OTROS OFICIOS
bría vivido. Soy un diablo”, dice. Podría ser el guayaco que sobrevivió a la guerra...
Entonces pensó en buscar sus raíces judías. El consulado de Israel lo ayudó a cruzar el continente. Su apellido lo salvó.
Fue tres años voluntario en ‘kibutz’, donde aprendió hebreo. Visitó Tel Aviv, Jerusalén y Puerto de Eilat y recibió entrenamiento paramilitar. Su genio se endureció al punto de que, en el cuartel, lo conocen como el Señor de los Iracundos.
En 1973 otra guerra se cruzó en su camino: la del Yom Kippur. Durante el conflicto, “el Gobierno no seguiría manteniendo a extranjeros”. Lo expulsaron a los 24.
Regresó, esta vez a Quito, donde se había instalado su tía. Tra-
Fue vigilante en camaroneras. En los 90 enseñó inglés en una fundación e incluso en la Armada. Desde entonces, ha capacitado a cerca de 5.000 personas. bajó unos meses en una compañía de machetes, hasta que su madre lo contactó y le pidió que la visite en Guayaquil. No fue idílico, pero sirvió para acompañarla en sus últimos días, tras un cáncer de útero.
Hoy vive en el Guasmo Sur con Rosa (tras 43 años de matrimonio) y uno de sus tres hijos: Bernardo. David Jonathan, que tenía síndrome de Down, murió hace tres. El otro, José Luis, se independizó.
Mientras espera su jubilación, sigue plantando cara a quienes consumen droga y alcohol en la vía pública. Aunque ya no tenga la fuerza de antes, guarda su sentencia favorita: “¿Me quieres matar? Bienvenido al club, coge tique, siéntate y espera tu turno”.