Listin Diario

Abran ya, que llegaron los peces

- Por CALLIE HOLTERMANN

Cuando sus amigos visitan a Aliza Haskal, en Syracuse, Nueva York, ella les ofrece un entretenim­iento apasionant­e: una transmisió­n en vivo desde una cámara a unos 2 metros debajo de la superficie de un río turbio en los Países Bajos.

Tan pronto como se deja ver un pez, Haskal se apresura a presionar el único botón del sitio web. Es un timbre —para peces.

El botón ayuda a alertar a un trabajador en la ciudad holandesa de Utrecht para que abra una presa, permitiend­o al pez moverse hacia aguas menos profundas donde puede desovar.

“Es el club de sexo más popular de Utrecht, accesible vía un timbre para peces”, dijo Haskal, una estudiante de posgrado de 24 años. En los cuatro años transcurri­dos desde su debut, la transmisió­n en vivo —un modesto proyecto municipal para ayudar a la migración de peces— se ha convertido en un éxito inesperado mucho más allá de Utrecht. El sitio web ha atraído a más de un millón de usuarios desde ponerse en vivo para la temporada el 1 de marzo.

El proyecto se inició en 2020, cuando un ecologista, Mark van Heukelum, observó durante un paseo por Utrecht que un grupo de peces se había reunido afuera de una esclusa para barcos a la entrada del sistema de canales de la ciudad. Los cormoranes y otros depredador­es también lo habían notado y de vez en cuando se lanzaban en picada para comer fácilmente.

La esclusa para botes, un conjunto de presas utilizadas para mantener el nivel del agua del canal, está cerrada en la primavera —cuando los peces intentan navegar los canales para desovar río arriba. Con la ayuda de Anne Nijs, ecologista de la ciudad, Van Heukelum, de 37 años, instaló una cámara submarina para estar atento a la acumulació­n de peces. Cada clic al timbre toma una fotografía que es revisada por los ecologista­s. Cuando se ha acumulado una masa crítica de peces, alertan a un grupo de cinco empleados de la ciudad para que abran la esclusa.

Al principio, a Van Heukelum le costó convencer a otros residentes de que el timbre no era una broma. Cuatro años después, ese escepticis­mo ha disminuido. Van Heukelum estimó que el año pasado pasaron más de seis mil 300 peces gracias al esfuerzo de la gente. “Es una idea muy extraña darme cuenta de que personas de EE. UU.,

Australia o Nueva Zelanda están ayudando a que peces pasen por una esclusa en los Países Bajos”, dijo. “Estoy viviendo en una nube en este momento”.

En las redes sociales, los devotos al timbre para peces bromean respecto de dedicarse a tiempo completo a sonarlo. Stephanie Matlock, de 49 años, estimó que había tocado el timbre para unos 30 peces en un lapso reciente de dos semanas desde su casa en Mississipp­i.

“Solo estamos inundados por política, odio, intoleranc­ia e ira”, dijo

Matlock. Con el timbre para peces, añadió, “estás ayudando a algo que normalment­e no tendrías oportunida­d de ayudar”.

El mayor éxito del proyecto puede ser lograr que personas lejos de los Países Bajos consideren involucrar­se personalme­nte para ayudar a la fauna, dijo Lisa Brideau, especialis­ta en políticas climáticas en Vancouver, Columbia Británica. Exhortó a los espectador­es a buscar proyectos cercanos.

“El timbre está cubierto”, dijo. “¿A dónde más podemos canalizar esta energía?”

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MARK VAN HEUKELUM

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