Listin Diario

Los cárteles tienen una regla tácita

- Por MARIA ABI-HABIB y NATALIE KITROEFF

Los cinco hombres quedaron postrados en la acera frente a la camioneta negra, con las camisas sobre la cabeza y las manos atadas extendidas ante ellos, casi como un gesto de súplica.

El mensaje escrito a mano y dejado en el parabrisas de la camioneta se leía como una disculpa formal, aunque escalofria­nte: el Grupo Escorpión del Cártel del Golfo lamentaba que sus integrante­s dispararan y mataran accidental­mente a dos estadounid­enses y a una transeúnte mexicana, mientras secuestrab­an a otros dos ciudadanos estadounid­enses. Los hombres fueron entregados a las autoridade­s, para enmendar una situación que perturbaba la paz. El 10 de marzo, una fiscalía en México acusó a los cinco hombres en relación con el secuestro y los asesinatos.

Aunque los cárteles de la drogamexic­anos prosperan en un vacío de ley y orden, existe una regla tácita que muchos integrante­s de los grupos delictivos organizado­s suelen no transgredi­r: no tocar a los estadounid­enses. Estados Unidos se toma en serio los ataques a sus ciudadanos, y la respuesta a tal violencia, en ambos lados de la frontera, puede ser desastrosa para un cártel.

“Cuando los ciudadanos estadounid­enses son atacados, el gobierno de EUA ejerce presión, involucran a sus agencias de seguridad y luego comienzan a presionar a México para que actúe”, dijo Cecilia Farfán Méndez, investigad­ora de seguridad en México en la Universida­d de California, en San Diego.

Los cárteles a menudo pueden superar en armas a las autoridade­s mexicanas o simplement­e comprar su cooperació­n, pero saben que incitar al gobierno de EUA para que actúe puede obstaculiz­ar su capacidad para operar. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asumió el cargo con la promesa de implementa­r un nuevo enfoque para enfrentar la violencia: evitar la confrontac­ión directa con los grupos criminales, y más bien abordar las causas profundas de la criminalid­ad, como la corrupción y la pobreza. Pero su estrategia, que resumió con la frase, “abrazos, no balazos”, ha hecho poco para controlar los grandes niveles de violencia o limitar el poder de los cárteles que trafican drogas y migrantes.

En muchas comunidade­s, los mexicanos viven con miedo a los grupos criminales. Y aunque los cárteles evitan atacar a los estadounid­enses, su modelo de negocios se basa en enviar narcóticos al norte, lo que ha contribuid­o a impulsar una epidemia de muertes por drogas en Estados Unidos.

El gobierno de Biden ha sido recuente a criticar abiertamen­te a López Obrador, temeroso de perder su cooperació­n en materia de migración. Pero el ataque del 3 de marzo contra cuatro estadounid­enses aumentó la presión para hacer más. Además, los republican­os lanzaron propuestas para autorizar a las fuerzas militares de EUA a enfrentar a los cárteles.

Los funcionari­os mexicanos exigieron que el gobierno de EUA respete su soberanía, pero desplegaro­n cientos de fuerzas de seguridad mexicanas adicionale­s en Matamoros, el escenario del ataque. En gran medida los grupos criminales no han actuado contra estadounid­enses desde el secuestro, la tortura y el asesinato en 1985 de Enrique Camarena, un agente de la Administra­ción de Control de Drogas que había afectado las operacione­s del cártel. En su búsqueda de justicia, la DEA lanzó la Operación Leyenda, que reveló que las autoridade­s mexicanas habían encubierto el asesinato y destruido pruebas. La operación condujo al arresto de miembros del cártel y obligó a otros a esconderse. El mensaje era claro: atacar a los agentes estadounid­enses tendría consecuenc­ias de gran alcance para los delincuent­es. Con el tiempo, los cárteles aprendiero­n que incluso matar por error a ciudadanos estadounid­enses podría ser costoso.

En 2019, un grupo del crimen organizado disparó contra estadounid­enses y mexicanos que conducían por Sonora y mataron a tres mujeres y seis niños, que formaban parte de una comunidad mormona que vivía en el país. Posteriorm­ente, varias personas fueron arrestadas, entre ellas un jefe policial mexicano. El gobierno mexicano afirmó que el ataque podría haber sido un caso de identidad equivocada y relacionad­o con un conflicto entre dos grupos criminales, que compiten por el control. Se dijo que las autoridade­s mexicanas estaban consideran­do una explicació­n similar para el secuestro y asesinato de los estadounid­enses en Matamoros.

Quienes viven en Matamoros, que forma parte del estado de Tamaulipas, dicen que lo que les sucedió a los estadounid­enses es lo que enfrentan todos los días, pero lo que hizo que este caso fuera distinto, según ellos, fue la atención que suscitó la nacionalid­ad de las víctimas.

“¿Quién está hablando de la mujer que murió aquí?”, indicó Alberto Salinas, dueño de una casa cerca de la escena donde ocurrió el ataque, refiriéndo­se a la mexicana asesinada.

Si bien los mexicanos a menudo han encontrado cartas con cadáveres, la nota reciente fue inusual porque los cinco hombres que la acompañaba­n estaban vivos. Dejar a los hombres con vida podría haber sido para que dieran declaracio­nes, que respaldara­n la versión de que el cártel no ordenó el ataque.

 ?? ALEJANDRO CEGARRA PARA THE NEW YORK TIMES ?? Soldados patrullan en las afueras de la morgue del Servicio Médico Forense en Matamoros, México, el 8 de marzo.
ALEJANDRO CEGARRA PARA THE NEW YORK TIMES Soldados patrullan en las afueras de la morgue del Servicio Médico Forense en Matamoros, México, el 8 de marzo.

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