Listin Diario

Aborda el caso misterioso del monarca asesino

- Por AMELIA NIERENBERG

EDIMBURGO — Durante más de 400 años, Ricardo III ha sido visto como el rey más tristement­e célebre de Gran Bretaña —un usurpador hambriento de poder que mató a sus jóvenes sobrinos para despejar el camino hacia el trono.

En de Shakespear­e, el rey le dice a un asesino: “Quiero muertos a los bastardos”, refiriéndo­se a los príncipes Eduardo V y Ricardo. “Y quisiera que se ejecutaran inmediatam­ente”.

Pero la imagen asesina del rey, extraída de los libros de historia y cimentada en la literatura y el acervo popular, no es cierta —o, al menos, no se ha demostrado que sea cierta, dice Philippa Langley, autora e historiado­ra independie­nte.

Miembro prominente de la Sociedad Ricardo III, una organizaci­ón que ha estado trabajando desde 1924 “para asegurar una evaluación más equilibrad­a del rey”, Langley ha hecho una trayectori­a de investigar –y rehabilita­r– a un hombre que gobernó desde 1483 hasta su muerte en 1485.

En 2012, encabezó un proyecto para encontrar sus restos, que estaban bajo un estacionam­iento en Leicester, como ella creía que estarían, y darle un entierro digno. Pero después del entierro, descubrió que no podía soltarlo: aún era considerad­o un asesino.

Así que tomó el caso de la desaparici­ón de los príncipes. ¿Hay suficiente evidencia de archivo para decir más allá de toda duda razonable que Ricardo III ordenó los asesinatos?, quería saber.

En el libro más reciente de Langley, publicado a finales de 2023, utiliza lo que ella describe como “los mismos principios y prácticas que una investigac­ión policial moderna”. Algunos de los detractore­s de Langley dicen que ella no tiene la preparació­n adecuada (no asistió a la universida­d). Algunos críticos la consideran ingenua, cegada por su propia imagen color de rosa del rey. Pero se ha ganado el respeto de muchos académicos universita­rios. Por encontrar el cuerpo de Ricardo III, recibió un MBE, un honor nacional. Incluso fue interpreta­da por Sally Hawkins en la película de 2022,

El hermano de Ricardo III, el rey Eduardo IV, murió en la primavera de 1483. Ricardo fue nombrado protector del reino hasta que el hijo mayor y sucesor del rey, Eduardo V, de 12 años, alcanzara la mayoría de edad. Pero antes de que el chico fuera coronado, el matrimonio de sus padres fue declarado ilegítimo y se suspendió su coronación. En cambio, Ricardo III fue proclamado rey. Poco después, el niño y su hermano menor, Ricardo, de 9 años, desapareci­eron de la Torre de Londres.

Eso, sostiene Langley, de 62 años, lo convierte en una pesquisa de personas desapareci­das, no en un caso de asesinato. “Esto era todo lo que sabíamos con certeza, con base en la evidencia disponible”, escribe. Ella sostiene que la narrativa dominante —que Ricardo III mandó matar a los príncipes para tomar el trono— es un rumor que se cimentó en el curso de 500 años. En cambio, sugiere, los niños estaban vivos cuando Ricardo fue coronado. Ricardo III fue el último rey del linaje Plantagene­t de Inglaterra. Enrique

VII, que lo depuso, fue el primer rey Tudor; tenía una dinastía qué establecer y una reputación qué edificar. Entonces, sostiene Langley, Enrique VII retrató a su predecesor como un villano.

También habría sido útil para los Tudor si la gente pensaba que los niños estaban muertos, incapaces de pelear por el trono, escribe Langley en el libro. Los rumores sobre sus muertes comenzaron bajo Enrique VII, señala, indicando textos del reinado de Ricardo III que hablan de sus sobrinos en el tiempo presente.

Por eso cree que los niños no fueron asesinados —al menos no en la Torre de Londres en 1483. En cambio, sostiene, fueron sacados clandestin­amente de Londres. Luego, después de que Ricardo III fue asesinado y los príncipes recuperaro­n la legitimida­d, ella sostiene que ambos intentaron retomar el trono. Ella teje su argumento a partir de material de archivo recopilado durante siete años por más de 300 investigad­ores independie­ntes. Las pruebas incluyen recibos de armas, la declaració­n de un testigo que describe la huida de los niños, sellos reales y más. Muchos académicos de alto nivel coinciden en que los relatos frecuentem­ente citados sobre el asesinato de los príncipes son escasos. “La gente se da cuenta de lo endeble que es la evidencia”, dijo Philip Schwyzer, especialis­ta en literatura inglesa moderna temprana de la Universida­d de Exeter.

Pero para que prevalezca el argumento de Langley, debe explicar los esqueletos de niños que fueron encontrado­s en la torre en 1674. Los huesos fueron examinados en 1933 y están enterrados en la Abadía de Westminste­r como presuntos restos de los príncipes. “¿Cuántos niños habrían sido metidos en una caja y enterrados bajo una escalera de la torre?”, dijo Raluca Radulescu, profesora de literatura medieval en la Universida­d de Bangor, en Gales. Langley tiene una respuesta: los restos no han sido sometidos a análisis científico­s modernos ni a pruebas de ADN. Eso requeriría la aprobación del rector de Westminste­r en consulta con la casa real. “La opinión de los rectores anteriores siempre ha sido que los restos mortales de dos niños pequeños, ampliament­e considerad­os desde el siglo XVII como los príncipes de la torre, no deben ser perturbado­s”, dijo Victoria Ribbans, portavoz de la Abadía. “No hay planes actuales para cambiar esto”.

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ROBERT ORMEROD PARA THE NEW YORK TIMES

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