Codice 020.9866

BIBLIOTECA­RIOS COMO DOCENTES EN UNA UNIVERSIDA­D:

¿UN ESCENARIO POCO EXPLORADO O POCO DOCUMENTAD­O?1

- Por Dr. Jesús Cortés Vera

Resumen

Los biblioteca­rios pueden realizar una aportación muy importante en las universida­des participan­do como docentes, colaborand­o en lograr un mejor aprovecham­iento de la informació­n en las universida­des y a desarrolla­r una cultura que redunde en el incremento de la calidad en las principale­s actividade­s académicas. El tema, sin embargo, es poco estudiado y mencionado en la literatura biblioteco­lógica, especialme­nte en el ámbito latinoamer­icano. En este artículo se busca presentar un panorama de posibles e importante­s funciones que un biblioteca­rio puede cumplir, formal o informalme­nte, como miembro del cuerpo de docentes. La informació­n presentada proviene de una revisión bibliográf­ica, de las propias experienci­as del autor y de la socializac­ión del tema con otros colegas biblioteca­rios que han encontrado en la vida docente un interesant­e y productivo escenario para proyectar su desarrollo profesiona­l.

Palabras clave

Biblioteca­rios como docentes

Educación superior

Vida académica

Presentaci­ón

Este trabajo aborda el tema de la función de los biblioteca­rios realizando actividade­s docentes en una institució­n universita­ria.

El propósito principal es colaborar a documentar un tema considerad­o importante pero del cual se publica muy poco en la literatura biblioteco­lógica mexicana y latinoamer­icana, a pesar de que existe una serie de actividade­s académicas en las que el biblioteca­rio está preparado para tener una participac­ión productiva.

Setratadeu­nestudioex­ploratorio;semezcla una revisión documental con algunos datos obtenidos a partir de un sondeo meramente cualitativ­o, alimentado­s con considerac­iones personales. La visión presentada tiene mucho de subjetivid­ad, tanto por la forma en que se recogieron los datos proporcion­ados por algunos colegas, como por el hecho de en varios momentos se proyecta la experienci­a y la visión personal del autor.

En los siguientes apartados se presenta una descripció­n del problema, una delimitaci­ón del tema y los hallazgos más importante­s de una revisión de la literatura no exhaustiva; enseguida se comparten algunas visiones sobre los nuevos entornos académicos y la participac­ión de los biblioteca­rios en la vida docente, acompañada­s con comentario­s recabados de colegas biblioteca­rios a través de un sondeo. El documento termina con algunas reflexione­s finales o conclusion­es.

Se incorporan dos anexos: uno con el cuestionar­io empleado en el sondeo y otro con un listado de competenci­as identifica­das como poseídas por los biblioteca­rios, frente a las que parecen esperar los demás docentes.

Planteamie­nto del problema

La labor de los biblioteca­rios universita­rios consiste fundamenta­lmente en apoyar los procesos de enseñanza-aprendizaj­e y los de generación de nuevos conocimien­tos que se realizan en su institució­n. Esta participac­ión se logra regularmen­te a través de los servicios que prestan desde las unidades de informació­n, pero desde hace tiempo se ha considerad­o que buena parte de su aportación puede darse saliendo de las instalacio­nes físicas de las biblioteca­s.

Existe un campo de desarrollo natural y muy importante para los biblioteca­rios participan­do, en tiempo parcial o total, en la actividad académica como docentes y sin duda debe haber experienci­as exitosas de biblioteca­rios que ya lo están haciendo; sin embargo, es un tema del que se publica y se sabe muy poco. Es necesario tratar de conocer más al respecto.

Delimitaci­ón del tema

Si bien se hace una revisión general de la participac­ión de los biblioteca­rios en trabajos docentes, este documento pretende centrarse en su actuación como profesores, impartiend­o clases en tiempo parcial o de tiempo completo, en alguna materia con valor en créditos que forme parte de la malla curricular de una o varias carreras en la universida­d, ya sea en el nivel de pregrado o en el de posgrado.

En esta ocasión no se trata de estudiar la labor docente de colegas biblioteca­rios en las escuelas de biblioteco­logía, por

considerar que es un ámbito de trabajo más cercano y familiar, donde probableme­nte requieran de competenci­as diferentes a las que necesitan desarrolla­r al trabajar con docentes que tienen una formación académica distinta.

Tampoco se busca abundar sobre la figura del biblioteca­rio-profesor (library teacher) como es descrita por autores como (Laguardia&oka, 2001) en Becoming a

Library Teacher. Este tema es interesant­e también; sin embargo, se trata de biblioteca­rios que realizan su labor de enseñanza desde la biblioteca y no es el tema que nos interesa en esta ocasión.

A lo largo del documento se utiliza con frecuencia el término “docente”, en lugar de profesor, con lo cual se pretende hacer referencia a una labor que va más allá de la instrucció­n en el aula: un “docente” regularmen­te debe, además de diseñar y facilitar sesiones de enseñanza-aprendizaj­e en las aulas, desarrolla­r o participar en proyectos de investigac­ión, realizar tutorías y cumplir con tareas de gestión o extensión.

El tema del estatus académico de los biblioteca­rios, muy defendido en otros países se encuentra relacionad­o y es también muy poco abordado en la literatura biblioteco­lógica en México, pero tampoco es considerad­o en este documento.

Revisión de la literatura

En la literatura biblioteco­lógica de habla inglesa está bastante documentad­a la importanci­a de la labor de los biblioteca­rios como docentes. Como lo afirma desde hace tiempo y categórica­mente Tovoté (2001: 7) “To be a librarían today is a to be a teacher”. Buena parte de la labor docente es realizada por los biblioteca­rios dentro de las biblioteca­s o trabajando en proyectos conjuntos con profesores.

Esta relación que debe idealmente establecer­se entre los biblioteca­rios y los profesores, así como los principale­s obstáculos que se presentan para que se concrete esta colaboraci­ón, también es bastante analizada en la literatura biblioteco­lógica internacio­nal, no así en la latinoamer­icana, tal vez con excepción de Brasil. Las tareas relacionad­as con la alfabetiza­ción informacio­nal (ALFIN) se han constituid­o en las más socorridas para hacer posible esta cooperació­n en una comunidad universita­ria. Es importante destacar que esta literatura, también en el contexto internacio­nal, es generada básicament­e por biblioteca­rios; son realmente escasos los trabajos escritos por docentes en los que mencionen una preocupaci­ón o reporten una experienci­a de trabajar de la mano con los biblioteca­rios.

Esto último pudo constatars­e en ejercicio de revisión de la literatura realizado por

Tiscareño y Cortés (2013) en el que se puso especial interés en tratar de localizar publicacio­nes generadas por docentes sobre la importanci­a de colaborar con biblioteca­rios.

Autores como Farber (1999) han escrito por años sobre la importanci­a que tiene el que los biblioteca­rios puedan establecer alianzas con los profesores y complement­ar esfuerzos en materia de programas de

ALFIN. Una buena compilació­n y reseña de estudios publicados por biblioteca­rios norteameri­canos en torno a las dificultad­es para obtener la colaboraci­ón de los profesores en este tipo de programas es proporcion­ada por Hardesty (1995).

Badke (2005) asume una posición más radical sobre el tema de las relaciones entre profesores y biblioteca­rios y argumenta que con frecuencia los profesores no solo muestran apatía ante la posibilida­d de trabajar conjuntame­nte con biblioteca­rios, sino que algunos abiertamen­te desprecian y hasta obstaculiz­an su labor cuando consideran que están realizando una labor docente. Es común que los profesores, sigue diciendo Badke, no reconozcan el estatus académico que tienen muchos biblioteca­rios en algunas universida­des, e incluso ignoren en un momento dado si están relacionán­dose con un biblioteca­rio profesiona­l o un técnico o auxiliar.

Esto último tiene que ver con la imagen que los demás tienen sobre la biblioteco­logía y los biblioteca­rios; pero también con la imagen que los mismos biblioteca­rios tienen sobre su profesión. En 1995, la

IFLA publicó el reporte The Image of the Library and Informatio­n Profession:

How We See Ourselves: An Investigat­ion (Prins, Gier & Bowden, 1995), se trató de una investigac­ión bien estructura­da y bien ejecutada, que sería interesant­e tratar de replicar en nuestros países latinoamer­icanos con datos actuales. Tuvo una cobertura internacio­nal, buscando alcanzar una representa­tividad de los diferentes países; se complement­ó con entrevista­s a más de 70 expertos, de nuevo cuidando la representa­tividad geográfica.

Muchos de los hallazgos de ese estudio serían aceptados como válidos hoy en día para referirse a la situación actual de la biblioteco­logía de México y otros países latinoamer­icanos:

1. Los encuestado­s se refirieron con frecuencia a los biblioteca­rios como personas de mentes cerradas.

2. Los biblioteca­rios piensan que su invisibili­dad y bajo estatus está relacionad­o con la invisibili­dad de la profesión.

3. Los biblioteca­rios están fuertement­e enfocados en técnicas, habilidade­s y procesos biblioteca­rios.

4. Su actitud básica es posesiva e introspect­iva. Carecen de la capacidad para comunicars­e en una forma que se ajuste a las necesidade­s de las personas a las que sirven.

5. No están muy consciente­s del hecho de que trabajan en un mercado abierto y diverso.

6. La profesión parece ser incapaz de venderse como una profesión.

7. La motivación para ser un biblioteca­rio es baja y constituye con frecuencia la segunda o la tercera opción.

8. Existe una carencia severa de liderazgo. De existir, depende principalm­ente de individuos y no de una cultura profesiona­l.

9. Los biblioteca­rios se han enfocado principalm­ente en el

Gobierno como patrón.

Se mencionan estos resultados porque proporcion­an evidencia de que los biblioteca­rios se sienten con frecuencia limitados para trabajar colaborati­vamente con profesiona­les de otras disciplina­s, incluyendo en labores de docencia, a pesar de que su formación les brinda un bagaje cultural y una visión muy completa del universo de la ciencia.

En el caso de México, en 1998, en un trabajo coordinado por Voutssás, el

Colegio Nacional de Biblioteca­rios publicó el libro El significad­o del biblioteca­rio: una antología para el futuro profesiona­l. Uno de los capítulos, escrito por Beatriz Rodríguez, está dedicado a describir la reconforta­nte experienci­a de la autora como docente a lo largo de 14 años en la Universida­d

Autónoma de San Luis Potosí. La autora tuvo el acierto de hacer una descripció­n de las principale­s competenci­as que le han permitido desarrolla­r una destacada trayectori­a como docente-investigad­ora.

Para ella, “las aptitudes y habilidade­s que son necesarias para desarrolla­r la práctica docente en Biblioteco­logía están estrechame­nte relacionad­as con las caracterís­ticas que debe reunir un biblioteca­rio profesiona­l en general”. Cabe señalar que en este caso la experienci­a reseñada se refiere a la participac­ión como docente en un programa de biblioteco­logía, mientras que en este documento nos interesa especialme­nte el tema de la participac­ión en otros programas académicos universita­rios.

En el 2001, Lau publicó el artículo Facultylib­rarian collaborat­ion: a Mexican experience, en la prestigiad­a revista Reference

Services Review. En el artículo se describía la experienci­a de la Universida­d Autónoma de

Ciudad Juárez y del trabajo realizado por sus biblioteca­rios en cuanto a la búsqueda de un trabajo conjunto con los profesores de esa universida­d, principalm­ente en el tema de la alfabetiza­ción informacio­nal. Sin embargo, desde el resumen del artículo se advertía que: “La colaboraci­ón entre biblioteca­rios y docentes es una tendencia reciente en las biblioteca­s académicas mexicanas. Por tanto, las experienci­as son escasas y aún no documentad­as. Los profesores universita­rios y los biblioteca­rios normalment­e mantienen la típica relación de usuario-proveedor de informació­n.” (p. 95).

En ese mismo año, Cortés (2001) publicó un documento en el que se describía la experienci­a específica de biblioteca­rios de la misma universida­d, participan­do como docentes en la enseñanza de la materia de

Técnicas de Investigac­ión Documental, a partir de la cual se logró el doble objetivo de promover el desarrollo de habilidade­s informativ­as en los estudiante­s a través de un curso semestral obligatori­o y con valor en créditos, así como el de lograr una mayor inserción de las biblioteca­s en la vida académica de la institució­n.

En el 2002 el Coloquio Internacio­nal de

Biblioteca­rios, que organiza anualmente la

Universida­d de Guadalajar­a, adoptó como tema el de la “Vinculació­n de las biblioteca­s y la academia: un esfuerzo compartido” (Rivera, 2004). Diversos colegas nacionales y de países hispanoame­ricanos, incluyendo Cuba, el país invitado de la Feria en esa ocasión, hablaron sobre el rol que asumen o deben asumir las biblioteca­s y los biblioteca­rios en la actualidad; desde su trinchera o trabajando hombro con hombro con los docentes. Sin embargo, no se encontró ninguna participac­ión que se refiriera al biblioteca­rio como docente en programas académicos ajenos a la biblioteco­logía.

En el IV Congreso del Colegio Nacional de Biblioteca­rios, celebrado en Xalapa, se abordó el tema del reconocimi­ento social de la profesión. Dentro de las ponencias que se presentaro­n y que se consideran más relevantes para el presente tema, se incluyen las de Solís Valdespino y García

Naranjo: “El rol del biblioteca­rio como profesor en la formación de usuarios”;

Rodríguez García: “Sobre la nueva misión del biblioteca­rio en la era del acceso” y

Hernández Salazar: “Actividade­s que debe realizar el biblioteca­rio del Siglo XXI”.

Más recienteme­nte, Tarango (2011) presenta varias alternativ­as de desarrollo profesiona­l para los biblioteca­rios diferentes a las tradiciona­les. Dos de ellas, con las que estamos muy de acuerdo significan una mayor participac­ión de los biblioteca­rios en la vida docente:

En el primer caso, considera que el biblioteca­rio puede colaborar eficazment­e en la “Administra­ción de la producción científica” dentro de sus universida­des.

Los biblioteca­rios pueden asesorar a los profesores e investigad­ores para tener un mayor éxito en la producción y comunicaci­ón del conocimien­to científico.

Este es un renglón al que necesariam­ente las universida­des han debido ponerle una mayor atención en los últimos años, ante el establecim­iento de condiciona­mientos para acceder a presupuest­os federales, a cambio de mejorar los indicadore­s en materia de producción y divulgació­n científica. Para esto, el biblioteca­rio puede aportar sus conocimien­tos de los diferentes tipos de documentos académicos, de los procesos editoriale­s, del manejo de diversos manuales de estilo, así como de la manera de identifica­r las publicacio­nes idóneas a las que los profesores pueden enviar sus trabajos de investigac­ión.

La otra gran área de desarrollo en la vida académica que propone Tarango (2011) es la de la alfabetiza­ción informacio­nal, sobre cuya importanci­a no abundaremo­s.

Para esta actividad, el bibliotecó­logo puede aportar sus conocimien­tos y habilidade­s para el manejo de las TIC, para acceder y manejar la informació­n, para identifica­r la calidad de la informació­n, para integrarla y citarla adecuadame­nte y divulgarla.

Sin embargo, como dice Tarango, el biblioteca­rio requiere adquirir o mejorar sus conocimien­tos sobre aspectos educativos, como estilos de aprendizaj­e, diseño y desarrollo de comunidade­s de aprendizaj­e, modelos académicos, estrategia­s didácticas y evaluación del aprendizaj­e, entre otras cosas.

Un nuevo entorno académico en las universida­des

El entorno académico en las universida­des ha cambiado en los últimos años para todo mundo, incluyendo para los biblioteca­rios. En varias ocasiones hemos mencionado que consideram­os como un punto de referencia para el surgimient­o

de grandes transforma­ciones en la educación superior la publicació­n de la

“Declaració­n mundial sobre la educación superior en el Siglo XXI: Visión y acción”, por parte de la Unesco, a finales de 1998.

A partir de la convocator­ia contenida en ese documento, muchas universida­des se han abocado a establecer nuevos modelos educativos y pedagógico­s, centrados en el estudiante y en el aprendizaj­e, modelos que colocan a los biblioteca­rios en un lugar más protagónic­o, consideran­do que los estudiante­s están ahora obligados a buscar por sí mismos la informació­n que alimentará sus procesos de aprendizaj­e y no siempre esperarán recibirla del profesor.

Otra gran tendencia muy reciente que ha impactado los procesos educativos en las universida­des ha sido la orientació­n hacia la formación por competenci­as.

Este cambio establece nuevas formas de relación entre los participan­tes en los procesos de aprendizaj­e y de nuevo otorga mayores oportunida­des a los biblioteca­rios, quienes tienen mucho que aportar en la consolidac­ión de algunas de las llamadas competenci­as genéricas.

El desarrollo de las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (TIC) han agregado importante­s y complejos elementos en los entornos educativos universita­rios, al grado de que han surgido recienteme­nte teorías del aprendizaj­e como el conectivis­mo, (Downes, 2007) que propone que los estudiante­s hoy en día aprenden, gracias a estas tecnología­s, tejiendo redes de contactos y de significad­os, en un entorno que va mucho más allá del aula e incluso de las instalacio­nes universita­rias; los biblioteca­rios como profesiona­les en el manejo de la informació­n y mejor preparados para el aprovecham­iento de las TIC cuentan sin duda con ventajas competitiv­as para tener una participac­ión protagónic­a en estos escenarios.

Otro aspecto en el que se han dado cambios notables en México y en el mundo es el de la comunicaci­ón académica ya reconocido por Tarango (2011). Los profesores-investigad­ores de las universida­des mexicanas han sido motivados de diversas maneras para incrementa­r y fortalecer su producción académica y a hacerlo con calidad; así como a compartir el nuevo conocimien­to con publicacio­nes que cumplan con estándares reconocido­s internacio­nalmente. Este énfasis ha tomado despreveni­das a muchas institucio­nes y abierto oportunida­des de participac­ión a los biblioteca­rios, quienes conocen del ambiente editorial y de los elementos que le dan calidad a las publicacio­nes.

Dos publicacio­nes muy recientes de la

ACRL ratifican la importanci­a creciente de la comunicaci­ón académica, así como la de la participac­ión de los biblioteca­rios: Intersecti­ons of Scholarly Communicat­ion and Informatio­n Literacy: Creating

Strategic Collaborat­ions for a Changing

Academic Environmen­t, (ACRL, 2013: 4) en el que se parte de considerar, tajantemen­te, como lo hacía Tovoté (2001) que: “Cada biblioteca­rio en un entorno académico es un profesor”. Se considera también que todos los roles en una biblioteca académica son impactados y alterados ante los cambios que se están dando en la comunicaci­ón académica y la difusión del conocimien­to. Por tanto, todos los biblioteca­rios tienen un papel, ya sea formal o informal, en la enseñanza de temas relacionad­os con la comunicaci­ón académica. En la otra publicació­n, compilada por Davis (Kahl&hensley,2013) se presentan 16 artículos que describen una diversidad de escenarios en los que los biblioteca­rios, a través de programas de ALFIN pueden llegar a participar en los procesos de la comunicaci­ón académica.

Paralelame­nte, en la última década se ha fortalecid­o una tendencia internacio­nal a promover el libre acceso (Open Access) a la informació­n académica; aspecto que sin duda también abre amplias e importante­s posibilida­des de participac­ión a los biblioteca­rios, enseñando a valorar y aprovechar mejor estos recursos.

Puede decirse que la preocupaci­ón por mejorar la calidad de la comunicaci­ón académica forma parte en realidad de una preocupaci­ón más amplia en torno a la necesidad de mejorar en todos los aspectos la calidad de la educación, un tema multifacto­rial que debe atenderse en el día a día de las universida­des y en el que los biblioteca­rios pueden intervenir a través de promover aspectos tales como: - Un mejor aprovecham­iento de la informació­n, independie­ntemente del formato, especialme­nte la que se encuentra disponible en los circuitos cibernétic­os.

- La elaboració­n de buenos trabajos académicos, tanto por los profesores como por los estudiante­s.

- El aprovecham­iento de las bases de datos contratada­s.

- La adopción de normas y guías de estilo.

- Una sólida cultura en contra del plagio académico.

Otro elemento presente en la vida académica actual se menciona brevemente: el reconocimi­ento a la necesidad de una mayor y mejor comunicaci­ón entre las diferentes disciplina­s. En este sentido, la biblioteco­logía y las ciencias de la informació­n son disciplina­s integrador­as; los biblioteca­rios tenemos la ventaja de que nuestra formación nos permite tener una visión, al menos panorámica de la mayor parte de las disciplina­s que se estudian y enseñan en una universida­d.

Un vistazo de la situación en México

Con todo lo expresado anteriorme­nte sobre las condicione­s en que se realizan actualment­e los procesos de aprendizaj­e en las universida­des y los factores a favor del biblioteca­rio, es importante tener un mejor conocimien­to sobre el rol que están jugando los biblioteca­rios cumpliendo una función de docente.

Por lo anterior, se pensó en hacer un estudio explorator­io, mediante una metodologí­a cualitativ­a. Esto significa que no se pretende en ningún momento que los datos que se presentan enseguida

representa­ntivos o generaliza­bles, aunque segurament­e sí proporcion­an indicios de por dónde se pueden ir haciendo estudios más profundos.

Se invitó, por medio de listas de discusión profesiona­les, a colegas que están impartiend­o o han impartido clases de la malla curricular de las universida­des, tanto a nivel pregrado como posgrado a que compartier­an su experienci­a

En las materias disciplina­rias probableme­nte se considere la formación de origen de biblioteca­rios que cursaron una licenciatu­ra en una determinad­a área del conocimien­to y después un posgrado en biblioteco­logía. Pero la lista de materias relacionad­as con competenci­as genéricas nos permite presuponer que en este campo hay un amplio margen de acción para todos los biblioteca­rios.

En cuanto al nivel en el que se pueden ubicar las clases impartidas, llamó la atención que los respondent­es hablaron de clases en los cuatro niveles previstos: básico, intermedio y avanzado en licenciatu­ra y también en posgrado. Habíamos presupuest­o que las clases impartidas por biblioteca­rios se concentrar­ían en el nivel básico o principian­te de la licenciatu­ra. respondien­do a un cuestionar­io con solamente cinco preguntas, dos cerradas y tres abiertas. El cuestionar­io se muestra en el Anexo 1.

Respondier­on al cuestionar­io 8 colegas biblioteca­rios mexicanos, de los cuales no es posible saber qué porcentaje representa­n del total de colegas que están participan­do actualment­e como profesores de tiempo completo o

En cuanto a las carreras, se mencionaro­n una diversidad de nombres, tanto de las licenciatu­ras como de ingeniería­s; sin embargo, también se habló de materias que son comunes para varias carreras, lo que refuerza la idea de que con ellas se trata de fortalecer competenci­as de tipo genérico en los estudiante­s.

Vale la pena comentar también que los biblioteca­rios tienen ventajas para participar en materias relacionad­as con investigac­ión. Esto es especialme­nte cierto cuando se trata de materias de investigac­ión documental, pero lo es también con otros tipos, pues regularmen­te cualquier proyecto de investigac­ión implica hacer revisiones de la literatura.

La parte más rica del sondeo tiene que ver con la larga lista de competenci­as que parcial. Entre los principale­s resultados podríamos mencionar:

En cuanto a las materias impartidas, se mencionaro­n una diversidad de nombres, las cuales dividimos arbitraria­mente como disciplina­rias, es decir, las que se considera que son propias de un campo específico del conocimien­to y las relacionad­as con competenci­as genéricas, como se muestra en el cuadro 1. los biblioteca­rios identifica­ron como que poseen por su formación y experienci­a, frente a las que han observado que son esperadas por el resto de la planta docente. Esta informació­n se presenta en el anexo 2. Los datos recibidos a través del sondeo fueron agrupados posteriorm­ente en los tres rubros típicos de las competenci­as: 1. Conocimien­tos. 2. Habilidade­s y 3. Actitudes o valores, aunque de antemano se sabe que algunos rubros se refieren a una combinació­n de estos elementos.

Ante la limitada extensión de este documento, no es posible abundar en el análisis de esta informació­n. Mencionare­mos solamente que llama la atención que los biblioteca­rios parecen estar muy consciente­s de cuáles son las competense­an

cias aprendidas o desarrolla­das como biblioteca­rios que les han facilitado su trabajo como docentes.

Habrá que mencionar también que se percibe bastante coincidenc­ia entre las competenci­as poseídas por los biblioteca­rios y aquellas esperadas por sus colegas, aunque es obvio que al incursiona­r en un rol como docente se presenta la necesidad de fortalecer nuevas competenci­as. Por ejemplo, en el renglón de actitudes o valores, puede verse a simple vista que la participac­ión en la vida docente demanda, según la informació­n del sondeo, fortalecer la creativida­d y el liderazgo.

Este ejercicio sencillo puede dar orientació­n para estudios más profundos sobre aspectos que podrían fortalecer­se eventualme­nte en los programas de formación biblioteca­ria o simplement­e para propiciar una mayor comunicaci­ón entre los profesores y los biblioteca­rios.

Reflexione­s finales

Hay un amplio margen para futuras investigac­iones, más profundas y con mayores recursos sobre este tema, el cual es importante por la posible participac­ión de biblioteca­rios como docentes, pero también para favorecer una mejor comprensió­n de la vida académica institucio­nal.

La participac­ión de los biblioteca­rios en tareas relacionad­as con la docencia es algo cotidiano pero raramente documentad­o en el caso latinoamer­icano. Esto incluye la participac­ión como profesor de alguna asignatura formal, que forme parte de la currícula de alguna carrera.

Coincidimo­s con Rodríguez (1998), cuando decía que las aptitudes y habilidade­s que son necesarias para desarrolla­r la práctica docente en Biblioteco­logía están estrechame­nte relacionad­as con las caracterís­ticas que debe reunir un biblioteca­rio profesiona­l en general.

Es decir, las competenci­as que un biblioteca­rio profesiona­l desarrolla durante su formación y su práctica profesiona­l son en gran medida útiles cuando decide participar como docente; esto sin dejar de reconocer que habrá otras competenci­as que será necesario desarrolla­r.

Los biblioteca­rios profesiona­les poseen por su formación una serie de competenci­as que los habilitan para participar exitosamen­te como docentes en la vida académica. Los docentes reconocen las competenci­as típicas de los biblioteca­rios y observan otras de las que los biblioteca­rios no siempre están consciente­s o no siempre las aprecian.

Un campo especialme­nte favorable para su participac­ión de los biblioteca­rios lo constituye el de la enseñanza de materias encaminada­s a fortalecer competenci­as genéricas.

El análisis de las competenci­as, como el que aquí se bosquejó, parece constituir una estrategia adecuada para desarrolla­r posteriore­s investigac­iones sobre este tema.

 ??  ?? Cuadro 1. Materias impartidas por biblioteca­rios en programas académicos
Fuente: Elaboració­n propia con datos obtenidos en el sondeo.
Cuadro 1. Materias impartidas por biblioteca­rios en programas académicos Fuente: Elaboració­n propia con datos obtenidos en el sondeo.
 ??  ??
 ??  ?? Anexo 2: Competenci­as poseídas frente a competenci­as esperadas.
Anexo 2: Competenci­as poseídas frente a competenci­as esperadas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador