Mercantilismo
EDITORIAL
El mercantilismo es una doctrina que, en lo económico, constituye la contraparte del absolutismo en lo político. Es de antigua data pues sus orígenes se remontan a la Europa posrenacentista y posfeudal del siglo XV. Contó entre sus seguidores a gobernantes de la realeza absoluta como el rey Luis XIV (inspirado por su ministro de finanzas Colbert) y revolucionarios como Mirabeau, y entre sus detractores a pensadores de la talla de Adam Smith y los economistas clásicos. En su enunciado más simple, el mercantilismo establece que el Gobierno debe regular la economía con la finalidad de aumentar el poder del Estado y prevalecer sobre cualquier interés contrario.
No obstante haber sido suplantada por la filosofía del libre comercio, la ideología mercantilista ha sobrevivido y hoy, en su manifestación moderna de neomercantilismo, se expresa en la manipulación de los impuestos, de los tipos de cambio, los subsidios, el gasto público y en el uso discrecional del poder gubernamental para el control del comercio exterior por la vía de los aranceles, la sustitución de importaciones, las cuotas y la imposición de medidas administrativas y regulatorias, cuyo propósito es el de dosificar el intercambio de bienes, de servicios, de la tecnología y de la informática, y la defensa de la propiedad intelectual.
El neomercantilismo y el libre comercio son doctrinas contrapuestas. Desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial, el empuje global ha sido en favor de la libertad de comercio y la adherencia a sus principios se ha manifestado en sucesivas Ruedas de Li-
En su enunciado más simple, el mercantilismo establece que el Gobierno debe regular la economía con la finalidad de aumentar el poder del Estado y prevalecer sobre cualquier interés contrario.’