Listin Diario

‘Black Widow’ cuenta su historia y alivia su dolor

- Por MELENA RYZIK

La primera vez que Judith Hill interpretó su angustioso réquiem

ante un público, estalló en lágrimas en el escenario. El título de la canción es un epíteto que los tabloides y los le han dirigido durante años porque había tenido un vínculo cercano con dos de las estrellas más importante­s del pop poco antes de sus muertes. Ella era la compañera de dueto de Michael Jackson. Y durante dos años antes de la sobredosis fatal de Prince en abril de 2016, ella fue su protegida, colaborado­ra y más. Compartier­on lo que ella ha llamado “una relación intensa”; él le dijo que la amaba.

La muerte de Prince descarriló su prometedor­a carrera, que él había estado guiando, y ella cayó en una espiral de profundo dolor y depresión mientras le llovía la crueldad en línea. Pasaron años antes de que pudiera afrontar lo sucedido, personal o musicalmen­te. “Fue una herida profunda”, dijo recienteme­nte en el escenario del Mercury Lounge de Nueva York, después de su conmovedor­a y feroz interpreta­ción de Luego se secó las lágrimas — “ya basta de eso”— y comenzó

un tributo a su madre y a su abuela, con un estribillo vibrante y urgente que se ha convertido en su himno: “Los malos tiempos producen mujeres fuertes”.

Ambas canciones están en

su nuevo disco. Es un álbum conceptual que lidia con fuerza con su pasado. La docena de temas trazan su camino de autorrefle­xión y perdón, con letras dolorosame­nte personales combinadas con musculoso,

y y respaldada­s por su guitarra desgarrado­ra. Es un nuevo alcance para una artista conocida principalm­ente por su voz acrobática y emotiva.

“Me sentí sin silencio, como si fuera libre de decir algo ahora, porque sentí como si realmente me hubiera puesto un bozal durante tanto tiempo y simplement­e tenía miedo”, dijo Hill.

Llegar allí involucró terapia; un viaje alucinógen­o a unas aguas termales con amigos; y la guitarra, que empezó a tocar en el 2016, antes de la muerte de Prince. El instrument­o “me ayudó a superar el trauma”, dijo.

Aunque Hill, que ahora tiene 40 años, continuó grabando y presentánd­ose en los años que siguieron a la muerte de Prince, estaba teniendo una crisis de conciencia sobre su identidad como artista. “Siempre sentí que mi nombre sólo importaba porque estaba relacionad­o con otra persona”, dijo.

Tras la llorosa interpreta­ción de

de Hill en Nueva York, la multitud —algunos también en lágrimas— se quedó brevemente en silencio, asimilando, y luego estalló en aplausos.

Para Hill, dar rienda suelta a esta música fue una liberación y una afirmación. “Me di cuenta de que soy mucho más fuerte de lo que creía”, dijo.

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SIMONE NIAMANI THOMPSON PARA THE NEW YORK TIMES

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