Las amas de casa
Recuerdo una película que vi allá por los años 60 del siglo pasado: “Perro mundo”, cuyo director era el cineasta italiano Jacopetti. Entre esos sucesos, dignos de no creerse, captados por la cámara que viajaba por diversas partes del mundo, en un pueblo lejano al momento de un parto, la madre luego de haber alumbrado a su hijo volvía de inmediato a las faenas cotidianas y era su marido el que se quedaba acostado “en el “lecho del dolor” -y del parto, por supuesto- lanzando los consabidos quejidos propios de la dolorosa circunstancia y atendido hasta “su recuperación”.
Se trata de la típica excepción que confirma la regla, porque en el mundo normal ocurre precisamente todo lo contrario. Incluso con las moder- nas leyes de protección maternal. Las nuevas madres, de ser empleadas o trabajadoras, tienen derecho a tres meses de vacaciones para que puedan atender debidamente al crío y darle de lactar de sus propios senos, dentro del tiempo recomendado por los pediatras.
Y bueno, la mujer considerada como ama de casa ha evolucionado mucho, socialmente hablando, sobre todo en estas nuevas épocas de la masificación e industrialización. Gozan ahora de derechos que les permiten estudiar y ser profesionales que, por supuesto, han de usar sus títulos y no tenerlos solamente como adorno. De todas maneras, con o sin función que cumplir en el mundo de lo laboral, siguen ellas manteniendo sus irrenunciables funciones domésti-
Detodas maneras, con o sin función que cumplir en el mundodelolaboral, siguen ellas manteniendosus irrenunciables funciones domésticas que las obligan a atender el hogar...’.