Diario Expreso

En Santa Marianita construyen la última morada de los pescadores náufragos

En la tarde, arribaron a Manta los cadáveres y las víctimas rescatadas

- HLV

Fernando Reyes, capitán de barco y amigo de Pablo Alvia, quien comandaba ‘Don Gerardo II’ cuando naufragó el pasado sábado entre Ecuador y Perú, caminaba por la playa de Santa Marianita, recordando los últimos momentos que conversó con su amigo.

“Aquí se lo conocía a Pablo como la “Diabla”, nadie sabe cómo es el destino de uno. Ellos se fueron muy contentos y dijeron que regresaban para celebrar y despedir el 31 de diciembre con todos nosotros y también a mi amigo Aquiles García, quien aún no ha sido encontrado con vida”, recordó el hombre de 44 años.

Mientras todos se lamentan en aquella parroquia, ubicada a tres kilómetros de Manta-Manabí, por el choque de un carguero con el pequeño barco en el que viajaba Pablo y otros 22 pescadores; en la misma población, los familiares y amigos de Alvia confeccion­aban su tumba. Con ellos estaban los familiares de quienes aún no rescatan los cuerpos de sus parientes. Parecían resignados a la pérdida. El accidente dejó cinco muertos y otros seis pescadores desapareci­dos. El resto fue rescatado.

Segundo Alvia no puede evitar las lágrimas al recordar a su hermano Pablo. La mañana de ayer, trabajaba la bóveda para su ser querido.

“Es muy duro lo que estamos pasando, recién se acaban las ocho noches de rezo de otro hermano que falleció de un infarto. Pablito, cuando se fue, dejó la plata para que contratara un coro en el último rezo, pero jamás nos imaginábam­os que también se iba a ir. Es muy dura la vida del pescador”, comentó Segundo mientras miraba el cielo.

A escasos metros de esa tumba y en el mismo camposanto, Manuel Alonzo también trabajaba el sepulcro de su sobrino Héctor Mera Alonzo, uno de los seis desapareci­dos.

“Tenemos que resignarno­s, esto es muy duro, pero lo único que queremos es que su cuerpo sea rescatado y que no se quede por allá. No perdemos las esperanzas que así sea”, murmuró Manuel.

Entre lágrimas, Juana Estela recuerda que cuando su hijo Pa- blo salió a faena de pesca no alcanzó a despedirse de él.

Igual que Manuel, ella comenta que la vida los ha golpeado mucho, quitándole a dos de sus parientes en menos de dos semanas.

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HERNÁN LUCAS / EXPRESO Resignació­n. Familiares de desapareci­dos construyen las bóvedas.

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