BIBLIOTECARIOS COMO DOCENTES EN UNA UNIVERSIDAD:
¿UN ESCENARIO POCO EXPLORADO O POCO DOCUMENTADO?1
Resumen
Los bibliotecarios pueden realizar una aportación muy importante en las universidades participando como docentes, colaborando en lograr un mejor aprovechamiento de la información en las universidades y a desarrollar una cultura que redunde en el incremento de la calidad en las principales actividades académicas. El tema, sin embargo, es poco estudiado y mencionado en la literatura bibliotecológica, especialmente en el ámbito latinoamericano. En este artículo se busca presentar un panorama de posibles e importantes funciones que un bibliotecario puede cumplir, formal o informalmente, como miembro del cuerpo de docentes. La información presentada proviene de una revisión bibliográfica, de las propias experiencias del autor y de la socialización del tema con otros colegas bibliotecarios que han encontrado en la vida docente un interesante y productivo escenario para proyectar su desarrollo profesional.
Palabras clave
Bibliotecarios como docentes
Educación superior
Vida académica
Presentación
Este trabajo aborda el tema de la función de los bibliotecarios realizando actividades docentes en una institución universitaria.
El propósito principal es colaborar a documentar un tema considerado importante pero del cual se publica muy poco en la literatura bibliotecológica mexicana y latinoamericana, a pesar de que existe una serie de actividades académicas en las que el bibliotecario está preparado para tener una participación productiva.
Setratadeunestudioexploratorio;semezcla una revisión documental con algunos datos obtenidos a partir de un sondeo meramente cualitativo, alimentados con consideraciones personales. La visión presentada tiene mucho de subjetividad, tanto por la forma en que se recogieron los datos proporcionados por algunos colegas, como por el hecho de en varios momentos se proyecta la experiencia y la visión personal del autor.
En los siguientes apartados se presenta una descripción del problema, una delimitación del tema y los hallazgos más importantes de una revisión de la literatura no exhaustiva; enseguida se comparten algunas visiones sobre los nuevos entornos académicos y la participación de los bibliotecarios en la vida docente, acompañadas con comentarios recabados de colegas bibliotecarios a través de un sondeo. El documento termina con algunas reflexiones finales o conclusiones.
Se incorporan dos anexos: uno con el cuestionario empleado en el sondeo y otro con un listado de competencias identificadas como poseídas por los bibliotecarios, frente a las que parecen esperar los demás docentes.
Planteamiento del problema
La labor de los bibliotecarios universitarios consiste fundamentalmente en apoyar los procesos de enseñanza-aprendizaje y los de generación de nuevos conocimientos que se realizan en su institución. Esta participación se logra regularmente a través de los servicios que prestan desde las unidades de información, pero desde hace tiempo se ha considerado que buena parte de su aportación puede darse saliendo de las instalaciones físicas de las bibliotecas.
Existe un campo de desarrollo natural y muy importante para los bibliotecarios participando, en tiempo parcial o total, en la actividad académica como docentes y sin duda debe haber experiencias exitosas de bibliotecarios que ya lo están haciendo; sin embargo, es un tema del que se publica y se sabe muy poco. Es necesario tratar de conocer más al respecto.
Delimitación del tema
Si bien se hace una revisión general de la participación de los bibliotecarios en trabajos docentes, este documento pretende centrarse en su actuación como profesores, impartiendo clases en tiempo parcial o de tiempo completo, en alguna materia con valor en créditos que forme parte de la malla curricular de una o varias carreras en la universidad, ya sea en el nivel de pregrado o en el de posgrado.
En esta ocasión no se trata de estudiar la labor docente de colegas bibliotecarios en las escuelas de bibliotecología, por
considerar que es un ámbito de trabajo más cercano y familiar, donde probablemente requieran de competencias diferentes a las que necesitan desarrollar al trabajar con docentes que tienen una formación académica distinta.
Tampoco se busca abundar sobre la figura del bibliotecario-profesor (library teacher) como es descrita por autores como (Laguardia&oka, 2001) en Becoming a
Library Teacher. Este tema es interesante también; sin embargo, se trata de bibliotecarios que realizan su labor de enseñanza desde la biblioteca y no es el tema que nos interesa en esta ocasión.
A lo largo del documento se utiliza con frecuencia el término “docente”, en lugar de profesor, con lo cual se pretende hacer referencia a una labor que va más allá de la instrucción en el aula: un “docente” regularmente debe, además de diseñar y facilitar sesiones de enseñanza-aprendizaje en las aulas, desarrollar o participar en proyectos de investigación, realizar tutorías y cumplir con tareas de gestión o extensión.
El tema del estatus académico de los bibliotecarios, muy defendido en otros países se encuentra relacionado y es también muy poco abordado en la literatura bibliotecológica en México, pero tampoco es considerado en este documento.
Revisión de la literatura
En la literatura bibliotecológica de habla inglesa está bastante documentada la importancia de la labor de los bibliotecarios como docentes. Como lo afirma desde hace tiempo y categóricamente Tovoté (2001: 7) “To be a librarían today is a to be a teacher”. Buena parte de la labor docente es realizada por los bibliotecarios dentro de las bibliotecas o trabajando en proyectos conjuntos con profesores.
Esta relación que debe idealmente establecerse entre los bibliotecarios y los profesores, así como los principales obstáculos que se presentan para que se concrete esta colaboración, también es bastante analizada en la literatura bibliotecológica internacional, no así en la latinoamericana, tal vez con excepción de Brasil. Las tareas relacionadas con la alfabetización informacional (ALFIN) se han constituido en las más socorridas para hacer posible esta cooperación en una comunidad universitaria. Es importante destacar que esta literatura, también en el contexto internacional, es generada básicamente por bibliotecarios; son realmente escasos los trabajos escritos por docentes en los que mencionen una preocupación o reporten una experiencia de trabajar de la mano con los bibliotecarios.
Esto último pudo constatarse en ejercicio de revisión de la literatura realizado por
Tiscareño y Cortés (2013) en el que se puso especial interés en tratar de localizar publicaciones generadas por docentes sobre la importancia de colaborar con bibliotecarios.
Autores como Farber (1999) han escrito por años sobre la importancia que tiene el que los bibliotecarios puedan establecer alianzas con los profesores y complementar esfuerzos en materia de programas de
ALFIN. Una buena compilación y reseña de estudios publicados por bibliotecarios norteamericanos en torno a las dificultades para obtener la colaboración de los profesores en este tipo de programas es proporcionada por Hardesty (1995).
Badke (2005) asume una posición más radical sobre el tema de las relaciones entre profesores y bibliotecarios y argumenta que con frecuencia los profesores no solo muestran apatía ante la posibilidad de trabajar conjuntamente con bibliotecarios, sino que algunos abiertamente desprecian y hasta obstaculizan su labor cuando consideran que están realizando una labor docente. Es común que los profesores, sigue diciendo Badke, no reconozcan el estatus académico que tienen muchos bibliotecarios en algunas universidades, e incluso ignoren en un momento dado si están relacionándose con un bibliotecario profesional o un técnico o auxiliar.
Esto último tiene que ver con la imagen que los demás tienen sobre la bibliotecología y los bibliotecarios; pero también con la imagen que los mismos bibliotecarios tienen sobre su profesión. En 1995, la
IFLA publicó el reporte The Image of the Library and Information Profession:
How We See Ourselves: An Investigation (Prins, Gier & Bowden, 1995), se trató de una investigación bien estructurada y bien ejecutada, que sería interesante tratar de replicar en nuestros países latinoamericanos con datos actuales. Tuvo una cobertura internacional, buscando alcanzar una representatividad de los diferentes países; se complementó con entrevistas a más de 70 expertos, de nuevo cuidando la representatividad geográfica.
Muchos de los hallazgos de ese estudio serían aceptados como válidos hoy en día para referirse a la situación actual de la bibliotecología de México y otros países latinoamericanos:
1. Los encuestados se refirieron con frecuencia a los bibliotecarios como personas de mentes cerradas.
2. Los bibliotecarios piensan que su invisibilidad y bajo estatus está relacionado con la invisibilidad de la profesión.
3. Los bibliotecarios están fuertemente enfocados en técnicas, habilidades y procesos bibliotecarios.
4. Su actitud básica es posesiva e introspectiva. Carecen de la capacidad para comunicarse en una forma que se ajuste a las necesidades de las personas a las que sirven.
5. No están muy conscientes del hecho de que trabajan en un mercado abierto y diverso.
6. La profesión parece ser incapaz de venderse como una profesión.
7. La motivación para ser un bibliotecario es baja y constituye con frecuencia la segunda o la tercera opción.
8. Existe una carencia severa de liderazgo. De existir, depende principalmente de individuos y no de una cultura profesional.
9. Los bibliotecarios se han enfocado principalmente en el
Gobierno como patrón.
Se mencionan estos resultados porque proporcionan evidencia de que los bibliotecarios se sienten con frecuencia limitados para trabajar colaborativamente con profesionales de otras disciplinas, incluyendo en labores de docencia, a pesar de que su formación les brinda un bagaje cultural y una visión muy completa del universo de la ciencia.
En el caso de México, en 1998, en un trabajo coordinado por Voutssás, el
Colegio Nacional de Bibliotecarios publicó el libro El significado del bibliotecario: una antología para el futuro profesional. Uno de los capítulos, escrito por Beatriz Rodríguez, está dedicado a describir la reconfortante experiencia de la autora como docente a lo largo de 14 años en la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí. La autora tuvo el acierto de hacer una descripción de las principales competencias que le han permitido desarrollar una destacada trayectoria como docente-investigadora.
Para ella, “las aptitudes y habilidades que son necesarias para desarrollar la práctica docente en Bibliotecología están estrechamente relacionadas con las características que debe reunir un bibliotecario profesional en general”. Cabe señalar que en este caso la experiencia reseñada se refiere a la participación como docente en un programa de bibliotecología, mientras que en este documento nos interesa especialmente el tema de la participación en otros programas académicos universitarios.
En el 2001, Lau publicó el artículo Facultylibrarian collaboration: a Mexican experience, en la prestigiada revista Reference
Services Review. En el artículo se describía la experiencia de la Universidad Autónoma de
Ciudad Juárez y del trabajo realizado por sus bibliotecarios en cuanto a la búsqueda de un trabajo conjunto con los profesores de esa universidad, principalmente en el tema de la alfabetización informacional. Sin embargo, desde el resumen del artículo se advertía que: “La colaboración entre bibliotecarios y docentes es una tendencia reciente en las bibliotecas académicas mexicanas. Por tanto, las experiencias son escasas y aún no documentadas. Los profesores universitarios y los bibliotecarios normalmente mantienen la típica relación de usuario-proveedor de información.” (p. 95).
En ese mismo año, Cortés (2001) publicó un documento en el que se describía la experiencia específica de bibliotecarios de la misma universidad, participando como docentes en la enseñanza de la materia de
Técnicas de Investigación Documental, a partir de la cual se logró el doble objetivo de promover el desarrollo de habilidades informativas en los estudiantes a través de un curso semestral obligatorio y con valor en créditos, así como el de lograr una mayor inserción de las bibliotecas en la vida académica de la institución.
En el 2002 el Coloquio Internacional de
Bibliotecarios, que organiza anualmente la
Universidad de Guadalajara, adoptó como tema el de la “Vinculación de las bibliotecas y la academia: un esfuerzo compartido” (Rivera, 2004). Diversos colegas nacionales y de países hispanoamericanos, incluyendo Cuba, el país invitado de la Feria en esa ocasión, hablaron sobre el rol que asumen o deben asumir las bibliotecas y los bibliotecarios en la actualidad; desde su trinchera o trabajando hombro con hombro con los docentes. Sin embargo, no se encontró ninguna participación que se refiriera al bibliotecario como docente en programas académicos ajenos a la bibliotecología.
En el IV Congreso del Colegio Nacional de Bibliotecarios, celebrado en Xalapa, se abordó el tema del reconocimiento social de la profesión. Dentro de las ponencias que se presentaron y que se consideran más relevantes para el presente tema, se incluyen las de Solís Valdespino y García
Naranjo: “El rol del bibliotecario como profesor en la formación de usuarios”;
Rodríguez García: “Sobre la nueva misión del bibliotecario en la era del acceso” y
Hernández Salazar: “Actividades que debe realizar el bibliotecario del Siglo XXI”.
Más recientemente, Tarango (2011) presenta varias alternativas de desarrollo profesional para los bibliotecarios diferentes a las tradicionales. Dos de ellas, con las que estamos muy de acuerdo significan una mayor participación de los bibliotecarios en la vida docente:
En el primer caso, considera que el bibliotecario puede colaborar eficazmente en la “Administración de la producción científica” dentro de sus universidades.
Los bibliotecarios pueden asesorar a los profesores e investigadores para tener un mayor éxito en la producción y comunicación del conocimiento científico.
Este es un renglón al que necesariamente las universidades han debido ponerle una mayor atención en los últimos años, ante el establecimiento de condicionamientos para acceder a presupuestos federales, a cambio de mejorar los indicadores en materia de producción y divulgación científica. Para esto, el bibliotecario puede aportar sus conocimientos de los diferentes tipos de documentos académicos, de los procesos editoriales, del manejo de diversos manuales de estilo, así como de la manera de identificar las publicaciones idóneas a las que los profesores pueden enviar sus trabajos de investigación.
La otra gran área de desarrollo en la vida académica que propone Tarango (2011) es la de la alfabetización informacional, sobre cuya importancia no abundaremos.
Para esta actividad, el bibliotecólogo puede aportar sus conocimientos y habilidades para el manejo de las TIC, para acceder y manejar la información, para identificar la calidad de la información, para integrarla y citarla adecuadamente y divulgarla.
Sin embargo, como dice Tarango, el bibliotecario requiere adquirir o mejorar sus conocimientos sobre aspectos educativos, como estilos de aprendizaje, diseño y desarrollo de comunidades de aprendizaje, modelos académicos, estrategias didácticas y evaluación del aprendizaje, entre otras cosas.
Un nuevo entorno académico en las universidades
El entorno académico en las universidades ha cambiado en los últimos años para todo mundo, incluyendo para los bibliotecarios. En varias ocasiones hemos mencionado que consideramos como un punto de referencia para el surgimiento
de grandes transformaciones en la educación superior la publicación de la
“Declaración mundial sobre la educación superior en el Siglo XXI: Visión y acción”, por parte de la Unesco, a finales de 1998.
A partir de la convocatoria contenida en ese documento, muchas universidades se han abocado a establecer nuevos modelos educativos y pedagógicos, centrados en el estudiante y en el aprendizaje, modelos que colocan a los bibliotecarios en un lugar más protagónico, considerando que los estudiantes están ahora obligados a buscar por sí mismos la información que alimentará sus procesos de aprendizaje y no siempre esperarán recibirla del profesor.
Otra gran tendencia muy reciente que ha impactado los procesos educativos en las universidades ha sido la orientación hacia la formación por competencias.
Este cambio establece nuevas formas de relación entre los participantes en los procesos de aprendizaje y de nuevo otorga mayores oportunidades a los bibliotecarios, quienes tienen mucho que aportar en la consolidación de algunas de las llamadas competencias genéricas.
El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han agregado importantes y complejos elementos en los entornos educativos universitarios, al grado de que han surgido recientemente teorías del aprendizaje como el conectivismo, (Downes, 2007) que propone que los estudiantes hoy en día aprenden, gracias a estas tecnologías, tejiendo redes de contactos y de significados, en un entorno que va mucho más allá del aula e incluso de las instalaciones universitarias; los bibliotecarios como profesionales en el manejo de la información y mejor preparados para el aprovechamiento de las TIC cuentan sin duda con ventajas competitivas para tener una participación protagónica en estos escenarios.
Otro aspecto en el que se han dado cambios notables en México y en el mundo es el de la comunicación académica ya reconocido por Tarango (2011). Los profesores-investigadores de las universidades mexicanas han sido motivados de diversas maneras para incrementar y fortalecer su producción académica y a hacerlo con calidad; así como a compartir el nuevo conocimiento con publicaciones que cumplan con estándares reconocidos internacionalmente. Este énfasis ha tomado desprevenidas a muchas instituciones y abierto oportunidades de participación a los bibliotecarios, quienes conocen del ambiente editorial y de los elementos que le dan calidad a las publicaciones.
Dos publicaciones muy recientes de la
ACRL ratifican la importancia creciente de la comunicación académica, así como la de la participación de los bibliotecarios: Intersections of Scholarly Communication and Information Literacy: Creating
Strategic Collaborations for a Changing
Academic Environment, (ACRL, 2013: 4) en el que se parte de considerar, tajantemente, como lo hacía Tovoté (2001) que: “Cada bibliotecario en un entorno académico es un profesor”. Se considera también que todos los roles en una biblioteca académica son impactados y alterados ante los cambios que se están dando en la comunicación académica y la difusión del conocimiento. Por tanto, todos los bibliotecarios tienen un papel, ya sea formal o informal, en la enseñanza de temas relacionados con la comunicación académica. En la otra publicación, compilada por Davis (Kahl&hensley,2013) se presentan 16 artículos que describen una diversidad de escenarios en los que los bibliotecarios, a través de programas de ALFIN pueden llegar a participar en los procesos de la comunicación académica.
Paralelamente, en la última década se ha fortalecido una tendencia internacional a promover el libre acceso (Open Access) a la información académica; aspecto que sin duda también abre amplias e importantes posibilidades de participación a los bibliotecarios, enseñando a valorar y aprovechar mejor estos recursos.
Puede decirse que la preocupación por mejorar la calidad de la comunicación académica forma parte en realidad de una preocupación más amplia en torno a la necesidad de mejorar en todos los aspectos la calidad de la educación, un tema multifactorial que debe atenderse en el día a día de las universidades y en el que los bibliotecarios pueden intervenir a través de promover aspectos tales como: - Un mejor aprovechamiento de la información, independientemente del formato, especialmente la que se encuentra disponible en los circuitos cibernéticos.
- La elaboración de buenos trabajos académicos, tanto por los profesores como por los estudiantes.
- El aprovechamiento de las bases de datos contratadas.
- La adopción de normas y guías de estilo.
- Una sólida cultura en contra del plagio académico.
Otro elemento presente en la vida académica actual se menciona brevemente: el reconocimiento a la necesidad de una mayor y mejor comunicación entre las diferentes disciplinas. En este sentido, la bibliotecología y las ciencias de la información son disciplinas integradoras; los bibliotecarios tenemos la ventaja de que nuestra formación nos permite tener una visión, al menos panorámica de la mayor parte de las disciplinas que se estudian y enseñan en una universidad.
Un vistazo de la situación en México
Con todo lo expresado anteriormente sobre las condiciones en que se realizan actualmente los procesos de aprendizaje en las universidades y los factores a favor del bibliotecario, es importante tener un mejor conocimiento sobre el rol que están jugando los bibliotecarios cumpliendo una función de docente.
Por lo anterior, se pensó en hacer un estudio exploratorio, mediante una metodología cualitativa. Esto significa que no se pretende en ningún momento que los datos que se presentan enseguida
representantivos o generalizables, aunque seguramente sí proporcionan indicios de por dónde se pueden ir haciendo estudios más profundos.
Se invitó, por medio de listas de discusión profesionales, a colegas que están impartiendo o han impartido clases de la malla curricular de las universidades, tanto a nivel pregrado como posgrado a que compartieran su experiencia
En las materias disciplinarias probablemente se considere la formación de origen de bibliotecarios que cursaron una licenciatura en una determinada área del conocimiento y después un posgrado en bibliotecología. Pero la lista de materias relacionadas con competencias genéricas nos permite presuponer que en este campo hay un amplio margen de acción para todos los bibliotecarios.
En cuanto al nivel en el que se pueden ubicar las clases impartidas, llamó la atención que los respondentes hablaron de clases en los cuatro niveles previstos: básico, intermedio y avanzado en licenciatura y también en posgrado. Habíamos presupuesto que las clases impartidas por bibliotecarios se concentrarían en el nivel básico o principiante de la licenciatura. respondiendo a un cuestionario con solamente cinco preguntas, dos cerradas y tres abiertas. El cuestionario se muestra en el Anexo 1.
Respondieron al cuestionario 8 colegas bibliotecarios mexicanos, de los cuales no es posible saber qué porcentaje representan del total de colegas que están participando actualmente como profesores de tiempo completo o
En cuanto a las carreras, se mencionaron una diversidad de nombres, tanto de las licenciaturas como de ingenierías; sin embargo, también se habló de materias que son comunes para varias carreras, lo que refuerza la idea de que con ellas se trata de fortalecer competencias de tipo genérico en los estudiantes.
Vale la pena comentar también que los bibliotecarios tienen ventajas para participar en materias relacionadas con investigación. Esto es especialmente cierto cuando se trata de materias de investigación documental, pero lo es también con otros tipos, pues regularmente cualquier proyecto de investigación implica hacer revisiones de la literatura.
La parte más rica del sondeo tiene que ver con la larga lista de competencias que parcial. Entre los principales resultados podríamos mencionar:
En cuanto a las materias impartidas, se mencionaron una diversidad de nombres, las cuales dividimos arbitrariamente como disciplinarias, es decir, las que se considera que son propias de un campo específico del conocimiento y las relacionadas con competencias genéricas, como se muestra en el cuadro 1. los bibliotecarios identificaron como que poseen por su formación y experiencia, frente a las que han observado que son esperadas por el resto de la planta docente. Esta información se presenta en el anexo 2. Los datos recibidos a través del sondeo fueron agrupados posteriormente en los tres rubros típicos de las competencias: 1. Conocimientos. 2. Habilidades y 3. Actitudes o valores, aunque de antemano se sabe que algunos rubros se refieren a una combinación de estos elementos.
Ante la limitada extensión de este documento, no es posible abundar en el análisis de esta información. Mencionaremos solamente que llama la atención que los bibliotecarios parecen estar muy conscientes de cuáles son las competensean
cias aprendidas o desarrolladas como bibliotecarios que les han facilitado su trabajo como docentes.
Habrá que mencionar también que se percibe bastante coincidencia entre las competencias poseídas por los bibliotecarios y aquellas esperadas por sus colegas, aunque es obvio que al incursionar en un rol como docente se presenta la necesidad de fortalecer nuevas competencias. Por ejemplo, en el renglón de actitudes o valores, puede verse a simple vista que la participación en la vida docente demanda, según la información del sondeo, fortalecer la creatividad y el liderazgo.
Este ejercicio sencillo puede dar orientación para estudios más profundos sobre aspectos que podrían fortalecerse eventualmente en los programas de formación bibliotecaria o simplemente para propiciar una mayor comunicación entre los profesores y los bibliotecarios.
Reflexiones finales
Hay un amplio margen para futuras investigaciones, más profundas y con mayores recursos sobre este tema, el cual es importante por la posible participación de bibliotecarios como docentes, pero también para favorecer una mejor comprensión de la vida académica institucional.
La participación de los bibliotecarios en tareas relacionadas con la docencia es algo cotidiano pero raramente documentado en el caso latinoamericano. Esto incluye la participación como profesor de alguna asignatura formal, que forme parte de la currícula de alguna carrera.
Coincidimos con Rodríguez (1998), cuando decía que las aptitudes y habilidades que son necesarias para desarrollar la práctica docente en Bibliotecología están estrechamente relacionadas con las características que debe reunir un bibliotecario profesional en general.
Es decir, las competencias que un bibliotecario profesional desarrolla durante su formación y su práctica profesional son en gran medida útiles cuando decide participar como docente; esto sin dejar de reconocer que habrá otras competencias que será necesario desarrollar.
Los bibliotecarios profesionales poseen por su formación una serie de competencias que los habilitan para participar exitosamente como docentes en la vida académica. Los docentes reconocen las competencias típicas de los bibliotecarios y observan otras de las que los bibliotecarios no siempre están conscientes o no siempre las aprecian.
Un campo especialmente favorable para su participación de los bibliotecarios lo constituye el de la enseñanza de materias encaminadas a fortalecer competencias genéricas.
El análisis de las competencias, como el que aquí se bosquejó, parece constituir una estrategia adecuada para desarrollar posteriores investigaciones sobre este tema.