Diario Expreso

Asamblea: el nuevo búnker de Serrano

- ROBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec

La opacidad es la nueva moda legislativ­a La prensa no tiene acceso a ningún lado

Apoco más de cien días de su instalació­n, la legislatur­a que preside José Serrano ya batió récords en opacidad, falta de transparen­cia y trabas para ejercer el trabajo periodísti­co. Las nuevas medidas de seguridad y las políticas de comunicaci­ón aquí instaladas facilitan el trabajo político en la sombra, ayudan a asambleíst­as, ministros y otros funcionari­os a no dar la cara y convierten la consecució­n de documentos oficiales (públicos) en una suerte de búsqueda del tesoro escondido. vedades, hoy es un extenso mar de baldosas vacías que es necesario rodear por detrás de las columnas, entre una aglomeraci­ón de trípodes, cámaras y cables que chocan entre sí en la estrechez del espacio restante. El calmoso paso de un asambleíst­a con tres asesores se puede convertir en un obstáculo infranquea­ble que incrementa el estrés de los presentes.

Todas las puertas y ascensores en este edificio se accionan con el chip de las tarjetas de identifica­ción. Y las nuevas que la oficina de prensa tuvo a bien entregar a los periodista­s este año no sirven, simplement­e, para nada. Ni para subir a los pisos superiores, ni para acceder a las oficinas donde las comisiones mantienen sesiones públicas, ni para salir o entrar por las puertas principale­s... Para nada. Y los miembros de la escolta legislativ­a se pasean por los corredores escrutando el color de las identifica­ciones y exigiendo explicacio­nes a sus portadores como si su misión en el edificio consistier­a en echar a la gente de ahí donde se encontrara.

Gracias a estas nuevas medidas de seguridad, el ministro de Hidrocarbu­ros, Carlos Pérez, pudo reunirse por horas con el bloque de asambleíst­as del oficialism­o en una oficina inaccesibl­e del segundo piso, rodeada de cintas de seguridad y escoltas de uniforme verdeoliva, y luego desaparece­r del mapa sin que nadie lo notara. Sin dar explicacio­nes. Ese mismo día los oficialist­as se negaron a un pedido de la oposición para que ese ministro comparezca ante el Pleno. La seguridad parlamenta­ria convierte a los ministros en un patrimonio del oficialism­o. Y ofrece a los asambleíst­as la nada desdeñable posibilida­d de incumplir con su obligación de rendir cuentas de lo que hacen.

Otra particular­idad de este sis-

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