Salvan árboles, quitan empleos
KUALA LUMPUR, Malasia — El inminente veto de la Unión Europea (UE)a las importaciones vinculadas con la deforestación ha sido aclamado como un “estándar de oro” en la política climática. La ley exige que los comerciantes rastreen los orígenes de una amplia variedad de productos —carne de res y libros, chocolate y carbón, lápiz labial y cuero. Para la UE, el mandato, que entrará en vigor el próximo año, es un testimonio al papel del bloque como líder mundial en materia de cambio climático.
Pero los países en desarrollo han expresado su indignación —con Malasia e Indonesia figurando entre los más ruidosos. Juntas, las dos naciones suministran el 85 por ciento del aceite de palma del mundo, una de siete materias básicas cubiertas por la prohibición de la UE. Y sostienen que la ley pone en riesgo sus economías.
A sus ojos, los países ricos y tecnológicamente avanzados —y antiguas potencias coloniales— están nuevamente dictando condiciones y cambiando las reglas del comercio. “Imperialismo regulatorio”, declaró el Ministro de Economía de Indonesia.
La disputa encapsula una tensión central en la economía del cambio climático: el argumento de que las naciones de ingresos bajos y medios están siendo obligadas a cargar con el costo de cambios ambientales ruinosos causados principalmente por las naciones más ricas del mundo.
“No cuestionamos la necesidad de luchar contra la deforestación”, dijo Nik Nazmi Nik Ahmad, ministro de Medio Ambiente de Malasia. “Pero no es justo que países que han deforestado sus propias tierras durante siglos, o que son responsables de gran parte de nuestra deforestación, puedan imponernos condiciones unilateralmente”. Además, muchos funcionarios gubernamentales, representantes de la industria y agricultores sostienen que las normas de la UE en realidad son una forma de proteger a los agricultores europeos