Diario Expreso

La reforma Odebrecht

- EDUARDO CARMIGNIAN­I

Cuando en diciembre pasado estalló el escándalo de los sobornos de Odebrecht, estando aún sin desvelarse toda la cadena de funcionari­os coimeados, estaba claro en todo caso que dos grupos sí sabían, al menos en parte, quiénes recibieron dineros corruptos: primero, los propios partícipes, desde mandos medios hasta la cúpula; y segundo, quienes ayudaron a todos esos a lavar los sucios activos recibidos.

Decía entonces, en esta columna, que como los nombres (de todos) igual van a saberse, esos señores tenían dos caminos: o quedarse para siempre de prófugos, apostando a que nunca se los agarre (el cohecho no prescribe, art. 233 de la Constituci­ón); o cantar voluntaria­mente, dando detalles so- bre el resto de la banda, ayudando así a la administra­ción de justicia.

Recordaba también, respecto de lo último, que el Código Integral Penal, bajo la figura de la cooperació­n eficaz, fomenta la entrega de informació­n que permita identifica­r a autores de delitos, y que, en casos de alta relevancia social, si con ello se logra además llegar a “la cúpula de la organizaci­ón delictiva”, la reducción de la pena (del delator) podía llegar a ser de hasta el 90 % de la que le correspond­a (art. 493), por lo que sugería que los peones de la banda, o quienes lavaron activos corruptos, ahorren un poco de tiempo y esfuerzo a las autoridade­s, y al país, y delaten a la cúpula, pues la verdad igual se sabrá algún día.

Un proyecto que desincenti­va las delaciones no puede llamarse sino Odebrecht. El tema es claro y no requiere traductor’.

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