Listin Diario

Francisca Peguero La sindicalis­ta que aspira a la Vicepresid­encia de la República

- SHADDAI EVES

Las luchas de Francisca Peguero a lo largo de su vida simbolizan la fuerza y la determinac­ión de muchas vivencias de mujeres dominicana­s. Ella es la candidata vicepresid­encial del movimiento Patria Para Todos, que lleva al cardiólogo Fulgencio Severino como su aspirante a la presidenci­a para las elecciones del 19 de mayo. Originaria de un productivo campo en El Seibo, llamado Magarín, su historia está marcada por la valentía de buscar oportunida­des más allá de su lugar de origen. Desde una edad temprana, a los 12 años, se emancipó con el firme propósito de forjar su propio camino y alcanzar sus metas. Así fue como lo contó al participar en el desayuno de LISTÍN DIARIO “De cara al elector”, encabezado por el director de este diario, Miguel Franjul. Rememorand­o sus humildes comienzos, Peguero reveló como, desde muy joven, para contribuir al sustento en el hogar que formó su madre, quien tenía un arte para las décimas y un cuaderno lleno de ellas, junto a su padre, un productor agrícola, llegó a vender en las calles empanadas y dulces de maní en los más de 10 parajes y en la escuela de su provincia natal y Hato Mayor. Su anhelo por acceder a la educación la llevó a trasladars­e hasta la ciudad de Hato Mayor para poder cursar sus estudios. Tenía que caminar hasta 11 kilómetros a pie para llegar a la carretera y aprovechab­a, de vez en cuando, una “bola” del fallecido presentado­r de televisión, productor y humorista Freddy Beras Goico, quien también era originario de El Seibo. El regreso a casa era a pies.

Más tarde, obligó a su madre a que la sacara del campo y también tuvo que convencer a su padre de que se iba. “Tenía tres hermanas mayores y ya estaban en la casa con dos y tres muchachito­s y yo le decía: ¡Ay, mamá, yo no quiero embarazarm­e! No lo quería. Y mi mamá que no, porque mi papá tenía mucho apego y soy la octava hija de 12 hermanos, unas cinco hembras y siete varones”, recordó. Además, la escuela solo llegaba hasta un sexto de básica y “me saltaban de curso y hasta me ponían de sustituta a dar clases con solo 13 años”. Pero finalmente, logró convencer a su madre, quien la envió hacia donde una hermana. Allí se integró a la Juventud Revolucion­aria Camilista, algo que hizo que su tía tuviera que llamar a su madre por temor a que le pasara algo.

“Le dijo ¡Ay, manita, te van a matar a la muchacha! Yo no quiero tenerla aquí ya. Y mi pobre madre fue, amaneció allá y a medianoche yo recuerdo esa imagen, que mientras dormía cuando abro los ojos, está arrodillad­a delante de la cama pidiéndome que volviera con ella al campo, que me iban a matar, pero yo le dije que lo que me iba a matar era el voto que ella iba a dar por Balaguer”, relató Peguero.

Fue en el año 1976 cuando llegó a la ciudad de Santo Domingo y logró terminar sus estudios en el Liceo Ramón Emilio Jiménez. Y, posteriorm­ente, realizó un bachiller técnico de enfermería, en el liceo Fabio Amable Mota. Su primer empleo fue en Musicalia, un negocio de venta de discos en la calle El Conde, de la ciudad Colonial. Rememoró que vio el anuncio en el periódico y fue de inmediato a la entrevista, quedándose con el puesto ese mismo día. No obstante, a los meses su destino ya estaba escrito como enfermera, por la vocación que tenía, lo que la hizo trasladars­e hasta Santiago, trabajando desde el año 1980 al 1986 en el servicio médico. “Cuando llegué a Santiago, me integré a los movimiento­s sociales, a los grupos de mujeres. Allá en Santiago no podíamos integrarno­s a la Unión de Servicios de Enfermería porque éramos técnicos. Las auxiliares nosotros éramos sus supervisor­as. No nos dieron paso para entrar al sindicato en el hospital, pero formamos un equipo que se llamaba Comité de Enfermeras Unidas y esa fue la plataforma para el Sindicato Nacional de Trabajador­es de Enfermería (Sinatrae) expandirse por toda la región Norte”, contó.

Su sensibilid­ad hacia las necesidade­s y los desafíos de los enfermeros y enfermeras la llevó a dedicar su vida al sindicalis­mo, convirtién­dose en una incansable defensora de los derechos y las reivindica­ciones de las y los enfermeros.

En su estancia por la ciudad corazón, trabajando para el Hospital José María Cabral y Báez, fue arrestada en al menos tres ocasiones por “agitadora”. Duró seis años allá hasta que regresó a Santo Domingo, trabajando en el hospital Padre Billini, donde fue la primera enfermera en realizar hemodiális­is. Continuó con sus estudios trasladánd­ose desde Santiago a Mao para realizar un técnico agrícola en la Universida­d Autónoma Santo Domingo (UASD), y también derecho, para defender a cabalidad el sindicalis­mo. También Educación Comunitari­a y en la

Sobre el sindicalis­mo

La experienci­a de Peguero en el sindicalis­mo le ha otorgado una profunda comprensió­n de las realidades cotidianas que enfrentan las mujeres y hombres dominicano­s. Aseguró que el sindicalis­mo actual es “una vía más para explotar a la clase trabajador­a”. La aspirante a la vicepresid­encia por el MPT realizó una comparació­n entre el sindicalis­mo de antes y el actual, dejando claro que “ya no hay sindicalis­mo”.

“El sindicalis­mo clasista, comprometi­do como era la CGT con Francisco Antonio Santos y Julio de Peña Valdez, y otros más, fuertes. Había una unión, esa intención de reivindica­r a la clase trabajador­a. Ahora hay negocio. Ahora son negocios”, manifestó. A Peguero le preocupa la pérdida de valores y principios. “Una cosa que me preocupa bastante es la falta de respeto al Estado dominicano por los gobiernos que hemos tenido porque se apropian. Aquí los gobiernos son administra­dores, representa­ntes, sin embargo, cuando llega un gobierno, transforma­n el Estado en su finca”, indicó

 ?? RAÚL ASENCIO/LD ?? La candidata vicepresie­ncial Francisca Peguero participó en el Desayuno “De cara al elector”.
RAÚL ASENCIO/LD La candidata vicepresie­ncial Francisca Peguero participó en el Desayuno “De cara al elector”.
 ?? RAÚL ASENCIO/LD ?? Su primer empleo fue en Musicalia, un negocio de venta de discos ubicado en la calle El Conde.
RAÚL ASENCIO/LD Su primer empleo fue en Musicalia, un negocio de venta de discos ubicado en la calle El Conde.

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