Asamblea: el nuevo búnker de Serrano
La opacidad es la nueva moda legislativa La prensa no tiene acceso a ningún lado
Apoco más de cien días de su instalación, la legislatura que preside José Serrano ya batió récords en opacidad, falta de transparencia y trabas para ejercer el trabajo periodístico. Las nuevas medidas de seguridad y las políticas de comunicación aquí instaladas facilitan el trabajo político en la sombra, ayudan a asambleístas, ministros y otros funcionarios a no dar la cara y convierten la consecución de documentos oficiales (públicos) en una suerte de búsqueda del tesoro escondido. vedades, hoy es un extenso mar de baldosas vacías que es necesario rodear por detrás de las columnas, entre una aglomeración de trípodes, cámaras y cables que chocan entre sí en la estrechez del espacio restante. El calmoso paso de un asambleísta con tres asesores se puede convertir en un obstáculo infranqueable que incrementa el estrés de los presentes.
Todas las puertas y ascensores en este edificio se accionan con el chip de las tarjetas de identificación. Y las nuevas que la oficina de prensa tuvo a bien entregar a los periodistas este año no sirven, simplemente, para nada. Ni para subir a los pisos superiores, ni para acceder a las oficinas donde las comisiones mantienen sesiones públicas, ni para salir o entrar por las puertas principales... Para nada. Y los miembros de la escolta legislativa se pasean por los corredores escrutando el color de las identificaciones y exigiendo explicaciones a sus portadores como si su misión en el edificio consistiera en echar a la gente de ahí donde se encontrara.
Gracias a estas nuevas medidas de seguridad, el ministro de Hidrocarburos, Carlos Pérez, pudo reunirse por horas con el bloque de asambleístas del oficialismo en una oficina inaccesible del segundo piso, rodeada de cintas de seguridad y escoltas de uniforme verdeoliva, y luego desaparecer del mapa sin que nadie lo notara. Sin dar explicaciones. Ese mismo día los oficialistas se negaron a un pedido de la oposición para que ese ministro comparezca ante el Pleno. La seguridad parlamentaria convierte a los ministros en un patrimonio del oficialismo. Y ofrece a los asambleístas la nada desdeñable posibilidad de incumplir con su obligación de rendir cuentas de lo que hacen.
Otra particularidad de este sis-