Y como decíamos ayer...
Aunque realice el esfuerzo de mantener sin pausas esta columna, para no perder la continuidad que los lectores aprecian, justifico el título del presente cañonazo en razón de estar superando un incidente de salud que me obligó a desconectarme del afán de permanecer plenamente vinculado con el diario acontecer universal y mundial.
Ahora que ya estoy reenchufado y más o menos puesto al día, desde la perspectiva del momentáneo alejamiento observo lo paradójicamente dinámico y lento que al mismo tiempo es el mundo y también el Ecuador.
Respecto del país, por ejemplo y entre los avances, qué bueno resulta saber que hemos asegurado el vínculo comercial con los principales mercados europeos y que poco a poco iremos nivelando aranceles en relación a los vecinos que también negocian con el Viejo Continente. El hecho ya lo había comentado antes pero, los días transcurridos permiten apreciarlo en su real trascendencia. Ojalá eso conlleve que podamos conseguir aceite de oliva (español o italiano) a mejor precio que el actual, en razón de las salvaguar- das y los prejuicios contra el libre comercio. Que baje el vino, de momento no me motiva tanto, pero es deseable que los libros que vienen de Madrid y Barcelona se vuelvan otra vez de acceso posible.
Si algún lector piensa que lo anotado es una reflexión hedonista aclaro que los tres productos citados: aceite de oliva, vino y libros, son artículos de primera necesidad, puesto que atañen a la salud física, mental y espiritual de la población.
En cambio, entre lo que inmóvil, el estilo de hacer campañas políticas me resulta cada vez más
Me regocijo con los lectores y comparto una visión con algo más de perspectiva que la cotidiana’.