Mirarse al espejo
Así como los seres humanos de vez en cuando necesitamos mirarnos al espejo para ver el paso de los años, los estragos que nos dejan y los retoques que necesitamos, las instituciones, sean públicas o privadas, requieren hacer lo mismo en un autoanálisis, en un proceso severo, cierto y profundo de autoevaluación.
Ahora, cuando el Ministerio de Educación tiene nuevo secretario de Estado, podría ser oportuno realizar ese ejercicio, sobre todo en lo que tiene que ver con la descentralización y desconcentración de la gestión ministerial, pues resulta curioso que pese a la impresionante estructura que claramente abre el abanico desde el despacho ministerial hasta los distritos, la atención, el servicio al público, la gestión y resolución, no lucen para nada descentralizados ni desconcentrados.
Es verdad que en ocasiones el temor a resolver, el miedo a no coincidir con el criterio del superior o el simple hecho de perder un empleo y el dinero para alimentar a la familia, hacen que funcionarios menores den un capotazo a pedidos, requerimientos o reclamos, para que el trámite se encime y llegue hasta Quito. El funcionario público debe estar dispuesto a receptar y resolver, solucionando cuestionamientos y conflictos; puede ser entonces que ahí esté parte del problema.
Pero no es menos cierto que en ocasiones se generan contraórdenes y el mando y poder del superior intimidan, quebrantan, posponen o anulan la
Desde nuestra óptica, el problema más que en la estructura, está en las gentes que ejercen la función...’.