Escapan de Rusia en lancha de motor
Unos toques sacudieron la puerta de su apartamento un día el otoño pasado, y Maksim se asomó por la mirilla para ver a dos soldados. Sabía que eran oficiales de reclutamiento militar, expandiendo al remoto lejano oriente de Rusia el vasto esfuerzo de conscripción para la guerra en Ucrania.
El pescador de 44 años se mantuvo en silencio hasta que los oficiales se retiraron. Sabiendo que volverían, Maksim fue esa noche a casa de un amigo, Sergei, quien había recibido su propia visita indeseada. Estudiaron detenidamente mapas en la mesa de cocina de Sergei, tratando de encontrar una forma de huir del país y de una guerra en la que estaban muriendo miles de hombres rusos. Sergei ofreció un plan que, al principio, parecía insondable. “Propongo que viajemos por mar”, dijo Sergei.
La idea fue el comienzo de un audaz viaje en un pequeño bote pesquero con un motor de 60 caballos de fuerza para viajar cientos de kilómetros en el curso de varios días —eludiendo a los guardias fronterizos rusos y a través del traicionero Mar de Bering— para obtener asilo en las costas de Estados Unidos. Fue una búsqueda desesperada de libertad, y una que no salió según lo planeado.
Durante meses, miles de hombres rusos han estado huyendo del país. Algunos viajaron en avión a Latinoamérica y luego hacia el norte, con más de 35 mil rusos llegando el año pasado para buscar asilo en las fronteras de Estados Unidos. Maksim y Sergei, quienes pidieron que no se publicaran sus apellidos para proteger a sus familias, no tenían el dinero para un viaje así, ni tenían mucho apoyo. En el pueblo