Listin Diario

Raptada por Boko Haram en Nigeria, ahora es libre

-

tomado giros tremendame­nte diferentes. Algunas escaparon casi de inmediato y 103 fueron liberadas unos años más tarde tras negociacio­nes. Una docena vive ahora en el extranjero, incluyendo Estados Unidos. Hasta 82 siguen desapareci­das, quizá asesinadas o aún retenidas como rehenes. Chibok fue el primer secuestro masivo en una escuela en Nigeria, pero no fue el último. Hoy en día, el secuestro —incluyendo el de grandes grupos de niños— se ha convertido en un negocio en todo este país de África occidental, siendo el pago de rescates su principal motivación.

“La tragedia de Chibok se repite una y otra vez cada semana”, dijo Pat Griffiths, portavoz del Comité Internacio­nal de la Cruz Roja en Maiduguri.

Las Niñas de Chibok son solo las víctimas más destacadas de un conflicto de 15 años con militantes islamistas que, a pesar de los cientos de miles de personas asesinadas y millones desarraiga­das, ha sido en gran medida olvidado en medio de otras guerras. Más de 23 mil personas en el noreste de Nigeria están registrada­s como desapareci­das por la Cruz Roja —el segundo mayor número de casos a escala mundial después de Irak. Pero esa es una subestimac­ión, afirmó Griffiths.

Antes de ser secuestrad­a, dijo Dauda, era una adolescent­e feliz en una familia cristiana numerosa y muy unida. Le encantaba jugar con muñecas y soñaba con ser diseñadora de modas.

Durante meses después de ser capturadas, dijo Dauda, las niñas durmieron afuera en el bosque de Sambisa, el escondite de Boko Haram; escucharon un flujo constante de predicador­es islámicos y se pelearon por el suministro limitado de agua. Cuando dos niñas intentaron escapar, dijo, fueron azotadas. Ella dijo que les dieron una opción: casarse o convertirs­e en esclavas para tareas domésticas o sexo.

Dauda optó por el matrimonio, se convirtió al islam y cambió su nombre a Aisha. Fue presentada a un hombre de unos 20 años cuyo trabajo era grabar videos de las batallas de Boko Haram. Él no fue cruel con ella, dijo, pero después de unos meses, un día llegó a casa y la encontró jugando con una muñeca que había hecho con arcilla y para la cual había hecho un vestido.

“¿Estás jugando con ídolos? ¿Quieres causarme problemas?”, recordó que él le dijo. Ella se enojó y abandonó su casa y se quedó con otra chica de Chibok. Cuando él se dio cuenta de que ella no regresaría, dijo, se divorció de ella. Pronto se casó con otro combatient­e de Boko Haram, Mohamed Musa, un soldador que fabricaba armas, y con el tiempo tuvieron tres hijos. Aunque todavía era rehén del líder asesino de Boko Haram, Abubakar Shekau, dijo que les dieron todo lo que necesitaba­n, estaban rodeados de personas “que se preocupaba­n unos por otros como una familia” y que ella era feliz. Las niñas de Chibok fueron tratadas mucho mejor que otras víctimas de secuestro, han dicho otros fugitivos. Con los años, Dauda siguió la pista de amigas de Chibok que murieron. Dieciséis en ataques aéreos y ataques con bombas. Dos en el parto. Una como terrorista suicida, impulsada por Boko Haram. Una de enfermedad y otra de mordedura de víbora. Se dio cuenta de que en los ataques aéreos morían principalm­ente mujeres y niños y se preguntó cuándo sería su turno.

Y la vida se volvió más dura. Cuando el líder de Boko Haram murió y su poderosa rama, la Provincia de África Occidental del Estado Islámico, tomó el poder en el bosque de Sambisa, Dauda y su esposo se encontraro­n bajo sospecha. A altas horas de la noche, en susurros, hablaban de escapar. Pero Dauda quería actuar más rápido que su marido y decidió adelantars­e. Él se negó a permitir que ella se llevara a sus hijas, diciendo que él la seguiría con ellas más tarde.

Una noche, a las 3 horas, preparó un pequeño paquete de comida, miró los rostros de sus hijas dormidas y dijo una breve oración por su protección. Caminó durante días a través del monte, yendo de pueblo en pueblo, diciéndole a la gente que iba de camino a visitar a unos amigos y siempre salía durante la oración de la mañana, cuando los hombres estaban en la mezquita y no la veían salir.

En el camino se encontró con otras mujeres que huían y, en mayo, se entregaron juntas al ejército. “¿Es una chica Chibok?”, recordó que se maravilló un soldado cuando supo su identidad. “Gracias a Dios”. Dauda fue llevada a Maiduguri e inscrita en el programa de rehabilita­ción del Gobierno. Unos meses más tarde, se enteró de que su marido se había escapado con sus tres hijas y se reunieron.

Dijo que había soñado con volver a ver a sus padres. Un día, le permitiero­n salir de las instalacio­nes gubernamen­tales con sus hijas para visitarlos en su aldea, Mbalala. Abrazó a su padre y a su madre. “Ella estaba llorando y yo estaba llorando”, dijo.

Su padre les ofreció a ella y a su marido un lugar donde quedarse si se convertían al cristianis­mo, dijo. Pero ella dijo que se había hecho musulmana libremente.

“No me lavaron el cerebro”, dijo. “Me convenció lo que me explicaron”.

 ?? SUNDAY AGHAEZE/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES; ABAJO, VÍA AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES ??
SUNDAY AGHAEZE/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES; ABAJO, VÍA AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES
 ?? ?? Una imagen de un video de 2014 muestra a las niñas nigerianas secuestrad­as. La escuela incendiada en Chibok, Nigeria, (sup.) donde fueron raptadas por milicianos de Boko Haram.
Una imagen de un video de 2014 muestra a las niñas nigerianas secuestrad­as. La escuela incendiada en Chibok, Nigeria, (sup.) donde fueron raptadas por milicianos de Boko Haram.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic