¿Querrá Trump acabar con el dólar?
El dólar estadounidense ha sido el refugio último del mundo financiero durante casi un siglo. Ninguna otra divisa prometía el mismo grado de seguridad y liquidez a los patrimonios. En tiempos de borrasca, inversores asustadizos y bancos centrales prudentes por igual elegían acumular activos denominados en dólares, en particular bonos del Tesoro de Estados Unidos. Es posible que eso esté cambiando. La caótica gestión del presidente estadounidense Donald Trump dañó seriamente la confianza en el billete verde. Tras su discurso inaugural, Trump buscó pelea con un gobierno tras otro (incluidos aliados como Australia y Alemania). Y ahora, acercó al mundo al abismo de una guerra nuclear dándose de cornadas con el dictador norcoreano Kim Jong-un. Al dólar le aguarda una dura prueba. ¿Seguirán los inversores internacionales poniendo su dinero en el país cuyo líder provoca ruidosamente al Reino Ermitaño con amenazas de “fuego y furia”, o buscarán refugio financiero en otro lugar? Nunca antes desde la II Guerra Mundial hubo tantas dudas sobre la seguridad del dólar. Durante la posguerra, los mercados financieros estadounidenses, extraordinariamente grandes y bien desarrollados, eran una promesa de liquidez incomparable, acompañada por garantías de seguridad geopolítica, al ser EE. UU. la potencia militar dominante. Ningún país estaba en mejor posición para proveer activos de calidad seguros y flexibles en la escala demandada por el sistema financiero global. Luego se dio el estallido de la burbu- ja inmobiliaria estadounidense en 2007. Todos sabían que la crisis financiera y la posterior recesión habían empezado en EE. UU., y que el casi derrumbe de la economía global fue responsabilidad de este país. Sin embargo, incluso en lo peor de la debacle, los mercados estadounidenses fueron inundados por una oleada de capitales que hizo posible la respuesta de la Reserva Federal y del Departamento del Tesoro. En los últimos tres meses de 2008, la compra neta de activos estadounidenses superó los $ 500.000 millones (tres veces más que en los nueve meses precedentes). En vez de depreciarse, el dólar se fortaleció. El mercado de bonos del Tesoro quedó como uno de los pocos sectores financieros que seguían operando sin problemas. El pico de demanda de dólares de hace diez años puede atribuirse en gran medida al temor: nadie sabía cuánto podían empeorar las cosas. Hoy puede decirse lo mismo de la escalada de confrontación entre EE. UU. y Corea del Norte. Pero ¿se repetirá la historia? La respuesta corta: mejor no fiarse. Los mercados llevan meses señalando que desconfían de Trump. Es posible que su gobierno esté buscando debilitar al dólar para que otros asuman el papel de refugio mundial. Pero esa renuncia supondría un error histórico (y peligroso). La popularidad del dólar como depósito de valor confiere a EE. UU. un “privilegio exorbitante”. Tal vez Trump piensa más en los costos de tener una moneda de reserva internacional que en las ventajas. Pero no podrá “hacer a EE. UU. grande otra vez” bajo la amenaza de una fuga de capitales, ni ejecutar su agenda local enfrentado sentimientos negativos en los mercados extranjeros, ni sacrificando su posición dominante en el sistema financiero internacional. Si Trump tensa la cuerda del dólar demasiado, probablemente lo lamentará.
La popularidad del dólar como depósito de valor confiere a EE. UU. un “privilegio exorbitante. Tal vez Trump piensa más en los costos de tener una moneda de reserva internacional que en las ventajas’.