El costo del éxito en el fútbol británico sigue subiendo
SOUTH SHIELDS, Inglaterra — Geoff Thompson sabe que hay mucha gente que quiere comprar lo que él tiene para vender. Pocas industrias son tan atractivas o prestigiosas como el fútbol inglés, y él posee una parte.
Es, sin duda, una parte comparativamente pequeña: el South Shields F.C., el equipo que ha sido de su propiedad durante casi una década, opera en la sexta división del futbol inglés, varios niveles por debajo del atractivo internacional de la Liga Premier. Pero Thompson cree que su equipo está tan perfectamente posicionado para ser rentable como podría aspirar a estarlo cualquier club de fútbol inglés de ligas menores.
South Shields ha obtenido cuatro ascensos a ligas superiores en sus nueve años como presidente. El equipo es dueño de su estadio. Thompson ha gastado una considerable cantidad de dinero en modernizar los baños, la tienda del club y los palcos privados. Hay una próspera academia juvenil. “Hemos hecho la mayoría del trabajo difícil”, dijo.
Después de un susto de cáncer el año pasado, Thompson renuentemente decidió “entregar la batuta” a alguien más.
Ahí es donde se complican las cosas. Hay mucha gente muy rica que quiere comprar su entrada al futbol inglés. En cuestión de semanas, al menos cuatro pretendientes —dos británicos y dos estadounidenses— se han interesado en comprar South Shields.
Pero a medida que la Liga Premier se ha convertido en un campo de juego para firmas de capital privado y fondos soberanos, las ligas menores de Inglaterra se han convertido en un lugar donde incluso los muy ricos pueden sentirse pobres. La liga a la que ha ascendido South Shields, la Liga Nacional Norte, está integrada en gran medida por equipos de tiempo parcial y jugadores semiprofesionales, pero el equipo aún así paga alrededor de US$1.2 millones al año en salarios. (Y no es el más alto de la división). Thompson estima que ha invertido alrededor de US$10 millones de su propio dinero en el club. Sabe que no recuperará la mayor parte de eso.
Pero está feliz de haber creado algo qué atesorar en South Shields, su pueblo natal. “Me siento bien al respecto”, dijo. “Incluso si suenan como las palabras de un loco”. El reto es encontrar un sucesor que sienta lo mismo. South Shields goza de buenas multitudes y no tiene deudas. No quiere que todo su trabajo desaparezca cuando su sucesor se dé cuenta de que el dinero no llegará tan lejos como se esperaría.
El costo de ingresar a la Liga Premier está fuera del alcance de los simplemente extraordinariamente ricos: Jim Ratcliffe, uno de los hombres más ricos del mundo, gastó recientemente más de mil millones de dólares para comprar sólo una participación del 25 por ciento en el Manchester United. Debido a ello, ahora hay docenas de inversionistas inyectando grandes sumas a equipos de las tres divisiones de la Liga Nacional semiprofesional e incluso en los niveles amateurs hiperlocales inferiores. Sólo dos clubes de la Liga Nacional pueden ascender cada temporada a la Football League, que está justo debajo de la Liga Premier. Eso desbloquea los codiciados ingresos televisivos de la Football League: unos US$1.2 millones al año. Gary Douglas, presidente de Guiseley, un equipo de la Liga Nacional Norte en un suburbio de Leeds, dijo que estaba “asombrado” por el gasto de algunos equipos: “Existen equipos con multitudes bastante pequeñas que de repente tienen presupuestos enormes”.
Pero la inversión es arriesgada. En 2022, los clubes de las tres divisiones de la Liga Nacional reportaron una pérdida combinada de US$25 millones. Dos tercios de los equipos de la liga eran, de hecho, insolventes y sus pasivos eclipsaban a sus activos. Lo más probable es que ese patrón se repita en las ligas inferiores, donde los ingresos son aún menores.
“Es una receta para el desastre por cualquier lado que se le vea”, dijo Christina Philippou, profesora de finanzas deportivas en la Universidad de Portsmouth.
Para algunos, la salvación vendrá con el escape o el ascenso. Pero muchos más equipos —y propietarios— están destinados a terminar decepcionados. Al igual que Douglas, es posible que se encuentren comprometidos financiera y emocionalmente, sin poder irse. “Una vez que estás metido, estás metido”, dijo.
O podrían, como Thompson, tener que iniciar la larga y exigente búsqueda de un reemplazo adecuado. “El modelo es que, por razones de ego o emoción, siempre hay gente nueva esperando cuando termina el viaje de un individuo en particular en un club”, dijo Philippou. Sin embargo, añadió, solo funciona debido a la creencia de que “siempre habrá alguien más que llegue”.