El italiano Luigi Lineri acumula millones de guijarros
Casado y con dos hijas, trabajó como zapatero y luego como auxiliar sanitario, pero desde hace años –tiene 85– se dedica ya solo a su colección, una obra interminable. El director del documental, Giuseppe Petruzzellis, cuenta que conoció a Lineri en 2015. «Aquel encuentro encendió una chispa y una larga serie de preguntas. La obra maestra de Luigi es una herramienta formidable para investigar temas universales».
Para algunos, Linieri es un loco; para otros, un místico. Sin duda, es un artista excéntrico y él mismo reconoce que su relación con las piedras es «algo obsesivo», pero, explica, ha sido una especie de enamoramiento progresivo. «Es como absorber un veneno en pequeñas dosis y lentamente; se acaba convirtiendo en algo inocuo, no te envenena porque lo dominas». El ‘encantamiento’ comenzó el 1 de mayo de 1963, recuerda Luigi, cuando en sus paseos por los alrededores de su casa cogió una piedra y sintió que «hace miles de años, un hombre sostuvo esa misma piedra». A partir de ahí, Luigi devino en una especie de antropólogo de la piedra, intentando crear un ‘lenguaje’ con ellas, establecer un posible orden que le permitiese escrutar el caos.
Al principio, catalogaba según la forma, guijarros que le recordaban animales, órganos humanos... Lo hacía en invierno, cuando el mal tiempo no le permitían pasear por las montañas. «Y así es como aprendes una lengua; lentamente, en mi mente se formaba un vocabulario».
Leer las piedas. un alfabeto. Luego un verso. Si apilas piedras con la misma forma, vas construyendo un poema». Luigi habla con entusiasmo de su proyecto, pero con una calma fascinante.«He visto a gente llorar y he visto a gente huir cuando entra en el taller», cuenta. Sea lo que sea, lo que hay en ese espacio, dice, es profundo y emocionante.
Luigi se remite al origen de las piedras como ídolos, como monumentos espirituales que nuestros ancestros ponían de pie para dirigirse a ‘lo desconocido’. «Hay que saber leer las piedras», dice.
Y es imposible no emocionarse con él cuando reflexiona sobre «aquel hombre prehistórico que, con las piedras, busca comprender aquello que no comprende, se adentra en el misterio de la vida». A Lineri incluso se le caen las lágrimas: «El primer hombre que se puso a pensar, pensaba como yo. No hemos avanzado nada».
(Nota de LB)
Su compatriota nacido en Cuba, Italo Calvino, coleccionaba arena. Llenaba un pequeño frasco con residuos de de esas rocas desgranadas en cada playa del mundo que visitaba. En cambio, Luigi lo hace con piedras. Mientras Calvino llenaba de frascos un pequeño espacio de su casa. Luigi necesitaba un amplio local para armar su galeria de rarezas. Manía esta de genios italianos de coleccionar lo que a simple vista no interesa a la gente común, dedicada al coleccionismo. Monedas, billetes, sellos, postales, libros y obras de arte tienen espacio en diversos rincones del mundo. Sin embargo, los frascos de arena de Calvino y las piedras de Luigi, también podrían ser rarezas para algunos en las casas de subasta.