Equilibran el campo con la energía solar
FLAGSTAFF, Arizona — Para los berrendos, esta pradera al norte de Flagstaff es el hábitat ideal. Proporciona a los animales el alimento y las condiciones que necesitan para sobrevivir el otoño y el invierno. Pero ahora que Estados Unidos se apresura a adoptar energías renovables, el área es ideal para algo más: paneles solares. El sol brilla fuerte, el terreno es plano y hay líneas de transmisión instaladas de una planta de carbón fuera de servicio. La energía recolectada aquí podría llegar a importantes regiones metropolitanas del oeste estadounidense, parte de la energía limpia necesaria para evitar el calentamiento global.
La pérdida de hábitat es el principal factor en una asombrosa disminución global de la biodiversidad. Se prevé que el auge en la energía solar, que se perfila a ser la fuente de energía de más rápido crecimiento en Estados Unidos, cercará millones de hectáreas en todo el país.
La buena noticia para la fauna es que los desarrolladores solares tienen formas de hacer que las instalaciones sean menos dañinas e incluso beneficiosas, como cercas que dejan pasar a algunos animales, corredores para fauna, plantas endémicas que nutren a los polinizadores y más.
Pero a medida que surgen granjas solares en todo Estados Unidos, esas medidas a menudo no se utilizan. Entre las razones: un mosaico de regulaciones que rigen la energía solar, falta de investigación sobre cómo interactúan los animales con ella y la ausencia de pautas federales sobre ubicación o diseño. “Tenemos una crisis de cambio climático, pero también tenemos una crisis de biodiversidad”, dijo Meaghan Gade, gerente en la Asociación de Agencias de Pesca y Fauna. “Tenemos que ser conscientes de que hay vida silvestre que depende de estos hábitats, y tenemos que ser inteligentes y considerar cómo estamos haciendo este despliegue para que podamos abordar ambas crisis al mismo tiempo”. En los pastizales al norte de Flagstaff, la familia ganadera Babbitt, los desarrolladores de energía solar y los biólogos estatales de vida silvestre se han unido para encontrar soluciones.
Todo tipo de desarrollo energético cobra factura. El petróleo y el gas natural reducen el hábitat y pueden causar contaminación, incluyendo derrames catastróficos. También impulsan el cambio climático. Las turbinas eólicas conllevan colisiones de aves, aunque muchas de esas muertes pueden minimizarse. Abundan las anécdotas de alces y berrendos paseando alrededor de las turbinas o durmiendo una siesta a su sombra.
Los parques solares necesitan mucha más tierra por unidad de energía. Si bien se prevé que ocupen una pequeña fracción del área dedicada a la agricultura, se suman a eso y a las tierras ocupadas por ciudades, pueblos, carreteras y todo tipo de industrias.
Hasta un tercio del potencial desarrollo solar en Estados Unidos podría traslapar áreas que tienen un alto valor para el movimiento de la fauna a medida que los animales se desplazan para adaptarse al cambio climático.
Una forma de reducir el daño son las cercas amigables con la fauna. Los códigos eléctricos nacionales exigen cercas para proteger a las personas de los peligros eléctricos y a la infraestructura del daño. Simplemente reemplazando la versión convencional de malla con cercas con espacios más amplios permitirá que criaturas como los zorros pasen sin problemas. Levantar la parte inferior de una cerca para ofrecer unos centímetros de paso logra lo mismo.
En los Ranchos Babbitt, de unas 300 mil hectáreas, la cerca del parque solar se elevará del suelo para animales más pequeños como conejos. Los berrendos, los venados bura y los alces se mantendrán alejados debido a la preocupación del desarrollador de que puedan dañar el equipo o lastimarse. Para esos animales se planean corredores. Clenera, un desarrollador de energía solar, contactó al rancho en 2018. Para Bill Cordasco, presidente de Babbitt, la idea de un gran proyecto solar era atractiva tanto desde el punto de vista financiero como moral. Generaría ingresos para la empresa familiar y al mismo tiempo ayudaría a reducir los riesgos climáticos para las generaciones futuras. Pero él sabía que los berrendos dependían de esa tierra.
Cordasco quería encontrar una solución que cubriera las necesidades de todos. Los funcionarios estatales de fauna ya tenían datos de collares GPS, por lo que sabían cómo se movían los berrendos y los venados bura por el área. Los kilómetros de cable de alto voltaje adicional y las cercas adicionales necesarias para dividir grandes secciones de paneles solares en otras más pequeñas encarecen el proyecto, dijeron funcionarios de Clenera, aunque rehusaron decir cuánto más.