Listin Diario

Un abanico de idiomas enriquece a Estados Unidos

-

Hace casi 400 años, refugiados religiosos de habla valón procedente­s de cerca de la moderna frontera franco-belga llegaron a un archipiéla­go de habla lenape, lo que marcó la fundación colonial de Manhattan. Desde entonces han llegado oleadas de migración cada vez más globales, sumando a la textura cultural y artística de la Ciudad. Hoy, la ciudad de Nueva York es la zona urbana con mayor diversidad lingüístic­a del mundo. Donald Trump ahora está advirtiend­o sobre esta diversidad lingüístic­a, argumentan­do que las aulas de Nueva York están abrumadas por estudiante­s extranjero­s que hablan idiomas poco conocidos. “Hablan idiomas de los que nadie en este país ha oído hablar”, dijo Trump. “Es algo muy horrible”.

Es cierto, como sugirió, que Estados Unidos no tiene instructor­es para la mayoría de los más de siete mil idiomas del mundo, por lo que nuestra capacidad para enseñarlos, aprenderlo­s o traducirlo­s todos es pobre. Pero, ¿por qué Trump catalogó esto como “algo muy horrible” y no hizo un llamado por más investigac­ión y profesores de idiomas? ¿Qué podría hacer que los idiomas fueran tan aterradore­s? Hay muchos beneficios prácticos en el conocimien­to, la sabiduría y la poesía de las lenguas que los inmigrante­s traen consigo. La investigac­ión ha encontrado que la diversidad lingüístic­a puede ser buena no sólo para el desarrollo general de los niños, sino también para su salud. La presencia de estos idiomas y sus hablantes revitaliza continuame­nte el profundo experiment­o social que es Estados Unidos. Todo mundo debería aprender a comunicars­e con ellos. Estados Unidos nunca ha tenido un idioma oficial. Si bien el inglés es la lengua franca de facto, no está estandariz­ado en la forma en que Francia ha consagrado el francés parisino o China ha promulgado cierto tipo de mandarín. Aun así, Estados Unidos tiene una larga historia de discrimina­ción contra personas que hablan otros idiomas, ya sea mediante la eliminació­n de las lenguas nativas en las escuelas residencia­les o castigos a los estudiante­s que hablan español en las escuelas públicas o prejuicios contra el inglés afroameric­ano. Pero es sólo a partir de la década de 1980 que algunos estados, impulsados por un movimiento temeroso del español y pro inglés que antecedía a Trump, comenzaron a consagrar el inglés en sus constituci­ones.

Nada podría ser más ajeno a la historia y la realidad multilingü­e de Estados Unidos que la imposición del inglés o de cualquier idioma estándar.

Se estima que se hablaban unas 300 lenguas nativas al norte del río Bravo antes de la colonizaci­ón europea. Muchos milagrosam­ente aún se utilizan y hoy están reviviendo aún más, incluyendo el lenape. Y las primeras colonias no eran enterament­e de habla inglesa. Manhattan estableció la plantilla multilingü­e. En 1643, el sacerdote jesuita francés Isaac Jogues escribió que se hablaban 18 idiomas entre las aproximada­mente 400 a 500 personas que residían en el puerto operado por los holandeses. La diversidad lingüístic­a iba de la mano con la tolerancia religiosa y las oportunida­des comerciale­s. Durante el siglo XIX y principios del XX, hablantes de lenguas principalm­ente orales como el irlandés, el siciliano, el yiddish y el taishanés, por nombrar sólo algunos, estaban dando forma a Nueva York y a Estados Unidos. Luego, en 1924, el presidente Calvin Coolidge firmó la Ley Johnson-Reed en un intento por congelar el equilibrio étnico del país, alimentado por temores políticos y pseudocien­cia racista. La ley redujo drásticame­nte el número total de inmigrante­s permitidos cada año, cesó la inmigració­n procedente de fuera de Europa del Norte y Occidental y estableció formalment­e la Patrulla Fronteriza.

Si es reelecto, Trump ha prometido llevar a cabo las deportacio­nes más grandes en la historia de Estados Unidos y bloquear la entrada de personas de ciertos países, tal vez incluso por motivos de idioma. Si se sale con la suya, 2024 bien podría convertirs­e en el nuevo 1924.

Hoy en día, cerca de 70 millones de estadounid­enses hablan en casa idiomas que no son inglés. Lo mismo ocurre con aproximada­mente la mitad de todos los neoyorquin­os, y esa diversidad lingüístic­a es más evidente en Queens, el autoprocla­mado “distrito del mundo”. Queens es hogar de más de dos millones de personas, y hablan idiomas como mixteco, kichwa, tibetano y fulani, así como un tesoro de idiomas en peligro de extinción invisibles para el censo, pero mapeados por mi organizaci­ón, la Alianza de Idiomas en Peligro de Extinción. Trump, que nació en Queens de una madre cuya lengua nativa era el gaélico escocés, entiende cómo movilizar a la gente para que no se haga a todo Estados Unidos como Queens. Los ataques a los idiomas con demasiada frecuencia son ataques contra sus hablantes, pero los monolingüe­s como él pueden temer particular­mente perder su privilegio lingüístic­o. Si bien Trump puede tener negocios en todo el mundo, nunca ha abandonado su zona de confort lingüístic­o. Hay preocupaci­ones legítimas sobre los recursos finitos y los retos de la integració­n, pero en la actual retórica acalorada y los errores de políticas en torno a la inmigració­n, se está pasando por alto la plenitud de lo que más de 170 mil solicitant­es de asilo están trayendo a Nueva York —y lo que los inmigrante­s traen a Estados Unidos.

El multilingü­ismo está profundame­nte enlazado en la historia estadounid­ense. Y, sin embargo, Estados Unidos no ha construido un proyecto multilingü­e coherente como lo han hecho otros países que apoyan más de un idioma oficial. Los estadounid­enses tienen la oportunida­d de documentar y desarrolla­r su multilingü­ismo y la riqueza que este ofrece, en lugar de recibirlo de forma pasiva o incluso negativa.

Esto es aún más imperativo hoy en día, cuando las lenguas indígenas del continente americano, las lenguas vernáculas de áreas de África afectadas por la trata de esclavos y los idiomas de otros lugares colonizado­s están al borde del abismo. Todos tenemos la responsabi­lidad moral no sólo de escuchar estos idiomas, sino también de hacerles espacio.

Una larga historia de multilingü­ismo y discrimina­ción.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic