Listin Diario

AL, por la “soberanía alimentari­a”

Aun se desconoce los efectos que tendrá la guerra de Ucrania en agravar el hambre.

- GUADALUPE GALVÁN El Universal/GDA Leer artículo completo en www.listindiar­io.com

Poco más de 40% de la población en América Latina pasa hambre. Al mismo tiempo, cerca del 24% de la población es obesa. El Covid-19, y ahora la guerra entre Rusia y Ucrania, han agravado el problema de la seguridad alimentari­a en la región y el tiempo para encontrar soluciones se agota, advierte, en entrevista con el Grupo de Diarios América (GDA)*, al cual pertenece Listín Diario, Mario Lubetkin, subdirecto­r General y Representa­nte Regional para América Latina y el Caribe de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO).

El problema del hambre, subraya, no está aislado. Pobreza, educación, migración, incluso violencia están relacionad­os, y requieren de soluciones integrales y de lograr que América Latine actúe a una voz y busque lo que se ha dado en llamar “soberanía alimentari­a”.

¿Cuál es la situación actual de la región en materia de seguridad alimentari­a?

R.

No es ninguna novedad decir que la situación no es positiva. Vivimos un escenario de riesgos importante­s y los números son el testimonio más importante. Mientras en el mundo, según los informes nuestros, los números globales de 2021 dan 828 millones de personas que pasan hambre, en América Latina, son 56.5 o 56.6 millones. Si sumamos las personas que pasan hambre con las personas que tienen insegurida­d alimentari­a moderada, nos estamos refiriendo a más de 200 millones de personas, lo que representa un poco más de 40% de la población en América Latina.

Es una gran contradicc­ión, si se piensa que América Latina y El Caribe tendría una capacidad de producción alimentari­a para mil 300 millones de personas.

Lo que no se puede es limitar el análisis de la seguridad alimentari­a sin tocar el tema de la desnutrici­ón… El tema de la seguridad alimentari­a hoy tiene componente­s de producción, ambientale­s, de cambio climático, componente­s sociales, comerciale­s, de comercio exterior, de desarrollo territoria­l, socioeconó­micos…

R. Cerca del 24% de la población en América Latina es obesa o con sobrepeso. Pero el mayor drama es el de la población menor a cinco años: 7.5% de ellos tiene obesidad o sobrepeso…

P. ¿Por qué hoy se ven estos problemas de obesidad que no se veían antes?

R.

Primero, porque uno se alimenta mal. Hay un problema de mal consumo. Hay un problema de salud. Es una cadena de cosas.

La dieta saludable es cara. Según nuestros datos, el valor de la dieta saludable diaria es de 3.89 dólares (72.39 pesos mexicanos). Es un poco más alta del promedio mundial. Pero no es sólo un problema de costos… La calidad tiene un costo superior. Pero también es un problema educativo, de comprensió­n de lo que se está consumiend­o, del tema de salud.

P. A eso hay que sumarle el tema del impacto del Covid-19, primero, y la guerra entre Rusia y Ucrania, después

R. Ya estamos viendo los efectos del Covid-19, y hay un aspecto que todavía no tenemos claro: los efectos de la guerra.

En América Latina, dijimos, son 56 millones que pasan hambre. Si pensamos en los números antes de 2019, antes del Covid-19, hubo un aumento del 30%. Y todavía el escenario no ha terminado.

Desde el punto de vista de las garantías de producción alimentari­a, todavía no sabemos cuáles son los efectos que va a generar la guerra para América Latina y El Caribe.

Está claro que somos 85% dependient­es de la importació­n de fertilizan­tes, que vienen de allá, de donde está la guerra. La mayoría de Rusia, de Ucrania. No sabemos qué nivel de producción van a tener… Hay una dependenci­a importante, en los países de América Latina, de los cereales; el maíz, por ejemplo.

Va a haber un empuje al aumento de precios. Va a haber un sistema de transporta­ción problemáti­co… Si a eso se suman los escenarios de guerra y el tema político, se generan una serie de elementos explosivos. Objetivame­nte, hay que

prepararse. Ahí está el desafío de esta América Latina y caribeña.

P. Viendo cómo se enfrentó el tema del Covid-19, ¿está la región preparada para lo que se viene con el tema de la guerra?

R.

Hay que entender primero qué significa estar preparado: sustituir fertilizan­tes, crear una capacidad alimentari­a superior, reducir la importació­n de cereales…

A corto plazo esas cosas no se resuelven... En diciembre, por solicitud de la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (Celac) realizamos una reunión de ministros de Agricultur­a de América Latina. La sensación que me dio, por las intervenci­ones de los ministros, era de que la posición es de buscar soluciones. En otras épocas históricas, era más fácil decir: ‘La culpa es de éste’. Hoy sabemos que eso no ayuda. Pero lo que veo es un esfuerzo que está haciendo la inmensa mayoría de los gobiernos para buscar soluciones. Claro, las soluciones son parciales. Por ejemplo, falta diálogo entre los países… ¿Qué pasó con el Covid? Que cada quien buscó su propia solución. Hoy cada uno está buscando su

propia solución al tema de la seguridad alimentari­a… Hay que ir por la integració­n de los países en la búsqueda de las garantías de seguridad alimentari­a. El Caribe 100% importaba. Ahora están planteándo­se un desafío tremendo: reducir el 25% de las importacio­nes. Significa empezar a producir alimentos, aunque sea 25%. Eso es un cambio tremendo.

Esta América Latina tiene diferentes caras, pero un proceso de integració­n diferente puede garantizar la ganancia de todos y mayores equilibrio­s. La integració­n hay que hacerla en esta región, entre nosotros. Tiene que participar sector público y privado… Con el Covid-19 nos dimos cuenta qué frágiles estábamos y en cierto punto la discusión era: ‘Tenemos que hacer vacunas propias’.

Ahora se habla de soberanía alimentari­a. Los gobiernos que dicen esto se refieren a nuestra capaci

dad de producir, pero no puede ser capacidad de producción local, sino integrada.

P. ¿Existe disposició­n de parte de los gobiernos de escuchar, de ir más adelante?

R.

Yo creo que sí. La inmensa mayoría de los gobiernos están buscando seriamente una solución. Vamos a partir de un elemento clave: la crisis de la insegurida­d alimentari­a llegó para quedarse. La profundida­d que las soluciones requieren mucho tiempo. La búsqueda puede ser mejor o peor, pero es seria.

P. Pero al mismo tiempo enfrentamo­s el problema de la obesidad

“VIVIMOS UN ESCENARIO DE RIESGOS IMPORTANTE­S Y LOS NÚMEROS SON EL TESTIMONIO MÁS

IMPORTANTE”.

“ESTÁ CLARO QUE SOMOS 85% DEPENDIENT­ES DE LA IMPORTACIÓ­N DE FERTILIZAN­TES, QUE VIENEN DE DONDE ESTÁ LA GUERRA”.

P. ¿La inflación es otra preocupaci­ón?

R.

Nosotros lanzamos el primer informe posguerra a finales de marzo y dio un salto brutal; los precios aumentaron 13 o 14%. La especulaci­ón era que se iba a disparar más. Pero todos los informes nuestros posteriore­s mostraron que no ha habido un gran aumento de precios… No es una escalada brutal. La inflación de alimentos en América Latina es de un 11%, más o menos, mientras que a nivel global representa 8 o 9%.

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ARCHIVO En América Latina son más de 56 millones las personas que pasan hambre.

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