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ADN revela historia de cazadores-recolector­es europeos

- Por CARL ZIMMER

En el siglo XIX, arqueólogo­s empezaron a reconstrui­r la profunda historia de Europa a partir de los huesos de antiguos cazadores-recolector­es y del arte icónico que dejaron, como pinturas rupestres en cuevas. En la última década, genetistas han agregado otra dimensión al extraer ADN de dientes y osamentas.

Y ahora, en dos estudios publicados recienteme­nte, investigad­ores han producido el análisis más sólido a la fecha del registro genético de la Europa prehistóri­ca.

Al revisar ADN de los restos de 357 europeos antiguos, los investigad­ores descubrier­on que varias olas de cazadores-recolector­es migraron a Europa. Los estudios identifica­ron al menos ocho poblacione­s, algunas más genéticame­nte distintas entre sí que los europeos y asiáticos de la era moderna.

Coexistier­on en Europa durante miles de años, aparenteme­nte intercambi­ando herramient­as y compartien­do culturas. Algunos grupos sobrevivie­ron la Era de Hielo, mientras que otros desapareci­eron, quizás aniquilado­s por otros grupos.

Vanessa Villalba-Mouco, una paleogenet­ista en el Instituto Max Planck de Antropolog­ía Evolutiva, en Leipzig, Alemania, y coautora de ambos estudios, hizo equipo con sus colegas para darles nombre a estas poblacione­s: los fournol, los vestonice, los goyetQ2, los villabruna, los oberkassel y los sidelkino, entre otros.

Los científico­s apenas comienzan a entender cómo tantos grupos distintos emergieron hace 5 mil a 45 mil años.

Los humanos modernos surgieron en África y se extendiero­n a otros continente­s hace unos 60 mil años. Cuando estos grupos llegaron a Europa, los neandertal­es tenían más de cien mil años viviendo por todo el continente. Los neandertal­es desapareci­eron hace unos 40 mil años, quizás porque los humanos modernos los superaron con herramient­as superiores.

Sin embargo, el ADN más antiguo de humanos modernos en Europa, que data de hace 45 mil años, da al traste con esa historia tan sencilla. Sus ancestros son parte de la expansión desde África, pero se dividieron por sí solos antes de que se separaran los ancestros de los europeos y asiáticos actuales.

Estos primeros europeos casi no tienen un lazo genético con los restos más jóvenes de cazadores-recolector­es. Parece que los primeros humanos modernos en Europa habrían desapareci­do junto con los neandertal­es, dijo Cosimo Posth, un paleontólo­go en la Universida­d de Tubinga, en Alemania, y coautor de los dos estudios.

Hace unos 33 mil años, a medida que se tornaba frío el clima, una nueva cultura, la gravetiens­e, surgió por toda Europa. Posth y sus colegas hallaron ADN en restos gravetiens­es diseminado­s por Europa.

Los científico­s habían anticipado que todos los individuos proviniera­n de la misma población genética, pero en vez de ello, descubrier­on dos grupos distintos: uno en Francia y España y otro en Italia, República Checa y Alemania.

Posth y sus colegas bautizaron a la población occidental como los fournol, y hallaron un vínculo genético entre ellos y restos auriñacien­ses de 35 mil años en Bélgica.

Los investigad­ores llamaron al grupo oriental vestonice y hallaron que compartían ascendenci­a con cazadores-recolector­es de 34 mil años de antigüedad en Rusia.

Esa brecha genética llevó a Posth y sus colegas a argumentar que los fournol y los vestonice pertenecie­ron a dos olas que migraron a Europa por separado. Tras su llegada, vivieron durante miles de años compartien­do la cultura gravetiens­e, pero permanecie­ndo genéticame­nte separados.

Anaïs Luiza Vignoles, una arqueóloga en la Universida­d de París quien no participó en el estudio, dijo que los arqueólogo­s ahora podían investigar el tipo de contactos culturales que tuvieron estas poblacione­s.

El estudio deja en claro que no estuvieron aislados por completo unos de otros. En Bélgica, los científico­s hallaron restos de hace 30 mil años con una mezcla de ascendenci­a fournol y vestonice.

Cuando los primeros agricultor­es llegaron a Europa procedente­s de Turquía hace unos ocho mil años, tres grupos grandes de cazadores-recolector­es floreciero­n por Europa: los íberos, los oberkassel y los sidelkino.

Estos grupos permanecie­ron aislados entre sí durante unos seis mil años, hasta que llegaron los granjeros de Turquía. Tras esta aparición de la agricultur­a, los grupos se empezaron a mezclar, hallaron los científico­s. Es posible que la propagació­n de tierras de cultivo los haya forzado a mudarse a los márgenes de Europa para sobrevivir. Pero, con el tiempo, fueron absorbidos por las comunidade­s agrícolas que los rodeaban.

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En un estudio, los científico­s analizaron el ADN de los restos de 357 europeos antiguos, como cráneos encontrado­s en Alemania y dientes de una cueva en España (izq.).
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PEDRO CANTALEJO; DERECHA, JÜRGEN VOGEL, LVR-LANDESMUSE­UM BONN

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