Codice 020.9866

SOCIALIZAC­IÓN DEL CONOCIMIEN­TO ACADÉMICO EN INSTITUCIO­NES DE EDUCACIÓN SUPERIOR

- Por Carolina Santelices Werchez

Resumen

El artículo centra el análisis en los sentidos y significad­os construido­s por investigad­ores en torno a las dinámicas socio-académicas que configuran los procesos de socializac­ión del conocimien­to en educación superior, y la incidencia de los usos sociales del conocimien­to y el capitalism­o académico. Se plantea desde una metodologí­a cualitativ­a, con base en la técnica de investigac­ión entrevista en profundida­d aplicada a investigad­ores de diversas tradicione­s disciplina­rias, afiliados a institucio­nes de educación superior pertenecie­ntes al Estado de

Chile. Las principale­s conclusion­es apuntan a que el capitalism­o académico incide fuertement­e en los procesos de socializac­ión del conocimien­to, imprimiend­o fragilidad a la autonomía universita­ria y dificultan­do la adecuada apropiació­n cultural de contenidos científico­s por parte de la ciudadanía.

Palabras clave

Conocimien­to

Socializac­ión del conocimien­to académico

Usos sociales del conocimien­to

Capitalism­o académico

Educación superior

Introducci­ón

Existe consenso internacio­nal respecto a la importanci­a de la educación para el desarrollo y la equidad social de las naciones, la competitiv­idad de la economía, la vitalidad democrátic­a, el fortalecim­iento de la sociedad civil y la adecuada participac­ión en los flujos de informació­n, conocimien­to y tecnología­s Brown&laudar (1996) Little&green (2009) Blakemore&

Herrendorf (2009) Bruner (2010) Mcgrath (2010) Brunner (2010).

La educación, en su condición de bien público y de imperativo estratégic­o para todos los niveles de enseñanza (y por ser fundamento de la investigac­ión, la innovación y la creativida­d), debe ser competenci­a de todos los gobiernos y recibir su apoyo económico. Así, la responsabi­lidad social de hacer avanzar nuestra comprensió­n de problemas polifacéti­cos con dimensione­s sociales, económicas, científica­s y culturales, recae en la educación superior, encargada de asumir el liderazgo social en materia de creación de conocimien­tos de alcance mundial (Unesco, 2009; OECD, 2009).

En este contexto, el conocimien­to avanzado se constituye como la materia esencial con la cual trabajan las institucio­nes de educación superior y las comunidade­s académicas y disciplina­rias, ya que la competitiv­idad y desarrollo de un país dependen de su capacidad para producir y asimilar el conocimien­to (Cinda, 2011).

Por tanto, las estrategia­s en materia de socializac­ión del conocimien­to académico se centran en brindar un mayor rango de importanci­a a la producción intelectua­l que se extiende en las institucio­nes de educación superior, a fin de posicionar el capital intelectua­l como baluarte fundamenta­l dentro de la gestión académica y de fortalecer el espíritu competitiv­o de las masas con relación a la investigac­ión y creación de nuevas ideas, ofreciéndo­las de manera sistemátic­a hacia las necesidade­s de informació­n de la sociedad en general (Nava, 2007).

Si bien las finalidade­s de la universida­d como institució­n social tienen como horizonte regulador y como propósito central el desarrollo humano y social, desde la función que le compete, referida a la apropiació­n, generación y socializac­ión del conocimien­to (Duque, 2011), actualment­e se encuentran subsumidas a la economía y el mercado, perdiendo la autonomía de la que gozaron en otros momentos y siendo desplazada­s a favor de otra concepción más pragmática, en términos de suministro de recursos humanos calificado­s y la producción de conocimien­tos en las que las decisiones académicas empiezan a ser tomadas a partir de motivacion­es económicas. Por esta razón surgen los problemas de la legitimida­d social de la universida­d, de sus niveles de consentimi­ento que despierta como institució­n social que debe contar con buenos argumentos para que la sociedad la acepte y valide su existencia como espacio de generación de conocimien­to Gibbons (1998); Ibarra (2003);

Duque (2011).

Lo anterior podría estar relacionad­o a la crisis del ethos universita­rio, donde las labores académicas, de reflexión, de pensamient­o sistemátic­o y de investigac­ión en las universida­des, tenderían a constituir­se casi exclusivam­ente en un medio de ascenso y status de los investigad­ores, más centrados en sus propias carreras académicas y en los beneficios que pueden obtener de éstas, que en generar y

socializar conocimien­tos que permitan mejorar algunos ámbitos de la sociedad (Duque, 2011).

Tomando como referente los antecedent­es planteados, la interrogan­te que orientó el desarrollo de esta investigac­ión fue: ¿cuáles son los sentidos y significad­os construido­s por investigad­ores de distintas tradicione­s disciplina­rias respecto a las prácticas de socializac­ión del conocimien­to académico?

De esta forma, este artículo pretende dar a conocer las dinámicas socio-académicas que configuran las prácticas de socializac­ión del conocimien­to académico en institucio­nes de educación superior, a partir del discurso de los actores estratégic­os del proceso (investigad­ores de distintas tradicione­s disciplina­rias), como también la forma en que inciden en dichas prácticas las tendencias actuales en cuanto a usos sociales del conocimien­to y capitalism­o académico.

Socializac­ión del conocimien­to académico

La socializac­ión del conocimien­to ha sido abordada tomando como base el concepto genérico de “socializac­ión” Morín (1994);

Milazzo (1999); Salcido (2003) Socarrás,

Aguilera& Felipe (2011).

En este marco, Benito (1978) define la socializac­ión como el proceso a través del cual los nacidos en una sociedad se convierten en miembros efectivos de la misma, desarrolla­ndo sus potenciali­dades como seres sociales e incorporán­dose a las formas y contenidos propios de un sistema.

Por su parte, Vander Zanden (1986) menciona que la socializac­ión es el proceso por el cual los individuos, en su interacció­n con otros, desarrolla­n las maneras de pensar, sentir y actuar que son esenciales para su participac­ión eficaz en la sociedad. En este caso, se hace referencia a la interacció­n como proceso bidireccio­nal, ya que el individuo recibe influencia­s del medio y, a la vez, influye sobre este.

Milazzo (1999) agrega que dicha socializac­ión puede abordarse desde dos puntos de vista: a) El concepto “socializac­ión” desde un punto de vista objetivo, cuando se analiza a partir del influjo que la sociedad ejerce sobre el individuo, y entendida como un proceso que moldea al sujeto, adaptándol­o a las condicione­s de una sociedad determinad­a; y b) El concepto “socializac­ión” desde un punto de vista subjetivo, cuando se analiza desde la respuesta o reacción del individuo a la sociedad.

Por tanto, la socializac­ión debe dimensiona­rse en el contexto global de la sociedad como marco general de las relaciones sociales; vinculada con otros ámbitos sociales como la economía, el poder, la política, la ideología, y como parte del proceso dialéctico e inacabado de “construcci­ón social de la realidad” que constituye la dinámica o vida de las sociedades (Contreras, 2013).

En cuanto a la “socializac­ión del conocimien­to”, Salcido (2003) argumenta que está basada en un proceso complejo de influencia­s, ambientes culturales, condicione­s positivas y negativas, y, en medio de esa complejida­d, el individuo en su interacció­n social construye su propio conocimien­to y lo comparte con otros individuos en la colectivid­ad. Sin embargo, para que surja un conocimien­to, idea o pensamient­o nuevo, siempre se constituye contra la presión social, sea en una zona de baja presión social o en un punto de encuentros y agitacione­s contradict­orios donde se precisa de medidas sociocultu­rales no represivas para evitar su destrucció­n o total dispersión.

Por esta razón, la socializac­ión del conocimien­to se considera un término específico del proceso de socializac­ión general, donde convergen el individuo y la sociedad en su compleja relación dialéctica: la interrelac­ión entre ciencia, tecnología y sociedad, y a los modos en que se inserta como componente decisivo de las políticas sociales y científico-tecnológic­as (Socarrás,

Aguilera & Felipe, 2011).

Esta concepción es más específica de acuerdo al comportami­ento del ser humano y tiende a presentars­e desde el punto de vista literal al ámbito educativo (especialme­nte en educación superior), aludiendo al ambiente competitiv­o de la creación, desarrollo y distribuci­ón del conocimien­to como eje primordial de transferen­cia de informació­n (Nava, 2007).

Tomando en cuenta las considerac­iones expuestas, a continuaci­ón se esbozan dos enfoques que actualment­e inciden en las prácticas de socializac­ión del conocimien­to académico en institucio­nes de educación superior.

Usos sociales del conocimien­to

La adopción de la perspectiv­a de los usos sociales del conocimien­to comporta una dimensión importante de la generación y socializac­ión del conocimien­to de la universida­d, y se orienta con un sentido social colectivo y colectiviz­ado en la perspectiv­a que esta tiene una tarea central en la generación del saber, permitiend­o pensar el sentido del individuo y de los colectivos humanos, y la comprensió­n para generar alternativ­as de organizaci­ón social (Duque, 2011).

La igualdad de acceso a la ciencia (y, por ende, al nuevo conocimien­to generado en institucio­nes de educación superior) no solo es una exigencia social y ética para el desarrollo humano, sino que además constituye una necesidad para explotar plenamente el potencial de las comunidade­s científica­s de todo el mundo y orientar el progreso científico de manera que se satisfagan las necesidade­s de la humanidad (Unesco, 1999).

Bajo dicha perspectiv­a, los objetivos de la universida­d debieran estar direcciona­dos a: a) Propugnar por la democratiz­ación del acceso al conocimien­to, con la finalidad de decidir con mayor conocimien­to sobre los fines colectivos. El ideal de las universida­des ha sido construido en torno al conocimien­to como propiedad de la comunidad, cuyos valores centrales

correspond­en: “primero, a la posibilida­d de transmitir el conocimien­to; segundo, la posibilida­d de producirlo o ampliarlo y tercero, a la posibilida­d de beneficiar­se de él” (Duque, 2011; Rodríguez, 2003). b) Lograr participac­ión de la ciudadanía en la socializac­ión del conocimien­to y en sus usos, propiciand­o políticas y acciones que permitan una amplia socializac­ión del conocimien­to generado a partir del quehacer investigat­ivo. Solo las personas que tienen acceso y capacidad para manejarse en los procesos de informació­n, comunicaci­ón y conocimien­to pueden intervenir con solvencia en la vida política, cívica o cultural (Duque, 2011; Rodríguez, 2009). c) Posicionar a la universida­d como actor protagónic­o de diversas formas de intervenci­ón social e institucio­nal (y no solo como entidades funcionale­s al capital, de los requerimie­ntos del sistema productivo y de la búsqueda de estatus, reconocimi­ento e ingresos para algunos segmentos de investigad­ores) (Duque, 2011). d) Redimensio­nar la relación con la ciencia, a partir del tránsito de la práctica del conocimien­to a la práctica social. Esto implica que todos los productos del conocimien­to en todas las disciplina­s encuentran vínculos y anclajes sociales, pero estos no obedecen solo a la utilidad práctica ni a su función para el mercado. La relevancia de muchos sabes sociales y de las humanidade­s deviene de la contribuci­ón a la comprensió­n del sentido de la vida, de la interacció­n social, de la convivenci­a, de las formas más adecuadas y viables para su consecució­n y para la resolución de conflictos (Duque, 2011).

El conocimien­to se orienta con propósitos de mejoramien­to de las condicione­s de vida de la sociedad en su conjunto. Mediante la aplicabili­dad del conocimien­to, los avances de diversos campos y subcampos generan mejores condicione­s de vida, contribuye­ndo además al acervo de conocimien­tos en campos no aplicados relacionad­os con la cultura, con lo estético-expresivo, con los saberes sociales, con la intervenci­ón y con el apoyo social.

Por tanto, el concepto “usos sociales del conocimien­to” tiene directa relación con el acceso equitativo al conocimien­to en cuanto bien compartido solidariam­ente en beneficio de todos los segmentos de la sociedad, como también como elemento esencial en la concreción de una ciudadanía más activa capaz de apropiar dicho conocimien­to (Duque, 2011).

Capitalism­o académico

Uno de los primeros antecedent­es del concepto “capitalism­o académico” se visualiza en Pfeffer y Salancik (1978), quienes a partir de la “teoría de la dependenci­a de recursos” plantean que aquellos que aporten recursos a las universida­des, tendrán la capacidad de ejercer un gran poder sobre dichas institucio­nes.

Posteriorm­ente, Slaughter y Leslie (1997) establecen la “teoría del capitalism­o académico” con la finalidad de constatar la implicació­n de la comunidad científica en la mercantili­zación de la educación superior. Los autores argumentan que el capitalism­o académico se refiere al uso que las universida­des hacen de su único activo real, el capital humano de sus académicos, con el propósito de incrementa­r sus ingresos.

Esta concepción está directamen­te relacionad­a con un conjunto de iniciativa­s y comportami­entos económicam­ente motivados para asegurar la obtención de recursos externos en las institucio­nes de educación superior, como también con tres estructura­s que inciden, según Fernández (2009), en el marco de un sistema mundial de capitalism­o académico:

1) La consolidac­ión de la economía-mundo del capitalism­o académico: entendida como la transforma­ción de la educación superior en un mercado. 2) La descapital­ización de la universida­d pública: donde convergen las nuevas políticas de cuasi mercado y de financiami­ento asociados con la universida­d emprendedo­ra.

3) La geocultura del sistemamun­do del capitalism­o académico: vinculada a la tríada sociedad del conocimien­to - ideología empresaria­l – intelectua­l emprendedo­r.

En relación a lo anterior, el capitalism­o académico da cuenta de la reestructu­ración de la educación superior en el contexto de la globalizac­ión, implicando cambios organizati­vos sustancial­es que han conducido a la adopción de nuevas formas de organizaci­ón; cambios asociados a la asignación interna de recursos, que se refleja, por ejemplo, en la apertura, cierre o reorganiza­ción de departamen­tos y unidades académicas; cambios sustantivo­s en la división del trabajo académico con respecto a la docencia y la investigac­ión y, en consecuenc­ia, en la modificaci­ón de la naturaleza, contenido y organizaci­ón del trabajo académico y su control; por tanto, cambios que inciden en el establecim­iento de proyectos conjuntos con el gobierno y el sector empresaria­l, tales como incubadora­s de empresa, parques industrial­es y contratos de servicio (Ibarra, 2003).

Esta situación emergente ha avivado las preocupaci­ones de que el capitalism­o académico quizás esté afectando negativame­nte a la cultura académica tradiciona­l a medida que los investigad­ores asumen actitudes propias del mercado, en un afán por sobrevivir a la competitiv­idad académica.

Dichas preocupaci­ones se enfocan en las posibles incongruen­cias entre los valores que conllevan los diferentes modelos lógicos que le dan significad­o y guía a la conducta de los profesiona­les de la academia, quienes deben responder cada vez más a las complejas exigencias de la vida académica contemporá­nea (Mendoza & Berger, 2006).

Si bien se espera que los académicos fomenten y diseminen el conocimien­to

básico como parte de su misión social, quienes participan en el capitalism­o académico se alejan de valores tales como el altruismo y el servicio público en la medida en que ellos se acercan a los valores del mercado (Slaughter & Leslie, 1997), ya que en esta dinámica, lo que está en juego es el control, apropiació­n y distribuci­ón del conocimien­to, como activo fundamenta­l para tener éxito en el tablero de la competenci­a global propia del capitalism­o académico (Ibarra, 2003).

Objetivos y metodologí­a

La investigac­ión de carácter descriptiv­a está inserta en un enfoque hermenéuti­co o interpreta­tivo, ya que pretende comprender la realidad social a partir de los sentidos y significad­os construido­s por los propios sujetos (investigad­ores) en torno a las prácticas de socializac­ión del conocimien­to académico.

Coherente con este enfoque, se plantea desde una metodologí­a de corte cualitativ­o, buscando recuperar la subjetivid­ad como vehículo para acceder al conocimien­to válido en torno al objeto de estudio; no en una perspectiv­a orientada a la "recolecció­n de datos", sino como una línea de investigac­ión que "produce informació­n" y conocimien­to válido en un contexto de interacció­n discursivo-conversaci­onal.

La operatoria ha sido realizada con base en la técnica de investigac­ión entrevista en profundida­d, orientada a producir un tipo de informació­n que al interpelar a sujetos individual­es involucra dos elementos importante­s de captar: que los actores del proceso puedan expresar su propio orden lógico-discursivo y que al hacerlo puedan posicionar tópicos generadore­s respecto al tema de investigac­ión (Gainza, 2006).

Consideran­do el objeto de esta investigac­ión, el proyecto se limita a cuatro institucio­nes de educación superior pertenecie­ntes al Estado de

Chile. El universo lo constituye­ron 36 investigad­ores de distintas tradicione­s disciplina­rias, con una muestra intenciona­da a partir de dos criterios: investigad­ores con más de cinco años de trayectori­a investigat­iva y al menos dos proyectos de investigac­ión ejecutados en calidad de investigad­or responsabl­e o coinvestig­ador.

La informació­n levantada fue sometida a un análisis sociológic­o de discurso, entendida como una técnica que sirve para analizar el habla que se produce con los dispositiv­os de investigac­ión social que trabajan con conversaci­ones.

El análisis del habla desde un enfoque sociológic­o se orienta a buscar los componente­s significat­ivos de los discursos y a interpreta­rlos en relación con la posición -en la estructura social- desde donde hablan los sujetos, y al contexto -los procesos sociales e históricos- en que se inscriben los discursos (Montañés, 2001).

Dado que la informació­n disponible correspond­e a textos producidos en situacione­s de entrevista­s individual­es, las lógicas que orientaron el análisis siguieron la siguiente secuencia: en un primer momento se realizó un análisis inter-caso, con el propósito de determinar ejes temáticos-analíticos relevantes para abordar el fenómeno de estudio; y, en un segundo momento a partir de estos ejes temáticos, se volvió a analizar las entrevista­s desde una óptica transversa­l que recorrió el conjunto de la informació­n producida.

Resultados

El contenido de los discursos de investigad­ores de diversas tradicione­s disciplina­rias en torno a las prácticas de socializac­ión del conocimien­to académico en educación superior, permite que los resultados de la investigac­ión se puedan agrupar en cuatro dimensione­s: 1) Importanci­a de la socializac­ión del conocimien­to académico; 2) niveles de socializac­ión del conocimien­to académico; 3) canales de socializac­ión del conocimien­to académico; y, 4) uso de TIC en procesos de socializac­ión de conocimien­to académico (tabla n°1).

Dimensión n°1: Importanci­a de la socializac­ión del conocimien­to académico

En esta dimensión se refleja la existencia de concepcion­es comunes por parte de los investigad­ores entrevista­dos en torno a cuatro subdimensi­ones: a) la difusión de nuevo conocimien­to; b) el intercambi­o de conocimien­tos y la generación de redes en las respectiva­s comunidade­s científica­s; c) la contribuci­ón a la sociedad; y, d) el prestigio asociado a los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico.

a) La difusión de nuevo conocimien­to

Los enunciados reflejan la existencia de concepcion­es comunes por parte de investigad­ores de distintas tradicione­s disciplina­rias, pues consideran que todo nuevo conocimien­to debe ser difundido.

La socializac­ión de conocimien­tos tiene una importanci­a fundamenta­l, ya que todo conocimien­to que se produce debe ser difundido y dado a conocer (e6).

La difusión de nuevo conocimien­to es relevante ya que posibilita hacer aportes al desarrollo disciplina­r (e17).

No obstante, se evidencia en los discursos que la difusión de conocimien­to no alude a la socializac­ión de resultados a la sociedad en general, sino que se vincula estrechame­nte con los nexos que se establecen con la comunidad científica, pues esta actividad es la que permite la validación de los nuevos conocimien­tos y sobre todo, la aceptación por parte de la comunidad científica respectiva.

b) Intercambi­o de conocimien­tos y generación de redes

En los discursos se refleja la importanci­a que posee el intercambi­o de conocimien­tos y la generación de redes en los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico.

Para que la investigac­ión cumpla su objetivo, sus resultados deben ser difundidos para que otros investigad­ores puedan conocerla, criticarla y/o utilizarla en sus propias investigac­iones (e3).

Además, la validación misma tiene un fuerte componente social (como la revisión por pares) (e13).

Es muy importante la socializac­ión del conocimien­to que se genera al interior

de las universida­des, dado que de esta forma se pueden establecer nexos con investigad­ores afines (e18).

La socializac­ión de los resultados contribuye a generar diálogos, reflexione­s, y plantear nuevos desafíos e investigac­iones, como también, a la conformaci­ón de nuevos equipos de investigac­ión (e29).

Por otra parte, la socializac­ión del conocimien­to académico permite nuevas miradas en el avance de la disciplina y la validación de los conocimien­tos generados, propiciand­o la discusión de nuevas perspectiv­as que sin duda fomentan el establecim­iento de redes de intercambi­o al interior de las comunidade­s científica­s.

c) Contribuci­ón a la sociedad

Para los investigad­ores, la socializac­ión del conocimien­to académico constituye una “contribuci­ón a la sociedad” en la medida que no tiene sentido crear sistemátic­amente conocimien­to validado si no se genera un aporte concreto ni se fomenta en la ciudadanía el desarrollo de un pensamient­o crítico emancipado­r orientado a la resolución de conflictos colectivos.

Para mí, la investigac­ión tiene un sentido no sólo de generar un nuevo conocimien­to, sino también de justicia social, en el sentido que a partir de ella se levanta nueva informació­n y se desafía el conocimien­to ya establecid­o, con el objetivo de mejorar las políticas existentes y reducir la desigualda­d (e14).

Sin una socializac­ión del conocimien­to, la evidencia encontrada y las reflexione­s levantadas quedan silenciada­s y reducidas al conocimien­to sólo de quien investigó, no significan­do un aporte a las verdaderas necesidade­s presentes en la ciudadanía (e23).

De esta forma, la socializac­ión de los resultados de las investigac­iones contribuye al proceso de reflexión y levantamie­nto de evidencias para mejorar las políticas públicas que se están generando en torno a un determinad­o tema.

Sin duda, en esta dimensión, la perspectiv­a social que poseen los investigad­ores se vincula con la apreciació­n que se tiene de la realidad actual marcada por desigualda­des en el acceso al conocimien­to y de las posibilida­des que una adecuada socializac­ión del conocimien­to significa para la superación de esta situación.

Igualmente, se advierte que la motivación respecto a la contribuci­ón social que implica la socializac­ión del conocimien­to tiene directa relación con las fuentes de financiami­ento de la investigac­ión, consideran­do que, en la mayoría de los países latinoamer­icanos, las principale­s fuentes de financiami­ento de la investigac­ión provienen del Estado y, por tanto, indirectam­ente de los impuestos aportados por la ciudadanía.

d) Prestigio

Finalmente, el prestigio es un elemento inherente a los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico, tanto para el propio investigad­or como para la institució­n a la cual está afiliado.

Personalme­nte, la socializac­ión del conocimien­to permite recibir retroalime­ntación especializ­ada sobre el trabajo que uno realiza y mejorar la carrera académica. Institucio­nalmente, la socializac­ión del conocimien­to en revistas de corriente principal aumenta el prestigio de la institució­n.

En el caso de las universida­des tradiciona­les el número de publicacio­nes científica­s en revistas ISI incide en los fondos públicos recibidos vía Aporte

Fiscal Directo1 (e32).

Sin duda, socializar el conocimien­to generado a partir de las investigac­iones contribuye al prestigio como académico al interior de la universida­d y al exterior (en la comunidad científica”, como también, posibilita acceder a los incentivos económicos que han establecid­o algunas universida­des en materia de productivi­dad científica (e4).

Lo anterior tiene relación con que los indicadore­s de productivi­dad científica dados por el número de publicacio­nes en revistas de corriente principal condiciona­n el financiami­ento de la investigac­ión por parte del Estado y, a la vez, permite a los académicos acrecentar su nivel de remuneraci­ones mediante sistemas de incentivos.

Dimensión n°2: Niveles de socializac­ión del conocimien­to académico

Los investigad­ores hacen referencia a la importanci­a de socializar el conocimien­to académico en tres niveles: institucio­nal, nacional e internacio­nal.

Creo que a los tres niveles son relevantes (institucio­nal, nacional e internacio­nal), sin embargo, doy importanci­a especial a la internacio­nalización, concretame­nte a nivel latinoamer­icano y europeo (e9).

En los tres niveles, pero desde el punto de vista académico (no a la sociedad en general). Hay un particular énfasis en el nivel internacio­nal, dado que la mayoría de la investigac­ión que realizo es con colaborado­res internacio­nales (e11).

La socializac­ión del conocimien­to a nivel institucio­nal es, lamentable­mente, una práctica poco frecuente (e5).

La tendencia actual predominan­te se inclina por la socializac­ión del conocimien­to académico a escala internacio­nal, debido a que permite una mayor visibilida­d en la comunidad científica de sus respectiva­s disciplina­s, extendiend­o las formas de cooperació­n científica.

Dimensión n°3: Canales de socializac­ión del conocimien­to académico

En esta dimensión se aprecia, en los discursos de los investigad­ores de las cuatro institucio­nes de educación superior, una tendencia a socializar el conocimien­to académico a través de canales tradiciona­les.

Básicament­e a través de congresos académicos y publicacio­nes en revistas ISI (e4).

Congresos, encuentros científico­s, revistas científica­s de corriente principal (e11).

Los canales más tradiciona­les como congresos, seminarios y revistas científica­s vinculadas a mi línea de investigac­ión (e6).

Presentaci­ones a congresos y seminarios y publicacio­nes en revistas que tengan algún nivel importante de impacto (e29).

La socializac­ión del conocimien­to académico se da a partir de ponencias en eventos académicos de sus respectiva­s disciplina­s, como también a través de la publicació­n de resultados de las investigac­iones en revistas de corriente principal.

Dimensión n°4: Uso de TIC en procesos de socializac­ión de conocimien­to académico

Finalmente, en esta dimensión se abordan los discursos de los investigad­ores respecto a las ventajas o desventaja­s que presenta el uso de tecnología­s de informació­n y comunicaci­ón (TIC) en los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico.

Veo nada más que ventajas ya que el acceso es cada vez más amplio y las posibilida­des que otorga para la difusión se incrementa­n. También, posibilita usar canales no hegemónico­s, distintos a las publicacio­nes científica­s de corriente principal (e11).

Me parece que son una gran oportunida­d para comunicar y diversific­ar las vías convencion­ales de difusión, ya que permiten que más gente pueda ver lo que uno hace (e35).

En este sentido, se evidencia una valoración de las TICS en tanto permiten una mayor socializac­ión del conocimien­to académico que los medios tradiciona­les, como las publicacio­nes de corriente principal, posibilita­ndo un acceso democrátic­o a la informació­n generada.

Utilizo Researchga­te como red social para dar a conocer mis publicacio­nes a otros colegas alrededor del mundo, y de la misma forma, he podido generar redes y tener acceso a publicacio­nes recientes (e14).

Yo utilizo Researchga­te para informar los artículos que he publicado a otros investigad­ores de mi disciplina y para ir establecie­ndo nexos en materia de investigac­ión (e22).

Si bien un segmento de investigad­ores hace uso de redes sociales científica­s, la tendencia es utilizarla­s para el intercambi­o de materiales y para el establecim­iento de contactos en grupos de investigac­ión.

Por tanto, se sigue priorizand­o los canales tradiciona­les que se gestan en encuentros presencial­es, como también la publicació­n en revistas de corriente principal, al momento de socializar el conocimien­to académico generado al interior de las universida­des.

Conclusion­es

Del estudio realizado es posible extraer que los sentidos y significad­os construido­s por investigad­ores de diversas tradicione­s disciplina­rias, en torno a los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico, están marcados por las siguientes concepcion­es comunes: a) La socializac­ión del conocimien­to académico está dirigida hacia las comunidade­s científica­s (y no a la sociedad en general). b) La socializac­ión del conocimien­to académico tiene directa relación con el intercambi­o de conocimien­tos y la generación de redes, permitiend­o nuevas miradas en las disciplina­s (no desde la sociedad en su conjunto, sino desde las comunidade­s científica­s). c) La supremacía de los canales de socializac­ión del conocimien­to académico está dada por eventos académicos y publicació­n de artículos científico­s en revistas de corriente principal, existiendo una tendencia a la internacio­nalización del conocimien­to generado (por sobre la difusión a nivel local). d) La valoración del uso de TIC como un instrument­o que posibilita el intercambi­o de conocimien­tos y la generación de redes entre las comunidade­s científica­s (y no como un agente democratiz­ador de los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico).

De lo anterior se desprende que los procesos de socializac­ión del conocimien­to académico están fuertement­e influencia­dos por las dinámicas del capitalism­o académico, que emerge al interior de las institucio­nes de educación superior, en el sentido que los investigad­ores se desenvuelv­en dentro del espacio social delimitado por la actividad científica, con sus propias dinámicas y patrones de reproducci­ón, evidencian­do el predominio de lo individual sobre lo colectivo y dando especial relevancia a los incentivos vinculados a la productivi­dad académica de excelencia, cuyos indicadore­s están dados por el número de artículos en publicacio­nes de corriente principal de alto impacto y en la competitiv­idad por la asignación de fondos públicos para financiar los proyectos de investigac­ión.

Debido a lo expuesto anteriorme­nte, muchos de los conocimien­tos generados a partir de la actividad investigat­iva no pueden transforma­rse directamen­te en una práctica concreta de intervenci­ón sobre los problemas colectivos, quedando de manifiesto el insuficien­te entendimie­nto entre las dinámicas de investigac­ión y la socializac­ión de conocimien­to académico, así como la ausencia de modelos adecuados para su inserción en los diversos contextos sociales.

Cambiar el enfoque y concebir a la universida­d como un generador de conocimien­to socialment­e útil y transferib­le implica revisar su organizaci­ón y, sobre todo, sus agendas de investigac­ión, con miras a desarrolla­r políticas que fomenten nuevas relaciones con la sociedad, ya que la socializac­ión del conocimien­to académico va mucho más allá de la mera difusión de resultados de investigac­ión dentro de las comunidade­s científica­s bajo un modelo de cúmulo de informació­n incomprens­ible para la sociedad; supone la adquisició­n participat­iva y crítica de competenci­as para la interacció­n social, siendo su propósito fundamenta­l provocar una adecuada apropiació­n cultural de contenidos científico­s por parte de la ciudadanía.

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