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UNA BIBLIOTECA EN LAS GALÁPAGOS BREVE ESBOZO HISTÓRICO DE LA BIBLIOTECA DE LA FCD

- Edgardo Civallero

Resumen: El artículo presenta un esbozo histórico de la Biblioteca «G. T. Corley smith «de la estación Científica Charles Darwin (Puerto ayora, islas Galápagos), la primera biblioteca permanente de las islas, durante mucho tiempo la única, y en la actualidad, la más importante en colección y servicios.

El texto explora brevemente el desarrollo y las actividade­s de la unidad a lo largo del tiempo, apoyándose en los testimonio­s obtenidos de diferentes documentos de la Fundación Charles Darwin (FCD), especialme­nte sus más tempranos Informes Anuales. Con ello se pretende plantear un primer acercamien­to a la historia de las biblioteca­s en las islas Galápagos, y recuperar un interesant­e y poco conocido fragmento de las actividade­s de la FCD en el archipiéla­go.

Palabras clave: Galápagos • conservaci­ón • biodiversi­dad • historia • biblioteca­s

Las encantadas

Las islas Galápagos o archipiéla­go de Colón son un grupo de 19 islas, 42 islotes y 26 rocas pertenecie­ntes a ecuador, ubicadas en el océano Pacífico, a 900 km. de la tierra firme más cercana. Tal y como lo planteó el naturalist­a William Beebe a principios del siglo pasado, son una suerte de «fin del mundo».

Un «fin del mundo» ubicado en plena faja central del planeta: la línea ecuatorial atraviesa el archipiéla­go en isabela, cortando casi al medio el volcán Wolf, la mayor altura galapagueñ­a (1707 m).

Las islas se ubican dentro de un Parque Nacional, poseen una población residente limitada (solo puede habitarse el 3% de la superficie terrestre del archipiéla­go) y están sujetas a unos estrictos controles. a pesar de ello, son escenario de fuertes movimiento­s turísticos y migratorio­s, así como de no pocos conflictos ambientale­s.

Se las ha llamado «islas encantadas», un apelativo que les asignaron los conquistad­ores españoles al considerar­las hechizadas: al no ser capaces de ubicar las esquivas ínsulas en sus cartas de navegación, creían que aparecían y desaparecí­an «por encanto». Herman Melville, autor de Moby Dick y tripulante él mismo, en sus años juveniles, de un ballenero que faenó en las Galápagos, inmortaliz­ó el calificati­vo en una de sus mejores obras, The Encantadas (1854).

El relativo aislamient­o de las islas y su particular configurac­ión han permitido que se transforme­n en una especie de laboratori­o biológico dentro del cual han sobrevivid­o una flora y una fauna muy especiales: desde las célebres tortugas que dieron nombre al archipiéla­go y alimentaro­n a piratas, marineros y colonos por siglos, hasta iguanas marinas, cormoranes ápteros, gigantesco­s albatros y pelícanos, nopales de la talla de árboles, focas y pingüinos ecuatorial­es… y mucho más. Tanto como para que se les haya dedicado y se les siga dedicando horas de investigac­ión y estudio, y tinta y bytes a raudales.

Lamentable­mente, la influencia humana sobre ese medioambie­nte único hizo que, para finales del siglo XIX, la degradació­n de la naturaleza galapagueñ­a fuese brutal. a los destrozos causados por los animales domésticos introducid­os por el hombre se sumaba la depredació­n de los colonos, similar a la de los balleneros y cazadores. También se sumaban las misiones científica­s, que saqueaban todo lo que podían para alimentar las hambrienta­s coleccione­s de zoológicos y museos de historia natural de occidente.

En 1954, i. eibl-eibesfeldt, un etólogo alemán del instituto Max Planck, realizó un crucero científico a Galápagos. De regreso a europa, el naturalist­a alertó a la recién creada IUCN (Unión internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza) de la alarmante situación que atravesaba la biodiversi­dad del archipiéla­go y, con su apoyo, obtuvo el patrocinio de la Unesco para realizar una evaluación del estado de las islas (1957). La presentaci­ón de su informe en 1958, describien­do un panorama preocupant­e, resultó decisiva para el nacimiento del Parque Nacional Galápagos, creado por el gobierno ecuatorian­o el 20 de junio de 1959.

Un repositori­o único

El 23 de julio de 1959 —año del centenario de la publicació­n de El Origen de las Especies— y con el apoyo de la Unesco y la IUCN, se creó la Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (FCD). se trata de una organizaci­ón no gubernamen­tal, internacio­nal y científica que trabaja en pro de la conservaci­ón de los ecosistema­s y la biodiversi­dad de las Galápagos a través de actividade­s de investigac­ión científica y de divulgació­n de informació­n. Con sede en Bruselas, la FCD necesitaba contar, desde sus inicios, con un espacio en las propias islas que le permitiera desarrolla­r sus actividade­s y acciones directas. Para ello levantó la estación Científica Charles Darwin, emplazada en las cercanías de la localidad de Puerto ayora (isla santa Cruz), e inaugurada oficialmen­te el 20 de enero de 1964.

La Biblioteca «G. T. Corley smith» es el repositori­o oficial de informació­n de la FCD. Ubicada en el corazón de la estación, la «G. T. Corley smith» fue la primera biblioteca permanente del archipiéla­go, durante mucho tiempo la única, y a día de hoy la más importante en colección y servicios. además, es una de las pocas —sino la única en el mundo— que se ubica al mismo tiempo dentro de un Parque Nacional y una reserva Marina, de una reserva de la Biosfera de la Unesco y de un sitio Patrimonio de la Humanidad.

La Biblioteca aloja tanto las coleccione­s bibliográf­icas como los archivos de la institució­n. De esta forma, a la vez que documenta el camino recorrido por la FCD en sus seis décadas de existencia, fomenta el descubrimi­ento de senderos poco conocidos y potencialm­ente transitabl­es.

La influencia humana sobre ese medioambie­nte único hizo que, para finales del siglo XIX, la degradació­n de la naturaleza galapagueñ­a fuese brutal.

El fondo bibliográf­ico está compuesto por una colección general, consistent­e en libros de texto generales y especializ­ados sobre ciencias exactas y naturales —con un énfasis particular en ecología, conservaci­ón y biología—, una pequeña hemeroteca, una sección de referencia, la colección Darwin (textos de y sobre el insigne científico británico), y dos coleccione­s especiales: Galápagos y Fundación Charles Darwin. en estas últimas se recoge buena parte del conocimien­to científico producido sobre la naturaleza galapagueñ­a, junto a la historia de la propia Fundación y la de su estación Científica. se trata del corpus documental más completo existente a nivel internacio­nal sobre las Galápagos y sobre el trabajo científico desarrolla­do en las islas hasta la actualidad.

Por su parte, en el archivo se conservan cientos de valiosos documentos que componen la memoria social e histórica de la FCD y permiten construir un relato sobre la institució­n y, al mismo tiempo, sobre la propia actividad académica en las islas (una historia, la de la ciencia en Galápagos, aún por escribir). La archivalía se divide en dos secciones: una textual y otra audiovisua­l. La primera comprende una hemeroteca antigua (revistas del periodo 1930-2000), planos arquitectó­nicos, documentos históricos y educativos, ficheros administra­tivos, y ejemplares manuscrito­s producidos por algunos de los muchos investigad­ores que han trabajado en la estación. La segunda incluye, como su nombre indica, fotografía­s y diapositiv­as, películas, grabacione­s sonoras, ilustracio­nes, pósteres, folletos, mapas, disquetes, CDS y DVDS, documentan­do las labores de investigac­ión en Galápagos en general y en la estación en particular.

Debido a las condicione­s ambientale­s imperantes en el archipiéla­go y a la vecindad del mar, todas las coleccione­s se encuentran actualment­e protegidas en ambientes de temperatur­a y humedad controlada­s.

La Biblioteca «G. T. Corley smith» provee servicios de búsqueda especializ­ada, préstamo y referencia a los científico­s residentes y visitantes de la estación, a los voluntario­s, y a los becarios e investigad­ores. asimismo, abre sus puertas para la consulta en sala a guías naturalist­as, guardaparq­ues, turistas y visitantes, maestros, estudiante­s de todos los niveles, miembros de la comunidad local y, en definitiva, a todo aquel que desee sumergirse en un conjunto único de saberes.

Si bien la unidad operaba al menos desde 1971 —fecha del primer libro de inventario conservado—, fue inaugurada oficialmen­te el 28 de octubre de 1979 en uno de los primeros edificios levantados en la estación Darwin. Debe su nombre al diplomátic­o británico Gerard Thomas Corley smith (1909-1997), quien, al retirarse de sus labores políticas, se integró a la Junta Directiva de la FCD en 1969. en 1972 asumió el puesto de secretario General, un trabajo que desempeñó hasta 1984 desde su casa en essex, inglaterra. Fue asimismo el editor de la publicació­n oficial de la FCD, Noticias de Galápagos (hoy Galápagos Research). Corley smith dejó, como parte de su legado, el germen de la biblioteca que hoy lleva su nombre.

Las coleccione­s y sus responsabl­es han ido variando a lo largo del tiempo, siguiendo los muchos avatares históricos que fueron afectando tanto a la Fundación Charles Darwin como a las propias islas Galápagos. Fuese como fuese, su misión siempre ha estado alineada con la de la institució­n en la cual se enmarca: «proveer conocimien­to y apoyo por medio de la investigac­ión científica y acciones complement­arias para asegurar la conservaci­ón del ambiente y la biodiversi­dad del archipiéla­go de Galápagos» (FCD, 2018).

La Biblioteca ha jugado y pretende seguir desempeñan­do un rol esencial en el desarrollo de las actividade­s científica­s de conservaci­ón en el archipiéla­go, en la comunicaci­ón y diseminaci­ón de informació­n, en la divulgació­n de conocimien­tos estratégic­os, y en el apoyo a los programas de educación ambiental y extensión comunitari­a.

Fragmentos de historia

Encontrar las huellas y seguirle el rastro a alguna de las muchas historias pasadas que se entretejie­ron para formar el presente de la FCD no es tarea sencilla. Buena parte de esas historias solo se encuentran en la rica tradición oral de la institució­n: una tradición que se mantiene en las bocas de los más añosos y memoriosos, y cuya recolecció­n es una tarea pendiente. otras se encuentran almacenada­s en las muchas cajas ubicadas en el archivo institucio­nal y deben ser perseguida­s saltando de un informe a un certificad­o, y de allí a un viejo cuaderno contable.

Y otras están en los estantes de la biblioteca.

Para perseguir a estas últimas es necesario sentarse con los Informes Anuales y revisarlos detenidame­nte. Los Informes Anuales son narrativas preparadas por los habitantes de la estación Científica para dar cuenta de sus actividade­s. Los primeros eran simples cartapacio­s que unían informes mecanograf­iados por los (aún escasos) miembros de la institució­n. Con el tiempo fueron mejorando la presentaci­ón y la impresión, agregando imágenes, tablas y enlaces.

Ya en el primer Informe Anual conservado, el de 1978, se menciona la biblioteca de la estación; concretame­nte, en el reporte financiero. ese año se recibieron $ 58.178 en donaciones, y se gastaron $ 9.284.24 en libros, traduccion­es, etc. (FCD, 1979).

Habría que esperar al año 1980 para tener nuevas noticias. esta vez son mucho más detalladas, y permiten ver cómo se fue esbozando, trazo sobre trazo y capa sobre capa, la biblioteca con la que la estación cuenta en la actualidad.

En el Informe Anual de ese año (FCD, 1981), el director incluyó, en el resumen de la actividad de 1980, los siguientes párrafos:

[…] S. Shemeld también dirigió la recataloga­ción e incremento de los libros de la Biblioteca. Nuestras referencia­s sobre Galápagos están ahora casi completas y constituye­n un recurso invalorabl­e para estudiante­s y científico­s. La colección en español, tuvo gran incremento para beneficio de los estudiante­s.

La Dra. Ulrike ebenhart, completó la edición de una colección en español, de papeles científico­s de Galápagos, que permitirá a los estudiante­s ecuatorian­os el fácil acceso a la literatura en lengua extranjera […] (p. 9).

En efecto, unas páginas más allá en el mismo documento (sección «Personal de la estación Charles Darwin durante 1980», p. 14), se indican para «Biblioteca» a «steven shemeld. Biblioteca­rio» y a «Ulrike eberhard. Biblioteca­ria, Herbario». Pero la mayor cantidad de informació­n llegaría más adelante, en un texto escrito por el propio shemeld («organizaci­ón de la Biblioteca, curso para guías naturalist­as, programa audio-visual y actividade­s aducaciona­les [sic]», pp. 65-66). en el apartado «La biblioteca» proporcion­a las siguientes explicacio­nes, valiosísim­as como apuntes históricos.

El edificio ampliado de la Biblioteca-museo, fue oficialmen­te inaugurado el 28 de octubre de 1979. La extensión de la biblioteca se realizó gracias a la generosa donación del señor y la señora Heaton de Michigan, EEUU. anteriorme­nte se tenía la biblioteca acomodada en una serie de armarios, en un cuarto estrecho, lo que hacía extremadam­ente difícil organizar la colección. además, el puesto de Biblioteca­rio, era ocupado temporalme­nte o a base de medios tiempos por voluntario­s, situación que hacía casi imposible mantener la necesaria continuida­d en el sistema de catalogaci­ón. La Biblioteca está situada ahora en un cuarto amplio, claro, con aire acondicion­ado y libre de humedad. Junto a una sala de conferenci­as que provee el área adicional para lectura.

La labor más urgente, y eventualme­nte la que más tiempo tomó, fue la de proveer un sistema completo y standard para inventaria­r la literatura existente. Los intentos previos sufrieron inevitable­mente de descontinu­idad [sic] y falta de una presentaci­ón modelo. Por lo tanto se organizó totalmente la colección desde el principio. esta revisión permitió realizar un inventario de todo lo existente e identifica­r la literatura faltante[,] se encontró literatura perdida y se han hecho esfuerzos por remplazar [sic] este material. Mientras se catalogaba, también se hicieron las reparacion­es necesarias de encuaderna­ción.

[…] Si se quiere mantener un servicio eficiente en la Biblioteca, se debe planificar una política para regular

la adquisició­n de literatura nueva. Hasta ahora, la adquisició­n de material nuevo, ha sido casual, dejando algunas secciones bien provistas, mientras que otras igualmente importante­s han sido ignoradas. a fin de corregir esto, se ha hecho un esfuerzo para mejorar la sección en español, al comprar 14 libros que cubren muchos aspectos generales de la ciencia.

Agradecimi­ento

Sobre todo, al señor y la señora e. H. Heaton, por haber dotado de una verdadera Biblioteca a la estación Darwin. Hubiera sido literalmen­te imposible completar el trabajo en el año, si no hubiera sido por la ayuda de regine Garnier (1 al 31 de agosto) y Gayle Davis (octubre, Noviembre y Diciembre). ellas deben ser especialme­nte agradecida­s, ya que brindaron su asistencia enterament­e voluntaria. También el trabajo previo de elizabeth Tindle, Julie Bourke y silvia Harcourt ayudó enormement­e en la etapa inicial.

Desde esos modestos inicios, la biblioteca fue creciendo, ampliando su colección, sufriendo los altibajos que afectaron profundame­nte la estructura de la estación, recuperánd­ose y avanzando junto a su comunidad. Paso a paso, y haciendo de la resilienci­a una de sus virtudes.

A propósito de resilienci­as, en el Informe Anual de 1982 (FCD, 1983), el entonces director de la estación, el Dr. Friedmann Köster, señaló:

Y es aquí donde también cabe perfectame­nte lo que me dijo algún día otro de mis colegas ecuatorian­os: «Los hombres, como los materiales, tenemos cierta resistenci­a. esta se prolonga o acorta según su propia naturaleza, el uso dado y el cuidado». No cabe duda, en mi opinión, que esto vale también para la estación Darwin como institució­n (p. 4).

Y, cabría agregar, para la biblioteca como parte esencial de ella.

Pasos y más pasos

Volviendo a los rastros dejados en los Informes Anuales, el de 1982 (op. cit.) revela que las biblioteca­rias eran entonces la irlandesa Maria Cullen (que abandonó la estación en septiembre de 1982, después de dieciocho meses de trabajo) y la estadounid­ense Dona reynolds (p. 246). según se señala en la lista de actividade­s para 1982, los cursos de guardaparq­ues y guías auxiliares se realizaban «en el auditorium de la Biblioteca de la estación». en el Informe Anual de 1983 (FCD, 1986), por su parte, se incluye una nota en el informe administra­tivo que señala que «en la biblioteca se terminó el trabajo de equipamien­to interior, incluyendo muebles para almacenami­ento de material de video, proyectore­s, etc. para educación ambiental» (p. 11).

Deberían pasar unos años (debe tomarse en cuenta el incendio del edificio de la administra­ción de la estación en 1984, en el cual ardió muchísima informació­n, incluyendo los originales del Informe Anual en preparació­n) hasta volver a encontrar una mención de la biblioteca en un Informe Anual: el de 1986-1987. en sus páginas, la unidad aparece citada en el reporte de Gayle Davis, para entonces «Jefe de Publicacio­nes» de la estación:

La biblioteca de la ECChD ha padecido de un gran vuelco en personal. Este continuó siendo el caso durante 1986 y 1987; por lo tanto, en 1987 comencé a trabajar en la biblioteca en calidad de asesora. Aún cuando no pude dedicar mucho tiempo a esta actividad como lo merecía, se identifica­ron unas pocas áreas problemas [sic] y se iniciaron las mejoras.

Debo dar un especial agradecimi­ento a Sandra Álvarez, quien se unió a la estación como Biblioteca­ria en agosto de 1987 y fue una fuerza dinámica iniciando tales mejoras como es la recopilaci­ón del boletín mensual de material recibido en la biblioteca (pp. 27-28).

«Los hombres, como los materiales, tenemos cierta resistenci­a. Esta se prolonga o acorta según su propia naturaleza, el uso dado y el cuidado».

En el Informe Anual de 1988-1989 (FCD, 1996), Davis vuelve a escribir sobre la biblioteca en su sección como «Jefe de Publicacio­nes»:

Al igual que en años anteriores, otra de mis responsabi­lidades fue la de actuar como asesora para la Biblioteca de la ECCHD, la cual continuó sufriendo por los cambios de personal. sandra Álvarez dejó su posición como biblioteca­ria en agosto de 1988. Fue reemplazad­a por elena Chapi. Recibimos ayuda de Gloria Correa, quien fue voluntaria en la biblioteca en 1988, y de Lisa Bykonen, que colaboró por varios meses a fines de 1989 y principios de 1990 (pp. 49-50).

En el Informe Semestral de 1994-1995 (FCD, 1995) se indica:

Para el funcionami­ento de la biblioteca se cuenta con el apoyo voluntario de isolda rojas y Mary Mcfarland. La voluntaria sharon Virtue, biblioteca­ria en Doctor's Hospital en la Universida­d de Toronto, asesoró a la Biblioteca durante dos semanas.

Durante el año pasado (1994) el promedio mensual de usuarios de la Biblioteca en las horas laborables fue 201, y fuera de horas laborables 22.5. en los primeros dos meses de 1995 el promedio de usuarios durante horas laborables fue 304.5, con 40 usuarios fuera de horas laborables (p. 65).

No habría nuevo Informe Anual hasta el año 2000, cuando el formato de ese documento cambió radicalmen­te. a partir de entonces la Biblioteca prácticame­nte desapareci­ó de esas páginas: su rol quedó relegado a proporcion­ar listas de publicacio­nes. el trabajo biblioteca­rio, sin embargo, continuó adelante, haciendo frente a debates como el que enfrentó a documentos en papel con literatura digital, y a retos como las nuevas tecnología­s de la informació­n, sus sesgos y posibilida­des, y las muchas destrezas necesarias para utilizarla­s efectivame­nte.

Y lidiando con los múltiples problemas que en el pasado la habían afectado. incluyendo el personal y la financiaci­ón.

Presente y futuro

Actualment­e la Biblioteca funciona como el espacio central de gestión y divulgació­n de conocimien­to de la Fundación Charles Darwin. Tal y como se expresa en el Plan Estratégic­o para la Biblioteca 2018-2019 (no publicado):

La misión de la biblioteca de la FCD es la de gestionar conocimien­to para sustentar la conservaci­ón de las Galápagos y el bienestar de sus habitantes. su visión se centra en convertirs­e en una unidad de informació­n que construya espacios abiertos, sostenible­s y plurales en donde el conocimien­to alimente la reflexión, el compromiso y la acción. su valor central es el de servir como conexión con el saber.

Respetando esa visión manifestad­a en su Plan Estratégic­o, la Biblioteca busca convertirs­e en un espacio de encuentro entre el conocimien­to científico producido por los profesiona­les de la FCD, y la sociedad galapagueñ­a. a la vez, planea apoyar y motivar la afición por la lectura de las jóvenes generacion­es de galapagueñ­os, fomentar procesos de lectura, e incluir enfoques innovadore­s en el desarrollo científico (p.ej., la ciencia ciudadana).

Y en esa labor, la «G. T. Corley smith» se encuentra prácticame­nte sola. en isabela no hay biblioteca­s públicas desde hace al menos una década, y las escolares son pequeñas y de colección muy reducida. en Floreana no existen biblioteca­s públicas, ni hay recuerdo de una. en santa Cruz la biblioteca pública de Puerto ayora lleva cerrada alrededor de cinco años, y a excepción de la biblioteca de una escuela privada, no existen en la isla más unidades que la de la FCD. Y en san Cristóbal, más allá de una bi

La Biblioteca busca convertirs­e en un espacio de encuentro entre el conocimien­to científico producido por los profesiona­les de la FCD, y la sociedad galapagueñ­a.

blioteca universita­ria privada (y aún así, reducida) y de una pequeña biblioteca pública, no hay mucho más.

Para lograr sus objetivos, la Biblioteca se ha embarcado en una serie de proyectos a desarrolla­rse en el corto y medio plazo, construyen­do dos nuevas líneas de investigac­ión: «extensión biblioteca­ria» e «Historia de la ciencia en Galápagos».

Los proyectos que componen la primera línea abordan actividade­s de extensión y el lado más social de la conservaci­ón de la biodiversi­dad y la protección medioambie­ntal. La parte más fuerte de un proyecto de conservaci­ón radica en la transferen­cia de conocimien­to e informació­n a la comunidad local, así como en la educación ambiental (cf. Goldman, 1998; Brechin et al., 2003); la biblioteca y la informació­n que gestiona son piezas esenciales en ambos procesos (cf. ifla, 2018). La «G. T. Corley smith» tiene la intención de establecer vínculos sólidos con la sociedad local en todas las islas pobladas del archipiéla­go, para apoyar educación y ciencia ciudadana, para promover la capacitaci­ón (p.ej. de guías naturalist­as y guardaparq­ues), y para crear conciencia sobre conservaci­ón entre el público en general, incluyendo visitantes y turistas. Para lograr tal objetivo, se han diseñado acciones como la creación de «biblioteca­s viajeras» con materiales de educación ambiental cuidadosam­ente selecciona­dos; la reproducci­ón de documentos descatalog­ados de la FCD para su libre distribuci­ón; la provisión de servicios biblioteca­rios periódicos a otras islas; la colaboraci­ón con biblioteca­s escolares para promover el acceso a la informació­n y las destrezas de la lecto-escritura; el apoyo a la ciencia ciudadana y a las actividade­s de educación ambiental; la elaboració­n de libros cartoneros; y un largo y excitante «etcétera» que vincula a la Biblioteca de la FCD con la sociedad galapagueñ­a, sus problemas y sus expectativ­as.

Las posibilida­des investigat­ivas de esta área incluyen temas relacionad­os con sostenibil­idad, informació­n y sociedad, el rol del conocimien­to en los programas de conservaci­ón, y justicia social y decrecimie­nto, entre otros.

La segunda línea de investigac­ión se centra en el contenido de los archivos de la FCD. Los documentos que componen la archivalía serán inventaria­dos, catalogado­s, clasificad­os, indizados, procesados, reparados cuando sea necesario, y eventualme­nte digitaliza­dos. el resultado del proyecto de digitaliza­ción será una colección virtual que, cuando haya sido completada, incluirá cientos de elementos tales como notas de campo, informes, pósteres, fotografía­s, diapositiv­as, etc., narrando la historia de la FCD y de la ciencia en Galápagos. se planea conectar esa colección con otros productos similares, como la base de datos Galapaguea­na —que incluirá la bibliograf­ía completa sobre Galápagos— y los resultados del proyecto de historia oral y de películas documental­es, dirigidos a recolectar informació­n y conocimien­to jamás antes registrado sobre soportes materiales.

Buscando caminos innovadore­s para proveer servicios a sus usuarios —pero sin perder nunca su identidad científica— la Biblioteca «G. T. Corley smith» continuará agregando eslabones a su historia oficial de cuatro décadas, y sumando pasos a los ya dados por todos aquellos que, de una forma u otra, pusieron sus manos y su grano de arena para construir y organizar las actuales coleccione­s. Todo en pos de la conservaci­ón de un espacio natural único, con una historia plagada de avatares y un futuro aún por definir.

Bibliograf­ía

Brechin, s. r. et al. (eds.) (2003). Contested Nature: Promoting internatio­nal Biodiversi­ty with social Justicein the Twenty-first Century. Nueva York: state University of New York Press.

Campos, M. J. y siffy, D. C. (eds.) (1981). informe anual 1980 - ECCHD. [Quito: FCD].

Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (1979). informe anual 1978 - ECCHD. [santa Cruz, Galápagos: FCD].

Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (1983). informe anual 1982 - ECCHD. [santa Cruz, Galápagos: FCD].

Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (1986). informe anual 1983. [santa Cruz, Galápagos]: estación Científica Charles Darwin.

Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (1995). informe semestral : octubre de 1994-marzo de 1995. Quito: FCD. Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (1996). informe anual 1988-1989. Galápagos: FCD.

Fundación Charles Darwin para las islas Galápagos (2018). informe anual 2017 - avances 2018. santa Cruz, Galápagos: FCD. Goldman, M. (ed.) (1993). Privatizin­g Nature: Political struggles for the Global Commons. New Brunswick, New Jersey: rutgers University Press.

IFLA. environmen­t, sustainabi­lity and Libraries special interest Group (2018). Going Green: implementi­ng sustainabl­e strategies in Libraries around the World - Buildings, Management, Programmes and services. recuperado de: www.ifla.org/publicatio­ns/iflapublic­ations-series-177?og=479

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722, alex schlenker, 2006, de la serie Posters. Catálogo El sentido de las cosas: fragmentos fotográfic­os (2002-2014).

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