Por qué tiene tanto eco la historia de libertad de ‘Flaco’, el búho
Érase una vez un búho llamado Flaco que vivía en un zoológico en medio de un gran parque en la ciudad de Nueva York. Su historia era un relato lleno de suspenso sobre escape, libertad y resiliencia.
Mientras los medios de comunicación de todo el mundo relataban las aventuras de Flaco, la preocupación por la lechuza que escapó del zoológico de Central Park se extendió más allá de su ciudad natal. Mucha gente siguió su historia con ansiedad y esperanza —preocupados de que después de toda una vida en cautiverio, el búho no supiera cómo valerse por sí solo.
Flaco hizo “su debut público” en el zoológico en 2010. Cuando un vándalo cortó la malla de alambre de su recinto el mes pasado, el único mundo que conocía Flaco se trastocó a la fuerza —un trauma que podría haber resultado fatal. De su microdepartamento (amueblado solo con ramas de árbol, rocas falsas y un mural pintado de un paisaje montañoso), Flaco, el búho real euroasiático, de repente se vio libre en Central Park y expuesto a todos los peligros y emociones de la ciudad.
A lo largo de la historia, los búhos han tenido una presencia magnética en nuestra imaginación. Quizás a ninguna otra criatura se le haya conferido significados tan contradictorios en tantas culturas diferentes —como espíritu protector, tótem de erudición y presagio de muerte.
Siglos antes de que Hedwig se convirtiera en la leal compañera de Harry Potter, la lechuza era conocida como compañera de Atenea, la diosa de la sabiduría y la guerra —posiblemente debido a la fenomenal visión y habilidad del ave como cazadora. En su adaptación del siglo XX de la leyenda del Rey Arturo, T.H. White le dio al tutor del futuro rey, el mago Merlín,
un compañero llamado Arquímedes —un búho parlante que le enseña a volar al joven Arturo.
En parte, es el sentido de misterio de los búhos, su naturaleza nocturna y su carácter esquivo lo que explica su poder de cautivar. Otro factor son sus ojos expresivos y su semblante casi humano.
Muchos neoyorquinos, especialmente los confinados a pequeños departamentos durante el covid-19, se identificaron con Flaco. David Barrett, que administra Manhattan Bird Alert, una cuenta en Twitter que muchos han usado para rastrear el viaje del ave, señaló que las personas que llegan a Nueva York “necesitan aprender nuevas habilidades rápidamente si quieren sobrevivir, y deben adaptarse a un entorno diferente de aquel de donde procedían. En el éxito de Flaco ven el suyo propio, o inspiración para seguir trabajando por el suyo propio”.
Todas estas eran razones por las que la gente se sentía tan protectora respecto a Flaco. La
mayor preocupación durante sus primeros días de libertad fue que no sabría cazar y podría morir de hambre.
Pero el búho desafió las expectativas de todos. Como señaló Stella Hamilton, una observadora de aves, a pesar de toda una vida en cautiverio, el animal de alguna manera “permaneció salvaje por dentro”.
Dominó el arte del vuelo y se convirtió en un cazador cada vez más confiado. En una semana, estaba mostrando con orgullo las ratas que había matado con sus garras.
Cuando Flaco vivía en el zoológico, un visitante de mucho tiempo lo describió como gruñón y un poco regordete —muy parecido a las personas atrapadas en casa durante la pandemia. Pero después de solo dos semanas en Central Park, se había convertido en un príncipe atlético y apuesto, haciendo alarde de su presencia para reclamar su lugar en la ciudad —o hallar una posible pareja.