Miedo en Esmeraldas por una ola de sismos
Atacames, sitio del epicentro Tres muertos y 49 heridos La gente durmió en la calle
Pasaron la noche en vela, con los colchones en las calles y bajo una fina llovizna, rezando para que la tierra dejase de temblar. El terror empezó a las 02:11 de la madrugada de ayer, cuando un sismo de 5,7 grados Richter sacudió Esmeraldas y revivió el terror de sus habitantes, ocho meses después del terremoto de 7,8 grados Richter que afectó mayormente a Manabí y Esmeraldas.
“Pensé que era una pesadilla. La cama traqueaba. Me levanté de un salto, alcancé a gritar ‘¡temblor!’ y salí corriendo de la casa. Detrás de mí salieron 14 personas, incluidos mis padres, hermanos y cuñado. A mi mamá Sandra Cuzme le cayó un pedazo de bloque en la frente”, relata Leonel, miembro de la familia Talledo Cuzme, que junto a sus parientes vio caer la casa tras su salida.
Ellos habitaban en el sector de San Carlos (parroquia Tonsupa), en el cantón Atacames, y ahora están en la calle como otra veintena de familias damnificadas por el movimiento telúrico.
Al igual que los Talledo, miles de personas evacuaron las estructuras por miedo a que se desplomen. Hubo llanto, gritos y crisis de pánico debido a los cortes del fluido eléctrico que, en algunos casos, se mantuvieron hasta la mañana.
El pánico hizo correr despavoridos a quienes habitan cerca al mar. Buscaron partes altas ante el temor de un tsunami, que fue descartado.
La onda sísmica golpeó de lleno a este balneario, uno de los más importantes de Esmeral- das, en donde hubo dos muertos, uno de ellos por un paro cardiorrespiratorio. Un tercer deceso se registró en el cantón Eloy Alfaro.
Según el informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos, fueron contabilizados 47 heridos: 19 en Atacames y 28 en Esmeraldas.
Al amanecer, tras una larga noche, los habitantes de ambos cantones pudieron ver los efectos del enjambre de temblores: fachadas fisuradas, mamposterías caídas y vidrios rotos.
El hotel Casa del Mar, de tres pisos y ubicado en Castelnuovo, colapsó. Allí, una cerca con cinta de peligro y un cordón de seguridad policial alejan del riesgo a los curiosos.
Otra vivienda de tres pisos, en el malecón de Tonsupa, su- cumbió. “El primer piso se pulverizó y los otros dos cayeron sobre él. Nos hemos quedado en la calle”, dijo su propietario, Francisco Zambrano.
Su dolor es similar al de Ricardo Quiroz y Jéssica Mendoza, quienes perdieron sus casas. Quiroz la construía en el barrio San Carlos. “He perdido el esfuerzo de mi vida. He quedado en la indigencia”, dice.