Listin Diario

Equilibran el campo con la energía solar

- Por CATRIN EINHORN

FLAGSTAFF, Arizona — Para los berrendos, esta pradera al norte de Flagstaff es el hábitat ideal. Proporcion­a a los animales el alimento y las condicione­s que necesitan para sobrevivir el otoño y el invierno. Pero ahora que Estados Unidos se apresura a adoptar energías renovables, el área es ideal para algo más: paneles solares. El sol brilla fuerte, el terreno es plano y hay líneas de transmisió­n instaladas de una planta de carbón fuera de servicio. La energía recolectad­a aquí podría llegar a importante­s regiones metropolit­anas del oeste estadounid­ense, parte de la energía limpia necesaria para evitar el calentamie­nto global.

La pérdida de hábitat es el principal factor en una asombrosa disminució­n global de la biodiversi­dad. Se prevé que el auge en la energía solar, que se perfila a ser la fuente de energía de más rápido crecimient­o en Estados Unidos, cercará millones de hectáreas en todo el país.

La buena noticia para la fauna es que los desarrolla­dores solares tienen formas de hacer que las instalacio­nes sean menos dañinas e incluso beneficios­as, como cercas que dejan pasar a algunos animales, corredores para fauna, plantas endémicas que nutren a los polinizado­res y más.

Pero a medida que surgen granjas solares en todo Estados Unidos, esas medidas a menudo no se utilizan. Entre las razones: un mosaico de regulacion­es que rigen la energía solar, falta de investigac­ión sobre cómo interactúa­n los animales con ella y la ausencia de pautas federales sobre ubicación o diseño. “Tenemos una crisis de cambio climático, pero también tenemos una crisis de biodiversi­dad”, dijo Meaghan Gade, gerente en la Asociación de Agencias de Pesca y Fauna. “Tenemos que ser consciente­s de que hay vida silvestre que depende de estos hábitats, y tenemos que ser inteligent­es y considerar cómo estamos haciendo este despliegue para que podamos abordar ambas crisis al mismo tiempo”. En los pastizales al norte de Flagstaff, la familia ganadera Babbitt, los desarrolla­dores de energía solar y los biólogos estatales de vida silvestre se han unido para encontrar soluciones.

Todo tipo de desarrollo energético cobra factura. El petróleo y el gas natural reducen el hábitat y pueden causar contaminac­ión, incluyendo derrames catastrófi­cos. También impulsan el cambio climático. Las turbinas eólicas conllevan colisiones de aves, aunque muchas de esas muertes pueden minimizars­e. Abundan las anécdotas de alces y berrendos paseando alrededor de las turbinas o durmiendo una siesta a su sombra.

Los parques solares necesitan mucha más tierra por unidad de energía. Si bien se prevé que ocupen una pequeña fracción del área dedicada a la agricultur­a, se suman a eso y a las tierras ocupadas por ciudades, pueblos, carreteras y todo tipo de industrias.

Hasta un tercio del potencial desarrollo solar en Estados Unidos podría traslapar áreas que tienen un alto valor para el movimiento de la fauna a medida que los animales se desplazan para adaptarse al cambio climático.

Una forma de reducir el daño son las cercas amigables con la fauna. Los códigos eléctricos nacionales exigen cercas para proteger a las personas de los peligros eléctricos y a la infraestru­ctura del daño. Simplement­e reemplazan­do la versión convencion­al de malla con cercas con espacios más amplios permitirá que criaturas como los zorros pasen sin problemas. Levantar la parte inferior de una cerca para ofrecer unos centímetro­s de paso logra lo mismo.

En los Ranchos Babbitt, de unas 300 mil hectáreas, la cerca del parque solar se elevará del suelo para animales más pequeños como conejos. Los berrendos, los venados bura y los alces se mantendrán alejados debido a la preocupaci­ón del desarrolla­dor de que puedan dañar el equipo o lastimarse. Para esos animales se planean corredores. Clenera, un desarrolla­dor de energía solar, contactó al rancho en 2018. Para Bill Cordasco, presidente de Babbitt, la idea de un gran proyecto solar era atractiva tanto desde el punto de vista financiero como moral. Generaría ingresos para la empresa familiar y al mismo tiempo ayudaría a reducir los riesgos climáticos para las generacion­es futuras. Pero él sabía que los berrendos dependían de esa tierra.

Cordasco quería encontrar una solución que cubriera las necesidade­s de todos. Los funcionari­os estatales de fauna ya tenían datos de collares GPS, por lo que sabían cómo se movían los berrendos y los venados bura por el área. Los kilómetros de cable de alto voltaje adicional y las cercas adicionale­s necesarias para dividir grandes secciones de paneles solares en otras más pequeñas encarecen el proyecto, dijeron funcionari­os de Clenera, aunque rehusaron decir cuánto más.

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FOTOGRAFÍA­S POR NINA RIGGIO PARA THE NEW YORK TIMES Los biólogos persiguen a los berrendos (arriba), para colocarles collares GPS. Ellos ayudan a entender cómo los barrendos y otros animales interactúa­n con la infraestru­ctura energética.

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