Diario Expreso

Tula mejora tras la cirugía de párkinson

El viernes recibirá el alta. Los movimiento­s involuntar­ios casi cesaron

- PMP

Tula Garcés está próxima a recibir el alta. Hace una semana la operaron de párkinson en el hospital Eugenio Espejo, de Quito. Los primeros resultados: los movimiento­s involuntar­ios de su cuerpo son casi impercepti­bles y no requiere de tanta medicación.

La cirugía le cambió la vida desde que despierta. Antes su pierna derecha se entumecía y se doblaba de tal forma que no podía incorporar­se. La mayor parte del día, su esposo debía ayudarla a hacer sus actividade­s. Ahora camina sola.

Carlos Llumiguano, el neurociruj­ano que la intervino, espera darle el alta el viernes. Él es el único médico en el país apto para realizar esta cirugía, gracias a la subespecia­lidad en neurocirug­ía funcional que obtuvo en Hungría. Llegó a Ecuador en octubre y aunque esperaba quedarse por dos años para operar a más pacientes, lo más probable es que retorne a Europa en junio.

Su desazón comenzó antes de operar a Tula, cuando comenzó a trabajar en el hospital Espejo. Durante tres semanas, gestionó los permisos para ingresar los aparatos al quirófano y al culminar la intervenci­ón fue llamado a una rueda de prensa al día siguiente. Eso lo Recuperaci­ón. La Enfermedad de Parkinson no tiene cura. Con la operación se espera una mejoría mínima del 50 % en la calidad de vida del paciente. La medicación, en algunos casos, incluso se suspende. sorprendió porque toda la gestión la realizó él, no el hospital, comenta.

Para la operación, él tramitó la donación del dispositiv­o que se incorporó en el cuerpo de la paciente y diseñó la propuesta para impulsar este tipo de cirugías en el país. El día que la intervino tuvieron que trasladar- la a una clínica privada para realizarle un resonancia magnética. El equipo del hospital no sirve desde hace meses.

Aunque ya se han realizado varias operacione­s de párkinson en Ecuador, Llumiguano advierte que los protocolos internacio­nales no se respetan, por lo que hay el riesgo de que los pacientes queden incluso peor de lo que estaban. “Aparte del gasto inmenso de la cirugía, puede generarse daño en el nervio óptico”, dijo.

No todos los casos son operables porque algunos son síndrome parkinsoni­ano y no párkinson. Tula fue elegida, porque, entre otras cosas, no tenía complicaci­ones como diabetes o presión alta.

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