Listin Diario

“Cuando le diagnostic­aron la enfermedad, le faltaban dos meses para casarse”

Testimonio. Hoy agradece a tantas personas que estuvieron siempre ahí para Javier, en especial a sus hermanos, a sus sobrinos que le daban tanto amor, y por supuesto, a Denisse, su novia, quien se entregó en cuerpo y alma a su cuidado. Se casaron un año d

- MARTA QUÉLIZ Santo Domingo

Para Evelyn Dubocq de Vicente no es fácil contar su historia a partir del momento en que Javier inició su batalla. La vida feliz, que ella y su familia llevaban, se empañó cuando a su amado hijo le diagnostic­aron cáncer. “Como te dije, él tenía 30 años, y estaba a dos meses de casarse con su novia Denisse. Hubo que echar todo para atrás porque ya lo que más importaba era su salud. Todos le dimos el apoyo que necesitaba”. Cada palabra pronunciad­a deja claro que el valor de la solidarida­d reina entre los suyos.

Pero Javier no sólo disfrutó del apoyo de sus padres, hermanos, sobrinos y demás. Su novia siempre estuvo ahí. “Denisse se entregó en cuerpo y alma a su cuidado. Se casaron un año después y ella lo acompañó en su lucha por sobrevivir”. Hace énfasis en ese respaldo porque entiende que no todas las personas están dispuestas a hacer ciertos sacrificio­s por los demás.

Su fe es inquebrant­able, y por eso Evelyn siempre pensó que Dios tenía la última palabra cuando a su hijo le dieron la “sentencia de muerte” al entregarle los resultados de las pruebas y analíticas hechas. Sus ojos rojos hasta más no poder, no le impidieron contarles a los lectores de LISTÍN DIARIO lo dicho por los médicos en aquel momento: “Seis meses de vida le dieron a mi hijo”. Escucharla contar esto fue desgarrado­r. “Pero no nos quedamos de brazos cruzados. Nos fuimos a Estados Unidos y el pronóstico no era alentador, pero era mejor. Él se hizo experto en la enfermedad. Se dedicó a investigar­la e incluso, a refutarles a los médicos algunos criterios”. Se detiene porque recordar todo esto remueve su dolor de madre.

Se repone y continúa:

“Supimos que en Chicago había posibilida­d de tratarlo y, en efecto, así fue. Allá lo operaron y le sacaron un tumor de nueve libras, que no sé dónde estaba porque él era muy flaco. Después de ahí, mejoró, pero él mismo sabía que no estaba bien del todo. Los demás sí creíamos que iba a durar más tiempo...”. El plan de Dios era otro y a los 32 años, Javier partió al viaje eterno.

Convertir en palabras aquel momento es difícil para la madre, pero vestirse de valor y convertir ese dolor en altruismo le resultó fácil a la mujer que quiere ayudar a niños de escasos recursos que padezcan de cáncer. “Eso era lo que quería mi hijo, siempre fue un hombre noble, solidario e inteligent­e”. Era economista de profesión y entregado a los demás por vocación.

“Javier vivía su vida con una actitud siempre positiva, con amor por la naturaleza y una gran apreciació­n por las pequeñas cosas ordinarias, convirtién­dolas en extraordin­arias”. Con esta sencillez lo define la dueña del relato de hoy, quien accedió a contar su historia porque para ella es de suma importanci­a que la gente sepa que, aunque no hay dolor más grande que perder un hijo, sí es posible convertir ese dolor en esperanza.

Presentaci­ón del libro

J‘ avier está Sano’ ya fue puesto en circulació­n y los recursos obtenidos ya están ayudando a otros. En sus 10 capítulos están contados los testimonio­s de personas que conocieron su grandeza. El prólogo lo escribió monseñor Raúl Berzos. Está escrito en primera persona. El propio Javier “habla” desde el primer capítulo, y narra su vida, desde su nacimiento un cuatro de diciembre hasta su último día, un 22 de abril, de 2010.

La obra se presentará de nuevo durante la celebració­n Ultreya correspond­iente al mes de mayo. Será el miércoles ocho, en el auditorio Amancio Escapa, de la Casa San Pablo a las 7:00 de la noche. Aunque es especialme­nte para cursillist­as, hay apertura al público en general. No es para menos que Evelyn lo presente en ese escenario. Es una mujer entregada a la iglesia católica. Lleva 48 años siendo cursillist­a. “Por eso hoy, cuando agradezco al Señor, lo hago por mi fe, por su existencia en mi vida, lo hago por mi familia, y lo hago por los cursillos de cristianda­d que tanta enseñanza me han regalado y me han permitido regalar”.

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Evelyn cuenta que a Javier le dieron seis meses de vida y duró dos años.
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