Aprendiendo del pasado
Guayaquil está localizada junto al Cinturón de Fuego del Pacífico, en una región altamente vulnerable a los sismos. Distintos viajeros que llegaron a la ciudad a lo largo de su historia describieron tanto los sismos que habían sentido como la resistencia que presentaba la arquitectura de madera ante sus efectos, algo que fue claro en el terremoto del 16 de abril del año anterior.
Esta resistencia era destacada por el norteamericano Adrian Terry, quien en 1832 indicaba: “Las casas de Guayaquil están construi- das con inmensas y fuertes estructuras de madera, con el fin de protegerlas de los terremotos”. De la misma manera Joseph Kolberg en 1871 destacaba como “los edificios de madera, y también algunos de tapial, como todos los de Guayaquil y de la región boscosa de la costa, son los que mejor resisten a los terremotos. Por eso, mientras en los pueblos de la altiplanicie, pobre en maderas, son muy temidos los temblores de tierra, en Guayaquil no se hace caso de ellos; las casas se tambalean de un lado al otro pero no se derrumban”. Charles Wiener, vicecónsul de Francia en Guayaquil, también lo describía en 1879: “Los terremotos, que suelen ser bastante prolongados, imprimen a estos edificios oscilaciones que derribarían los de piedra, por sólidos que fueran; en cambio, no producen ningún efecto destructor en esas construcciones que oscilan, crujen y continúan incólumes, como un barco en un mar agitado”.
Ya en el siglo XX dos graves terremotos afectaron la ciudad, el primero el 13 de mayo de 1942, con epicentro en Jama, con una magnitud de 7,9, que generó la destrucción de los edificios de
Debemos aprender del pasado e incorporar a lo contemporáneo lo que la tradición nos puede enseñar’.