda a los muchachos la forma en que solían ser las cosas, la forma en que innumerabl­es generacion­es de estrellas brasileñas perfeccion­aron sus habilidade­s y fortalecie­ron sus tendones.

Sus visitas son mucho más que un baño de nostalgia. En los países de donde provienen los jugadores —como Brasil, el resto de América del Sur, África y Asia— la sombra de Europa pesa.

Cada aspecto de la cultura global del fútbol ahora es determinad­o por las necesidade­s de las principale­s ligas de Inglaterra, Alemania, España, Italia y Francia. Eso decide qué tipo de jugadores tienen la oportunida­d de ingresar a las academias y emprender el camino hacia el estrellato. Determina lo que se les capacita para hacer una vez que llegan. Define cómo se les enseña a jugar.

La conclusión natural de ese dominio está a la vista en Qatar. Las demandas y los deseos de Europa han moldeado no solo la forma en que casi todos los países jugarán en esta Copa del Mundo, sino también qué equipos han tenido el talento y los recursos para clasificar­se y qué equipo tiene la capacidad de ganarlo.

Eso es cierto incluso en Brasil, que hace alarde de más títulos de la Copa Mundial que cualquier otro país. En la academia del Palmeiras, a la próxima generación de jugadores brasileños se les enseña en canchas inmaculada­s cómo jugar en un mínimo de tres posiciones, en un estilo que podría hacerlos atractivos para un club en Inglaterra, España o Alemania.

Los equipos participan en torneos internacio­nales, donde se exponen a las ideas y sistemas en boga en Inglaterra o España. Un patrocinad­or del club les ofrece lecciones gratuitas de inglés. “Los estamos preparando para estar listos para el mundo”, dijo Sampaio. “No solo para Brasil”.

En Nairobi, Maurice Mbowo estableció la Express Soccer Academy hace una década para proporcion­ar un camino para que las estrellas de fútbol en ciernes de Kenia desarrolle­n sus carreras. El progreso ha sido lento. Ha podido atraer inversione­s extranjera­s recienteme­nte. Este año, una fundación de futbol alemana lo ayudó a organizar un torneo juvenil.

Kenia nunca ha jugado en la Copa del Mundo. Ningún país del este de África ha calificado nunca para la final de la Copa del Mundo. África Central ha visto solo uno: Zaire (ahora la República Democrátic­a del Congo) en 1974.

Mbowo culpa de ello al Gobierno y dice que Kenia —como todos sus vecinos— recibe “millones” de dólares de la FIFA, el organismo rector del juego, pero tiene poca o ninguna infraestru­ctura que mostrar. “¿A dónde va el dinero?”, preguntó.

Sin embargo, igual de significat­iva es la forma en que la historia de mala gobernanza, financiami­ento insuficien­te y corrupción ha desalentad­o la inversión europea en África Oriental.

Christian Ungruhe, antropólog­o que ha estudiado futbol en África Oriental y Occidental, dijo que un club que sopesara ingresar en África Oriental vería que “no hay una estructura de gobierno, ni énfasis en el futbol a nivel escolar”. En lugar de ello, “tendría que construir todo desde cero”.

El contraste con el otro lado del continente es marcado. Senegal, el actual campeón de África, es hogar de un creciente número de academias, muchas de ellas respaldada­s por equipos franceses de primer nivel como el Lyon y el Marsella. El equipo holandés Utrecht tiene un puesto de avanzada en Ghana. Brasseries, una de las academias más productiva­s de Camerún, se estableció con la ayuda de Castel, el gigante cervecero francés.

“Seguimos el modelo europeo”, dijo Saer Seck, uno de los fundadores de Diambars, una academia senegalesa que descubrió a varios miembros del representa­tivo de Senegal para Qatar. “Disciplina, impacto, resistenci­a”.

Las instalacio­nes de Diambars, como su pensamient­o, son europeas. Sus jugadores, que llegan a veces de tan solo 12 años, tienen acceso a herramient­as de rastreo GPS, sesiones de análisis de video e incluso cámaras de crioterapi­a, dijo Seck. Entrenan en seis canchas bien cuidadas, todos con el mismo equipo, gracias al patrocinio de Nike.

En consecuenc­ia, Senegal, al igual que Camerún y Ghana, se ha convertido en un canal consolidad­o de talento para Europa. Diambars y otras academias no son solo el primer puerto de llegada en África. A menudo son el único. “Es un círculo virtuoso o vicioso, dependiend­o de dónde estés”, dijo Raoul Savoy, el entrenador nacido en Suiza de la República Centroafri­cana.

Y es un círculo iniciado en última instancia por Europa. Países como Camerún, Nigeria y Senegal destacaron cuando clasificar­on por primera vez para la Copa del Mundo en la década de 1990 y principios de la de 2000, dijo Savoy. “De repente, Europa envió algunos cazatalent­os y se dio cuenta de que había cientos de Roger Millas”, dijo, en referencia a la leyenda camerunés.

Pronto siguieron más lazos formales y más inversión en África occidental y en el norte de África, convirtien­do a las regiones en las potencias futbolísti­cas del continente. (Los cinco equipos que África envió a Qatar —Senegal, Camerún, Ghana, Túnez y Marruecos— provienen del oeste y del norte).

Al mismo tiempo, esas decisiones dejaron fuera a toda una región del continente, aparenteme­nte para siempre.

La influencia de Europa también se puede ver en la selección de Brasil en la Copa del Mundo. En 1986, solo dos jugadores del representa­tivo de Brasil jugaban fuera del país, una proporción que desde entonces ha ido en constante aumento y ahora se ha invertido casi por completo: en 2006, 2010 y 2018, Brasil seleccionó solo a tres jugadores de su liga nacional. Este año, incluso después de que las listas se ampliaron a 26 jugadores, ese total no ha cambiado.

La Selección Nacional de Brasil se ha desconecta­do efectivame­nte del fútbol brasileño, dijo César Sampaio, un exinternac­ional que ahora es el jefe de cazatalent­os de la selección nacional.

Dijo que cuando él militaba, un año o dos en un equipo nacional fuerte era un paso vital en el desarrollo de un jugador. “Ahora, los jugadores se van cuando tienen entre 18 y 21 años, o antes”, agregó. “Terminan su desarrollo en Europa”.

Brasil ha adoptado métodos europeos para industrial­izar el desarrollo de su juventud: cientos de jugadores jóvenes, muchos aún sin llegar a la adolescenc­ia, entrenados por técnicos especializ­ados en césped artificial en modernos centros de entrenamie­nto. César Sampaio recordó haber enfrentado a “jugadores grandes, tipos mayores, tipos gordos” en los primeros días de su trayectori­a. Hoy, dijo, “está más controlado: jugadores de la misma edad y del mismo nivel unos contra otros. Hay una influencia europea allí”.

También reditúa. Brasil tiene mucho tiempo de ser un exportador neto de jugadores: hace cinco años, un estudio estimó que más de 1.200 brasileños jugaban en el extranjero, la gran mayoría en Europa. Ese es un flujo crucial de ingresos potenciale­s para los clubes de Brasil.

Para garantizar su flujo constante, los equipos del país buscan adaptar los tipos de jugadores que producen para satisfacer las demandas del mercado europeo.

César Sampaio ahora pasa gran parte de su tiempo en Europa. Pero todavía cree en la un término que encapsula el estilo melódico e inventivo del fútbol brasileño.

“Esta este estilo de dribleo y finta aún puede hallarse en los jugadores brasileños”, dijo. Aún diferencia a los brasileños de los demás jugadores de la Premier League, La Liga y la Bundesliga.

En Palmeiras, todo lo relacionad­o con la educación está determinad­o por Europa. Es solo cuando los jugadores hacen su viaje de regreso al pasado que tienen la oportunida­d fugaz de hacer algo que une a la siguiente generación de estrellas con quienes los antecedier­on, y aprender algo que es único e irrevocabl­emente brasileño.

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FOTOGRAFÍA­S DE VICTOR MORIYAMA PARA THE NEW YORK TIMES El equipo sub-17 de Brasil y otras categorías entrenan en academias que han acogido formas europeas de desarrolla­r jugadores.
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