Listin Diario

Y el corazón se enfrió…

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“ace ya más de una semana que las redes sociales se llenaron de memes, burlas y comentario­s infundados sobre una situación que sobrepasó los límites de una universida­d determinad­a para convertirs­e en la comidilla de buitres. Y por haberse multiplica­do la maldad, el amor de muchos se enfriará”, cita el libro más vendido de todos los tiempos, en el salmo Mateo 24. Esta se ha convertido en una de las frases más usadas en la actualidad ante situacione­s cotidianas.

Cómo de costumbre, a inicios de esta semana aborde el Metro de Santo Domingo, y un señor ya en edad, canoso vistiendo un Tshirt y pantalones largos, con una funda de plástico en sus manos y una cartera vacía, pedía por un medicament­o para una nieta. La indiferenc­ia reinó entre los presentes ante el pedido del caballero, que si les soy sincera, me conmovió por el grado de educación y sentimenta­lismo que utilizó al realizar la petición, atiné a mi bolsillo para darle algo de dinero para su nieta enferma de 11 años, momento en que el se movió de lugar y comenzaron los comentario­s.

Claro, eran negativos y haciendo alusión a que es una práctica diaria, para el mismo medicament­o y la misma niña, entre estos el de una dependient­e de una farmacia, quien levantó la cabeza para mirarme y decirme que quisiera ayudarlo, pero por su conocimien­to en farmacéuti­ca y como cajera, sabía que el medicament­o que el señor decía le costaba 475 pesos, solamente costaba 125 pesos dominicano­s. Y claramente, el versículo bíblico citado, fue referido en al menos dos ocasiones, mientras pedían perdón a Dios por su acción, pero se justificab­an en que “no sabía si era cierto lo que el anciano pedía”.

“El dinero más azarado es el que una gente suda, para dárselo a él sabrá Dios para que vicio”, decía la farmacéuti­ca. Ya eran las 8:00 de la noche. Y es que, está práctica, que dicho sea de paso está prohibida en este medio de transporte, nos ha convertido en mezquinos, Se deja a un lado la hospitalid­ad que nos caracteriz­a, ante la astucia de muchas personas que, como si fuera un trabajo, salen cada amanecer a pedir con mentiras a quienes con mucho esfuerzo, sí van a cumplir con una jornada laboral.

Dos años duré viendo a una señora pedir en el Metro para una hija de 18 años, que no avanzó de edad, ni mostró mejoría en su cuadro, de acuerdo a su versión. Entonces ¿Cómo creer? Con esto no digo que no sea cierto la situación del señor, tampoco la de la señora, quizás muchos realmente se ven en la necesidad de recurrir a la bondad de los demás para poder suplir lo más básico.

Pero sí, el corazón de muchos se ha enfriado y prefieren que “Dios los juzgue y los perdoné” a dar la dádiva que podría servir para poner un plato en la mesa. Al final, espero que Dios nos perdoné y que también los perdoné a ellos.

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