Creó música moderna hace muchos años
Sigue vivo el “momento actual” de la artista.
En la década de los 60, cuando muchas mujeres músicas estaban confinadas a los roles de maestra, intérprete o musa, la compositora colombiana Jacqueline Nova trazaba nuevos caminos en Latinoamérica. Al usar herramientas como amplificadores, cables, poleas, transformadores y osciladores para crear sonidos novedosos, sus experimentos sónicos anticipaban los programas de software musical que son habituales hoy. También ayudó a sentar las bases para el desarrollo del arte sonoro y el arte feminista en todo el mundo.
No obstante, apenas ahora empieza a resurgir su obra y su influencia a ser tomada en cuenta, culminando a finales del año pasado con el lanzamiento de un álbum doble, Creación de la tierra: Ecos palpitantes de Jacqueline
Nova: Música electroacústica e instrumental (1964-1974), de Buh Records en Lima, Perú.
Nova —que murió de cáncer de huesos en 1975 a los 40 años— rompía reglas. Una mujer independiente autoidentificada como lesbiana en un ámbito dominado por hombres, creó música progresista y a menudo transgresora. Aunque con formación clásica, desdibujó los límites entre instrumentos acústicos, sonidos electrónicos y el habla humana. Mantuvo la estructura de sus partituras abiertas a interpretación, al invitar a artistas a colaborar en lugar de someterse a su autoridad.
“Hoy podemos decir que es una artista del sonido o una artista interdisciplinaria, pero era una persona autónoma impulsada por la curiosidad”, dijo Ana María
Romano G., profesora en la Universidad El Bosque, en Bogotá. “Tenía preguntas sobre el sonido, sobre el aquí y ahora. La suya no era el tipo de música que podríamos escuchar en las calles, pero estaba interesada en la libertad de participar en el mundo del sonido —acústica, física, timbre, orquestación”.
El trabajo a menudo era político. Nova llevó los cantos del pueblo indígena u’wa a su pieza Uerjayas. Invocación a los dioses, de 1967 y de nuevo en Creación de la Tierra, su obra maestra de 1972.
Nova desestimó a aquellos en la música que se aferraban a las convenciones clásicas. “El mundo del compositor, del artista”, escribió en 1966, “se sitúa concretamente en el momento actual”. Más allá de eso están “los pusilánimes”, continuó, “los que no se deciden a participar en nuestra lucha”.
Sin embargo, no alcanzó gran renombre en vida pese a la intensidad y la amplitud de su obra.
Recuperar su música y establecer su legado ha sido una obsesión desde que Romano G. se topó con ello cuando era estudiante de licenciatura a principios de los 90.
Mientras trabajaba en el Ministerio de Cultura de Colombia, descubrió un acervo de material, que incluía partituras y recortes de prensa, en su Centro de Documentación Musical. Eso la condujo al hermano de Nova, quien le brindó acceso a los archivos personales de la artista.
En 2017, Romano G. organizó una instalación sonora basada en Creación de la Tierra para el Museo de Arte Moderno en Medellín, y otra en 2019 en el Museo de Arte Blaffer en Houston. Recientemente, armó el álbum doble para Buh Records.
El legado de Nova puede ahora ser escuchado en la obra de artistas colombianos como Lucrecia Dalt.
Romano G. dijo que no le sorprendía que los experimentos de Nova sigan despertando la imaginación. “Era más contemporánea que muchos hoy”.