El asunto no es jurídico
Por “asunto” me refiero a la situación actual del Ecuador. En el “cañón” anterior esbocé lo que consideraba conveniente resaltar sobre el “estado de la nación”. Aparentemente, sobre el oscuro cielo ecuatoriano era posible advertir, a más de las tempestades que están por llegar, el advenimiento de un debate jurídico sobre la suerte del vicepresidente sin funciones.
En teoría, los discípulos criollos del gran Solón, tendrían espacio para el lucimiento, haciendo amplio despliegue, cuando no de su sapiencia, al menos de su habili- dad retórica. Lamentablemente, salvo excepciones, ese espacio sigue vacío. Lo que vimos el domingo en el programa de Andrés Carrión lo evidenció claramente. Y es que el asunto, para así seguirlo llamando, ni siquiera es político, actividad en la que también hemos perdido actores de primer plano, realmente protagónicos, es sobre todo ético.
En efecto, sin argumentos jurídicos serios, se aspiraría a tesis de alta política como la razón a esgrimir por parte de los contendientes, pero, qué va, discutiendo sobre corrupción, también se co- rrompen los argumentos y se hace protuberante la ausencia de ética.
Conste que sobre ética no es fácil reflexionar. Sin embargo, una mínima debería de hacer preponderar el interés del bien común sobre el particular y, apena, que en los debates del momento el único interés ausente es el del país, mirado como conjunto, separándolo, eso sí, de una desafortunada coincidencia: PAIS es el partido en el gobierno, no el gobierno, pero ya no representa Patria Altiva i Soberana, más parece: Para asaltar i saquear.
En efecto, ese es el asunto de
El Ecuador está requiriendo escuchar verdades incómodas. No hay otra posibilidad que decirlas o seguir en plan de patria boba’.