Tradición que cesa en el tiempo
Los triunfadores reconocieron que esta tradición se está perdiendo, sus hijos no han querido aprender. Solo cuatro terminaron la carrera y recibieron sus premios. diferencia. Las mujeres utilizan un caballo híbrido elaborado de palo de balsa y totora, porque hace que sea más fácil la conducción; además es el que ahora se emplea para la función de totoreros, indicó la competidora Juana Cujilema. “Ahora solo se utiliza así; desde que mi abuelo me enseñó a sacar el junco, hago 25 cargas de totora y las amarro a la balsa”, explicó.
Para seguridad de los participantes en el torneo, una lancha iba detrás de ellos con miembros del Cuerpo de Bomberos. “Es por seguridad, puede haber algún calambre por el frío o tal vez la fuerza falle y ahí es cuando pueden pedirnos ayuda”, indicó Klever Tene, je- fe de los casacas rojas. Además, Tene recalcó que las reglas son claras, deben utilizar chaleco salvavidas, no pueden cruzarse u obstruir a otro participante y el estilo es libre, pueden remar de pie o sobre las rodillas.
Luego de 46 minutos apareció en la llegada el triunfador Francisco Gómez, con 48 años y representante de la comunidad Rayoloma. “Estoy muy feliz, regreso a los cuatro años a mi linda Colta y no he perdido mi fuerza ni habilidad”, señaló entre risas y abrazos de su familia, con la que migró a la provincia de Imbabura. Dijo que su secreto está en saber cuándo mover el chaguarquero ( palo largo que sirve como remo) y admitió que lo más difícil fue el clima y el fuerte viento que a veces no le permitía respirar con facilidad.
Minutos más tarde llegó Juana Cujilema, que se impuso en la categoría mujeres, pero también obtuvo mejor tiempo que los contrincantes masculinos. Confesó que la lid es difícil, pero que participó porque es una actividad que conoce y que heredó de sus abuelos. “Es muy duro, pero así toca trabajar”, aseveró.