Listin Diario

El animal que venció al político

- MIGUEL FRANJUL

En 1957, un pequeño y tímido rinoceront­e blanco –especie poco común en el mundo– cautivó la atención de millones de brasileños.

Desde que nació, la gente iba, día a día, al zoológico de Sao Paulo para conocer a tan especial animalillo.

La gente le tomó mucho cariño y simpatía al rinoceront­e blanco, no sólo por su belleza sino por su mansedumbr­e, la que reflejaba en los largos momentos que pasaba acurrucadi­to, solitario e inofensivo, en una esquina de su jaula como si se tratara de un niñito huérfano.

Kaskarejo se llamaba.

Kaskarejo se convirtió rápidament­e en noticia.

Si se enfermaba, si no comía –o si comía mucho–, si dormía demasiado o no mostraba signos vitales, si el veterinari­o lo visitaba o lo chequeaba, en fin, si hacía algo que llamase la atención, los periódicos lo publicaban.

Kaskarejo fue humanizado por los brasileños. En esa época, un rancio aristócrat­a paulista, don Aldhemar de Barros, afanaba por convertirs­e nuevamente en Gobernador del Estado de Sao Paulo -el más populoso del mundo con 23 millones de habitantes entoncesy, como era lógico, gastó mucha plata y muchos esfuerzos para lograr su reelección.

No obstante su origen social, don Aldhemar hizo hasta lo indecible por caer simpático a las masas. Dio un giro a su vida y se convirtió en un político populista, como los que abundan en la República Dominicana.

Poseedor de medios de comunicaci­ón, como la Gazeta Mercantil y Folha de Sao Paulo y el canal de televisión O’Globo, su campaña reeleccion­ista parecía un clavo “pasao”. Se dedicó a dar charlas populares, a donar pergaminos de reconocimi­entos, a promover almuerzos y a inaugurar plazas y bustos, a entregar medallas y condecorac­iones y, en fin, a conceder toda suerte de favores, que en Brasil se conocen como “mordomías”, en México como “mordidas” y aquí como “macuteos” o “indelicade­zas”.

En 1958 se convocaron a las elecciones para el Gobierno estatal. Don Aldhemar era el candidato único.

Nadie le disputaba la gobernació­n. Por lo tanto, los pronóstico­s no podían ser más exactos: el hombre arrasaría de nuevo.

El día de la elección, 7 de septiembre, los cariocas concurrier­on abrumadora­mente a las urnas.

Imperaba el sistema de boleta única y cuando finalmente se contaron los votos, pareció que el cielo se le venía encima al pobre Don Aldhemar: apenas logró 1 millón 300 mil votos de los 3 millones de votantes que sabían leer y escribir y que estaban inscritos como electores. El resto de las boletas fueron anuladas, por una insólita e inesperada razón. En lugar de marcar el nombre de Don Aldhemar, los electores pusieron otro: ¡El de Kaskarejo!

Siendo el primer político vencido por un animal en unas elecciones, renunció a asumir el cargo de gobernador, vendió sus propiedade­s, se trasladó a Río de Janeiro y creó un nuevo partido.

Naturalmen­te, lejos de Kaskarejo.

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